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Salud y Bienestar

Investigadores valencianos trabajan en un sistema que provoca la muerte de las células cancerígenas

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VALÈNCIA, 27 Mar. (EUROPA PRESS) – Investigadores valencianos han desarrollado, a escala de laboratorio, un nuevo sistema para provocar la muerte celular de células cancerígenas. Se trata de nanocápsulas cargadas con un péptido -pequeña cadena de aminoácidos- que se liberaría de forma controlada para generar así la apoptosis de las células afectadas.

El trabajo ha sido desarrollado por investigadores de la Universitat Politècnica de València, el Instituto de Biomedicina de Valencia-CSIC (IBV) y el CIBER de Bioingeniería, Biomateriales y Nanomedicina (CIBER BBN) y su principal novedad es la encapsulación del péptido.

El director del Instituto Interuniversitario de Reconocimiento Molecular y Desarrollo Tecnológico de la UPV y director científico del CIBER-BBN, Ramón Martínez Máñez, ha explicado que hasta el momento han trabajado con modelos celulares y los resultados obtenidos son «prometedores».

Al respetco, ha explicado que el problema actual del uso de estas moléculas en terapias clínicas es su alto índice de degradación y baja biodisponibilidad. De hecho, un gran número de productos terapéuticos peptídicos no obtienen aprobación por agencias reguladoras debido a estas limitaciones.

Así, el investigador del IBV Jerónimo Bravo ha señalado que el plasma sanguíneo alberga más de 120 proteínas, entre las que se encuentran numerosas enzimas que degradan las moléculas. La encapsulación de péptidos en partículas de sílice mesoporoso podría ser de aplicación general para administrarlos de forma controlada y efectiva en la práctica clínica.

En este caso, cuando la nanopartícula entra en las células, la polilisina que recubre las nanopartículas se degrada y permite que se libere el péptido y ahí induce la muerte de la célula cancerosa, explica.

El uso de péptidos nanoencapsulados permitiría reducir también la toxicidad de la terapia, ya que son menos agresivos que los citotóxicos empleados actualmente para inducir la apoptosis de las células cancerígenas. «Además, la encapsulación permite utilizar menos medicamento y permitiría también reducir los efectos secundarios en los pacientes», apunta Jerónimo Bravo. Tras su validación a escala de laboratorio, el siguiente paso sería la evaluación con modelos animales.

El trabajo de los investigadores de la Universitat Politècnica de València, el Instituto de Biomedicina de Valencia-CSIC y el CIBER de Bioingeniería, Biomateriales y Nanomedicina ha sido publicado en el último número de Chemistry-A European Journal.

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¿Por qué nos ponemos malos en vacaciones?

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¿Por qué nos ponemos malos en vacaciones?
¿Por qué nos ponemos malos en vacaciones?

Cuando llegan las vacaciones todos soñamos con descansar, desconectar del trabajo y disfrutar del tiempo libre. Sin embargo, muchas personas experimentan justo lo contrario: resfriados, problemas digestivos, dolores de cabeza, alergias o incluso bajones anímicos. Este fenómeno, tan habitual como molesto, tiene una explicación médica y psicológica. Te contamos por qué nos ponemos malos en vacaciones y qué hacer para evitarlo.


El síndrome del ocio o del descanso: la base del problema

Los especialistas lo llaman “síndrome del ocio” o “síndrome del descanso”, un fenómeno que aparece cuando, tras un periodo de alta exigencia física o mental, el cuerpo se relaja bruscamente y aparecen síntomas de enfermedad.

Durante los meses de trabajo o estudio, el organismo mantiene un nivel elevado de cortisol y adrenalina, hormonas relacionadas con el estrés. Estas sustancias ayudan a mantenernos activos, aunque también reducen la eficacia del sistema inmunológico. Cuando llega el descanso, los niveles de estrés caen en picado y el cuerpo aprovecha para mostrar todo aquello que llevaba tiempo acumulando.


Factores que explican por qué enfermamos en vacaciones

1. Bajada de defensas tras el estrés

El estrés crónico provoca que las defensas trabajen a menor rendimiento. Durante semanas o meses aguantamos gracias a la tensión diaria, pero cuando el cuerpo se relaja es más vulnerable a virus y bacterias. De ahí que sea común pillar un resfriado o una infección leve justo al inicio de las vacaciones.

