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La bohème en el Palau de les Arts

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La bohème en el Palau de les Arts
El tenor Saimir Pirgu, como Rodolfo, y la soprano Federica Lombardi, como Mimí, protagonistas de la ópera 'La Bohème' en Les Arts. EFE/ Ana Escobar

Joan Castelló

València (EFE).- El Palau de les Arts de València ha acogido este viernes una nueva representación de «La bohème», de Giacomo Puccini, una ópera maestra de gran aceptación entre el público, con éxito corroborado de nuevo en esta ocasión gracias a la destacada actuación de la pareja protagonista, el tenor Saimir Pirgu, como Rodolfo, y la soprano Federica Lombardi, como Mimí.

Con una Orquesta de la Comunitat Valenciana dirigida con especial mimo y maestría por su titular, James Gaffigan, la historia de este grupo de bohemios volvió a emocionar al público valenciano, que llenó por completo el aforo y dedicó un caluroso aplauso tanto a los seis personajes principales, como a los músicos de la formación valenciana, que se sitúa de nuevo en un más que razonable nivel de excelencia.

La programación de esta popular ópera dentro del largo puente de la Constitución y la Inmaculada permitió un lleno histórico, con un público muy diverso, tanto local como llegado de otros puntos de la geografía española en estas cortas vacaciones, y también con asistentes de excepción, como el president de la Generalitat, Ximo Puig, y las conselleras de Cultura, Raquel Tamarit, y de Justicia y Administraciones Públicas, Gabriela Bravo.

La bohème en el Palau de les Arts

Con una escenografía que combina la tradición y la modernidad, Davide Livermore, que fue Intendente y director artístico de les Arts entre 2015 y 2017, nos presenta una clásica estancia de techo abuhardillado y paredes oblícuas, en la que ha incorporado elementos tecnológicos, como pantallas digitales en las que se proyectan imágenes del París de fin del siglo XIX y reproducciones de cuadros de pintores impresionistas franceses relacionados con una trama argumental que combina sabiamente comedia y drama.

Los cuatro protagonistas masculinos (un poeta idealista y vitalista -Rodolfo-, un pintor -Marcello-, un filósofo -Colline- y un músico -Schaunard-) malviven en París, compartiendo piso e ingeniándoselas para no pagar el alquiler y comer cada día, pero siempre dispuestos a seguir adelante con imaginación e ingenio, una situación que podría ser comparable a la que sufren actualmente los jóvenes milenials después graduarse en un título universitario y no poder encontrar trabajo.

Las protagonistas femeninas son dos mujeres con perfiles muy distintos: Mimí es una humilde costurera, de salud quebradiza, que sufre con los celos infundados que exhibe el hombre del que se ha enamorado. Por contra, Musetta es una mujer coqueta, libre y sin ataduras, capaz de fingir amor para conseguir una vida placentera y sin problemas, pero también dispuesta a darlo todo por sus amigos.

Actuaciones brillantes

El tenor albanés Saimir Pirgu (Rodolfo) y la soprano italiana Federica Lombardi (Mimí) estuvieron brillantes en sus dúos y arias, transmitiendo de forma sucesiva pasión, rechazo, dolor y desesperación, en una historia de amor truncado que llega con facilidad al alma del espectador.

El barítono italiano Mattia Olivieri demostró una vez más que es un buen cantante y mejor actor, encarnado a Marcello, el confidente de Rodolfo y Mimí, que intenta reconducir la mala relación entre ambos, y que a su vez vive una tormentosa relación con Musetta, personaje encarnado exquisitamente por la soprano valenciana Marina Monzó, que se pone el mundo por montera cuando asegura que es una mujer sin prejuicios que hace el amor con quien quiere, aunque esa frkvolidad esconde un gran corazón capaz de dar lo poco que tiene para intentar salvar a su amiga Mimí.

Una baza de éxito bien resuelta por Saimir Pirgu y Federica Lombardi

El barítono jienense Damián del Castillo (Schaunard) y el bajo valenciano Manuel Fuentes (Colline) completaron con acierto esta historia sobre la futilidad de la vida y la muerte del amor, pero salpicada de momentos chispeantes como la escena de la fiesta de Navidad en el café Momus en el segundo acto o la parodia cómica de los cuatro protagonistas masculinos en el cuarto acto, ridiculizando la vida bohemia y la miseria en la que se ven inmersos ellos mismos.

James Gaffigan, que ha sacado a los integrantes de la Orquesta de la Comunitat Valenciana sensibilidad, ternura y tensión en una partitura de bellas melodías, se ganó de nuevo el reconocimiento del público, al igual que Davide Livermore, que fue recibido con simpatía en su vuelta a Les Arts de València después de su tormentosa salida en 2017.

