Malmö (Suecia) (OP-EFE).- Con una victoria por la derecha, el suizo Nemo le ha roto este sábado los códigos a un Eurovisión 2024 convulso, el más polémico de su historia, haciendo gala de un mensaje conciliador en defensa de las identidades de género no normativo.
Él ha sido el primer artista declarado persona no binaria que se hace con el codiciado micrófono de cristal, cuando solo unas horas antes las apuestas lo relegaban al tercer puesto por detrás de Croacia y de Israel. “¡Espero que este concurso pueda estar a la altura de su promesa y continuar defendiendo la paz!”, ha declarado muy emocionado tras conocerse el resultado.
Su triunfo ha despejado algo el horizonte negro que asomaba con Israel como ganador y organizador de la próxima cita, tras una edición tensada hasta el extremo por su presencia en este otrora foro de convivencia en medio de su cruenta ofensiva militar en Gaza, con casi 35.000 civiles palestinos muertos, prácticamente la mitad de ellos niños.
Eurovisión 2024
Se ha hablado tanto de los abucheos a su representante en todas sus actuaciones o de las constantes peticiones de expulsión, con la ciudad sueca de Malmö convertida en epicentro de las protestas propalestinas, que ha quedado en algo anecdótico el 50 aniversario de ‘Waterloo’ de ABBA, al que tanto debe la actual identidad de este festival.
Frente a ese espíritu de color y celebración musical, hasta la gran final se fue produciendo un reguero de episodios cada vez más agrios que culminó este sábado con una descalificación, sí, pero la del representante holandés, Joost Klein, un castigo que su TV ha considerado “desproporcionado” por realizar un “gesto amenazante” a una operadora de cámara del festival en un contexto de tensión.
Una gala con abucheos.
La gala ha arrancado con un mensaje de la princesa Victoria de Suecia y con la actuación de los representantes musicales de su país este año, los hermanos Marcus & Martinus. Les han relevado propuestas como la celestial exaltación ucraniana al poder femenino o el retorno de Luxemburgo tras 30 años de ausencia.
Después la artista israelí ha vuelto a entonar su exaltación de la resistencia en momentos adversos entre aplausos de una parte del público y abucheos de otra, más sonoros aún si cabe que en sus anteriores actuaciones con público.
La irlandesa Bambie Thug ha saltado finalmente al escenario para su apabullante invocación demoníaca, algo que a media tarde no estaba tan claro a causa “de una situación” que requirió una reunión urgente con la UER.
Destacables han sido también la aparición por Reino Unido del alma de la banda global Years & Years, Olly Alexander, con un homenaje a la música de The Pet Shop Boys, así como la cumbia experimental de la italiana Angelina Mango, con un nuevo vestuario en negro o la elegante presentación de la portuguesa Iolanda.
Ya en el tramo final se han acumulado algunos de los grandes favoritos. Primero Nemo, que con ‘The Code’ ha hecho gala de su talento como rapero y cantante de tesitura lírica, todo saltando sobre una inestable plataforma giratoria que en un principio lo arrastra, como las convenciones sociales, hasta que aprende a surfearlas y, como reza el estribillo, “rompe el código”.
El croata Baby Lasagna ha combinado el influjo de Rammstein con elementos visuales y musicales del folclor de su país, para reflexionar así sobre el éxodo forzoso de miles de estudiantes de su país para buscarse la vida en otro.
Para terminar, el francés Slimane, con un cercano diálogo de tú a tú con la audiencia como “partenaire” sentimental, en coordenadas musicales de clásica canción francesa y un nada habitual fragmento “a capella” a metro y medio del micrófono que pasará a la historia del festival.
Suiza, el más votado de los jurados en Eurovisión
En el tiempo de votación ha llegado la celebración de ‘Waterloo’ y la reaparición de ABBA, pero en formato de hologramas, como los de su espectáculo londinense con las voces originales de los miembros del grupo. Tres excampeonas de Eurovisión se han encargado de revisitar el tema en su ausencia: las suecas Carola y Charlotte Perrelli y la austríaca Conchita Wurst.
Posteriormente han llegado los resultados de los 37 jurados, más accidentados que en otras ediciones por los abucheos para el supervisor ejecutivo de Eurovisión, Martin Osterdahl, por las decisiones tomadas en esta edición y la negativa de Países Bajos de presentar los votos de su jurado, al igual que el finlandés Käärijä y la noruega Alessandra Mele, participantes ambos en 2023.
La gran mayoría le ha dado a Suiza su máxima puntuación, por lo que ha acabado este tramo como la candidatura más votada, con 365 puntos, por delante de Francia (218) y Croacia (210).
