¿Qué diferencias hay entre «fecha de caducidad» y «fecha de consumo preferente?» ¿Hasta cuándo se pueden consumir los productos que llevan ese tipo de etiquetado y cuándo debemos deshacernos de ellos? Un informe publicado por la OCU ha intentado dar respuesta a estas preguntas.
Lo primero que conviene saber es a qué tipo de productos se aplica cada etiquetado. El de «fecha de caducidad» se usa con productos frescos, carnes y pescados, que conllevan un riego de intoxicación si se consumen cumplida la fecha marcada. Por tanto, si se nos pasa, a la basura. Una buena solución si no se va a consumir dentro del plazo es congelarlos.
La «fecha de consumo preferente» permite más flexibilidad. Consumir el producto pasado ese tiempo no conlleva riesgos, aunque sí puede perder calidad. Por tanto, lo más importante para saber si se puede comer todavía sería mirarlo bien, olerlo y probarlo. Al menor rastro de moho, olor o sabor extraño, hay que descartarlo.
No todos los productos con «fecha de consumo preferente» tienen la misma vida útil. Las conservas con 5 años de caducidad se pueden consumir perfectamente hasta entre 3 y 6 meses después. Los productos que duran 3 meses tienen un margen de hasta 15 días. Y los que duran dos o tres semanas, sólo unos días.
Por supuesto, es importante guardar como se debe el alimento para alargar su vida útil: la nevera en el caso de los refrigerados y la despensa si deben conservarse en un lugar fresco y seco. Para ello, lo mejor es seguir las recomendaciones del fabricante. Si se rompe la cadena del frío, si se aprecia que el producto está en mal estado, si en el caso de conservas se ven abolladas, oxidadas o abombadas, no se deben consumir, incluso estando dentro de su fecha de caducidad o de consumo preferente
El último consejo que da la OCU en su informe es de sentido común: una vez abierto el envase, la fecha deja de tener validez y el producto se ha de consumir inmediatamente.
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