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Los fracasos de España en Eurovisión

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Los últimos fracasos de España en Eurovisión

España es junto a Noruega, Alemania y Austria uno de los países con más fracasos en Eurovisión. Irlanda es el más exitoso con 7 victorias, seguido por Suecia, con 6. El estudio también constató cuáles son los países ‘mejores amigos’ que suelen entregar su voto a España y viceversa. Portugal es históricamente el país que más vota a los participantes españoles. Los españoles suelen entregar su voto preferentemente a los alemanes.

Los últimos fracasos de España en Eurovisión

España, entre los países con más canciones que han sido un fracaso en las votaciones

Lamentablemente, el máximo de puntos no se puede otorgar a todos y en algunas ocasiones ocurre que hay canciones que obtienen cero votos. Noruega encabeza la lista de los países que más veces (4) se ha ido para casa con las manos vacías. España ha participado en tres ocasiones con canciones que no las ha votado nadie, la primera ‘Llámame’, en 1962 interpretada por Víctor Balaguer, la segunda en 1965, titulada ‘¡Qué bueno, qué bueno!’, por Concha Bautista y la tercera, ‘Quién maneja’, en 1983 con Remedios Amaya.

Aunque la mayoría de las canciones con cero puntos corresponden al siglo XX, Alemania y Austria se fueron a casa sin nada en 2015.

Víctor Balaguer en Eurovisión 1962.

El debut de España en Eurovisión en 1961 no fue muy exitoso. La candidatura de RTVE apenas logró ocho puntos y una novena posición con una canción que, sin embargo, ha perdurado con el paso de los años. La canción «Estando contigo» de Conchita Bautista precedió al primer gran fracaso de España en el certamen, cuando un año después Víctor Balaguer recibió el primer cero en la historia del país en Eurovisión.

El barcelonés interpretó su canción «Llámame» en el Villa Louvigny de Luxemburgo, pero no consiguió que ninguno de los jurados le otorgara los 1, 2 o 3 puntos que repartía cada país participante en ese momento. Así comenzó una de las peores rachas históricas de España en Eurovisión, ya que en los dos años siguientes obtuvo el puesto 12 con 2 y 1 punto, respectivamente.

Conchita Bautista en Eurovisión 1965.

Tras hacer historia como la primera representante española en el concurso organizado por la Unión Europea de Radiodifusión (UER), Conchita Bautista regresó al festival en 1965 decidida a mejorar su posición anterior. Lo intentó con «¡Qué bueno, qué bueno!», pero desafortunadamente acabó en la última posición con el segundo cero en la historia de España en Eurovisión.

Braulio en Eurovisión 1976.

Tras el revés de Conchita Bautista en Nápoles, España vivió su racha más exitosa en la historia de Eurovisión durante la siguiente década, sin salir del top 10 y logrando dos victorias (1968 y 1969) y dos segundos puestos (1971 y 1973).

Esta buena racha se detuvo en 1976 con la participación de Braulio y su canción «Sobran las palabras». Sin embargo, no faltaron puntos, ya que el cantante regresó a casa con apenas 11 puntos y el puesto 16 de 18 participantes.

Remedios Amaya en Eurovisión 1983.

En 1983, Remedios Amaya se preguntó quién manejaba su barca en el Rudi-Sedlmayer-Halle de Múnich. A pesar de que su actuación fue ovacionada por el público, ninguno de los jurados le otorgó puntos, sumando otro cero histórico para España en el festival.

Patricia Kraus en Eurovisión 1987.

El famoso tenor Alfredo Kraus fue el padrino excepcional de la candidatura española en Eurovisión 1987. Él mismo presentó en un programa de televisión a su hija, Patricia Kraus, como representante española en esa edición.

La joven, entonces con 22 años, defendió la canción «No estás solo», pero solo obtuvo 10 puntos, otorgados por el jurado de Grecia, quedando en el puesto 19 entre 22 propuestas.

Lydia en Eurovisión 1999.

La actuación de Lydia en Eurovisión 1999 es una de las más recordadas de la historia de España, pero no precisamente por su resultado. La cantante interpretó «No quiero escuchar» con un vestido diseñado por Ágatha Ruiz de la Prada que recibió críticas, vinculándolo incluso con el mal resultado de aquel año: última posición con un solo punto.

A pesar del tropiezo, Lydia tiene el curioso honor de ser la única representante española que ha ganado el Premio Barbara Dex, que premiaba a los peores vestidos de la edición.

Raquel del Rosario, vocalista de El Sueño de Morfeo, en Eurovisión 2013.