2. Cambios bruscos de rutina

En vacaciones solemos alterar horarios de sueño, alimentación y ejercicio. Dormir menos o demasiado, saltarse comidas, consumir más alcohol o comidas copiosas, y la falta de actividad física repercuten directamente en el bienestar. El cuerpo, acostumbrado a un ritmo regular, reacciona con malestares digestivos, cansancio o dolor de cabeza.

3. Viajes y exposición a nuevos entornos

El hecho de viajar implica cambios de clima, altitud, huso horario y contacto con bacterias y virus diferentes. Todo ello supone un desafío para el organismo, que debe adaptarse rápidamente. Por eso, diarreas, alergias y problemas respiratorios son más frecuentes en vacaciones.

4. El “efecto rebote” del estrés acumulado

Muchos trabajadores llegan al periodo vacacional en estado de agotamiento físico y mental. Al desconectar, el cuerpo interpreta que ya puede bajar la guardia, lo que se traduce en un “reajuste” que en algunos casos se manifiesta como malestar general, dolores musculares o incluso ansiedad.

5. Problemas psicosomáticos

La salud mental también influye. La llegada de las vacaciones, con más tiempo libre y menos obligaciones, puede hacer que afloren preocupaciones que antes se mantenían en segundo plano. Esto se traduce en síntomas físicos como insomnio, dolores de estómago, migrañas o tensión muscular.


Enfermedades más frecuentes en vacaciones

  • Resfriados y gripes leves: fruto de la bajada de defensas.

  • Problemas digestivos: gastroenteritis, diarrea del viajero, indigestiones o acidez.

  • Dolores musculares y de espalda: consecuencia del estrés acumulado y cambios en la rutina de ejercicio.

  • Alergias: al polvo de hoteles, al polen en nuevas zonas geográficas o a ciertos alimentos.

  • Problemas dermatológicos: como quemaduras solares, reacciones alérgicas o eccemas.

  • Trastornos del sueño: derivados de los cambios de horario, viajes largos o exceso de actividad nocturna.


Cómo prevenir ponernos malos en vacaciones

Mantener hábitos saludables antes y durante el descanso

Lo ideal es no esperar a las vacaciones para cuidar el cuerpo. Mantener una alimentación equilibrada, dormir lo suficiente y practicar ejercicio con regularidad ayuda a que el sistema inmunológico no sufra tanto el cambio de ritmo.

Evitar los excesos

Aunque es normal disfrutar de comidas especiales, alcohol o trasnochar, conviene hacerlo con moderación. Los excesos son una de las principales causas de problemas digestivos y fatiga durante el verano.

Preparar los viajes con antelación

Si el destino implica cambios de clima, altitud o alimentación, es recomendable llevar un botiquín básico, hidratarse con frecuencia y dar tiempo al cuerpo para adaptarse. En destinos internacionales, conviene revisar las vacunas necesarias.

Escuchar al cuerpo

Muchas veces el organismo avisa antes de caer enfermo. Síntomas como cansancio extremo, insomnio, irritabilidad o dolores de cabeza recurrentes son señales de que necesitamos parar antes de que aparezca una enfermedad.

Proteger la piel y el sistema respiratorio

El uso de crema solar, ropa adecuada y medidas de higiene básicas (lavado de manos, evitar agua contaminada) reducen el riesgo de problemas en vacaciones.


Vacaciones como oportunidad de resetear el cuerpo

Aunque resulte paradójico, ponerse malo en vacaciones puede ser la forma que tiene el cuerpo de “resetearse”. El descanso permite que afloren desequilibrios que estaban escondidos bajo la rutina del estrés. Lo importante es entender este fenómeno, cuidarse y no verlo como una mala suerte, sino como una llamada de atención a la necesidad de equilibrar trabajo y salud durante todo el año.


Conclusión: disfrutar de las vacaciones sin enfermar es posible

Ponerse enfermo en vacaciones es más habitual de lo que pensamos, y no se debe únicamente a la casualidad. El estrés acumulado, los cambios de rutina y la bajada de defensas son factores clave que explican este fenómeno. La buena noticia es que, con una preparación adecuada y hábitos saludables, se puede reducir considerablemente el riesgo y disfrutar de un descanso reparador.

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