Este último país ha sido el receptor del mayor volumen de puntos del voto popular, hasta sumar 547 puntos, insuficientes sin embargo para alcanzar a Nemo, que ha concluido la competición con 591 puntos, mientras que Ucrania ha completado el podio con 453.
Los jurados habían dejado ya mermadas las opciones de Israel a la victoria, en decimosegunda posición con 52 puntos. Ha sido el voto popular el que le ha insuflado empuje suficiente para propulsarse finalmente hasta el quinto lugar, por detrás de Francia.
El resto del “top 10” ha quedado así: 6) Irlanda, 7) Italia, 8) Armenia, 9) Suecia, 10) Portugal. A la cola, Noruega.
Una sequía de 36 años sin ganar para Suiza
La victoria de Nemo, un rapero de 24 años y género no binario, ha logrado acabar con casi cuatro décadas de sequía en Eurovisión para Suiza, el país donde se celebró en 1956, en la ciudad de Lugano, la primera edición del festival de la canción europea por antonomasia.
Suiza sólo había ganado en esa primera edición con “Refrain”, de Lys Assia, y lo había conseguido nuevamente en 1988 con “Ne partez pas sans moi”, cantada por la canadiense Celine Dion, quien años más tarde se convertiría en una estrella mundial.
Los 36 años que ha tenido que esperar Suiza convertían al país, que además es sede del ente organizador de los festivales, la Unión Europea de Radiodifusión (UER), en uno de los ganadores que más tiempo llevaba sin volver a lo más alto.
Sólo le superaban Bélgica, que lleva 38 años sin ganar el certamen, Luxemburgo (41), Francia (47), Mónaco (53) y, por supuesto, España, que desde el “Vivo cantando” de Salomé, hace 55 años, no sabe lo que es la victoria, aunque aún hay más de una veintena de naciones que jamás han ganado, incluyendo “históricas” como Chipre o Malta.
El ganador de esta edición, Nemo Mettler, nacido en la ciudad bilingüe de Biena, en la frontera entre la Suiza francoparlante y la germanoparlante, desarrolla actualmente su carrera musical en Berlín, aunque es popular en su país desde hace casi una década.
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Este lunes, el talent de cocina más famoso de la televisión ha coronado a su vencedor en una emocionante gala cargada de retos. Tras la eliminación de Pocholo la semana pasada, los cuatro finalistas —Pitingo, Inés Hernand, Marina Rivers y Francis Lorenzo— se enfrentaron a la última entrega de la edición.
La primera prueba: «Seguir al Chef»
En esta prueba clásica del programa, los finalistas replicaron un postre del chef Jesús Escalera, considerado el mejor pastelero de América Latina por la prestigiosa lista de los 50 Mejores Restaurantes del Mundo. Inés Hernand destacó en la prueba y se convirtió en la primera duelista de la noche.
Jordi Cruz elogió su desempeño:
“Pareces muy segura, aunque no siempre lo seas, pero este postre está al nivel de Jesús Escalera”.
La Última prueba en exteriores
Los finalistas viajaron a la exclusiva Costa Azul francesa, específicamente a Menton, para cocinar en el restaurante Mirazur (3 estrellas Michelin) de Mauro Colagreco. Los aspirantes prepararon platos como tartar de cigalas, remolacha caviar y hinojo con chocolate blanco.
Francis Lorenzo fue eliminado tras esta prueba, ocupando el cuarto lugar de la edición, mientras que Pitingo quedó en tercer lugar.
El Gran duelo final
En el duelo final, Inés Hernand y Marina Rivers diseñaron un menú completo compuesto por un entrante, un plato principal y un postre:
Inés Hernand presentó:
Entrante: Patatas a la importancia deconstruidas (dedicado a su abuela).
Principal: Sacando la patita (solomillos de pichón marinado, valorado como un «10 absoluto»).
Postre: Un plato innovador que combinaba judías, cerezas y lichis, calificado por los jueces como «inteligente».
Marina Rivers ofreció:
Entrante: Navidad (homenaje a su madre con buey de mar).
Principal: Riverita (cordero con cereza y almendra).
Postre: 21 veranos, inspirado en fresas, frambuesas y chocolate.
La Ganadora
Finalmente, Inés Hernand se alzó como ganadora de ‘MasterChef Celebrity 9’ gracias a su gran evolución y un menú final que deslumbró al jurado. Además del trofeo, recibió 75.000 euros para donar a una ONG y un curso en el Basque Culinary Center.
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