Raquel del Rosario desafió las supersticiones en 2013 al salir al escenario descalza y vestida de amarillo. Lo hizo junto a su grupo, El Sueño de Morfeo, para interpretar «Contigo hasta el final», la canción elegida por los espectadores de TVE para representar a España en Malmö.

Aunque no se sabe si fue mala suerte, España recibió su peor puntuación desde 1999 y quedó penúltima con ocho puntos.

Barei en Eurovisión 2016.

La última década no ha sido especialmente buena para España en Eurovisión. Por eso, cuando Barei se posicionó quinta en las apuestas tras actuar en Estocolmo, muchos soñaban con volver al esplendor de antaño y rozar una victoria que se había resistido durante demasiados años.

Sin embargo, esa ilusión quedó truncada y el resultado de ese año fue doloroso: vigesimosegunda posición con 77 puntos. Además, posteriormente la artista criticó duramente a la delegación de RTVE y aseguró que se vivía un ambiente tenso ante la posibilidad de que pudiera ganar, ya que, según ella, la cadena no quería organizar el festival al año siguiente.

Manel Navarro en Eurovisión 2017.

El camino de España hacia Eurovisión 2017 estuvo marcado por la polémica desde el principio. Manel Navarro ganó Objetivo Eurovisión después de que el jurado rompiera el empate con la favorita, Mirela. El artista dedicó un gesto obsceno al público que coreaba «tongo» en el plató de RTVE, siendo uno de los episodios más bochornosos de nuestra historia en el certamen europeo.

La actuación de Manel en Kiev también dejó un momento histórico: un desafortunado gallo que se volvió viral al instante y causó gran pesar emocional al representante, quien luego confesaría que no había podido cantar la versión de «Do it for your lover» que realmente quería. Su posición fue una de las peores de la trayectoria española: último con cinco puntos.

Blas Cantó en Eurovisión 2021.

La pandemia obligó a Blas Cantó a esperar dos años para poder representar a España en Eurovisión. Finalmente, pudo hacerlo en Róterdam en 2021 con el tema «Voy a quedarme», una balada que presentó con una puesta en escena desconcertante coronada por una luna hinchable gigante.

El artista tuvo que enfrentarse al hecho de que el televoto le otorgó c

ero puntos, aunque los seis puntos del jurado (cuatro de Bulgaria y dos de Reino Unido) le permitieron evitar el último lugar por poco. Blas Cantó quedó antepenúltimo y hasta el momento tiene el último gran fracaso de España en Eurovisión.

España, 52 años sin conocer la victoria en Eurovisión

España ha ganado dos veces el festival, la primera el año 1968, en Londres, con la canción ‘La, la la’, interpretada por Massiel, y la segunda, al año siguiente, en 1969, con ‘Vivo Cantando’ bajo la voz de Salomé.

Han pasado ya 52 años desde la última victoria de España en este certamen, por lo que se encuentra entre los países que más tiempo llevan sin ganarla. La victoria más reciente es de los Países Bajos, que con 5 trofeos en total, tiene potencial para escalar hasta el segundo puesto.

Los países con más talento en Eurovisión

Que Irlanda sea el país que más ha ganado el certamen no le convierte en el más talentoso. De hecho, Reino Unido ha sido el receptor de la mayor cantidad de votos de primer lugar y ocupa el segundo lugar junto a Francia como el país que ha llegado a más finales. Irlanda les sigue en la tercera posición.

España, en tanto, ha participado en el concurso en 60 ocasiones, ganando dos veces y quedando en otras 28 oportunidades entre los diez primeros. Sin embargo, nunca se ha llegado a una final sin ganarla.

En cuanto a la proporción de puntuaciones máximas, Australia es el país más talentoso, ya que consiguió más puntuaciones máximas en las cinco finales que llegó. Esto significa que, si bien Australia solo ha alcanzado cinco finales, en comparación con las 62 que participaron Reino Unido y Francia, acumuló más puntos que cada país, respectivamente.

Mejores amigos en Eurovisión

Los mejores amigos no solo existen entre personas, también entre países. Año tras año, la naturaleza política de Eurovisión sale a jugar y los países a menudo votan por su mejor amigo en lugar del más talentoso. Hay algunos de ellos que parecen estar unidos con pegamento como es el caso de Grecia y Chipre, los cuales se apoyan mutuamente, aunque parece que Chipre está más comprometido con la amistad a largo plazo, ya que le han dado el máximo de puntos 7 veces más que Grecia a Chipre.

En el caso de España y Portugal resulta curioso. Se podría hablar de una amistad no correspondida. Portugal le ha dado sus puntos máximos en 11 oportunidades a España, sin embargo, los españoles han votado con puntuación máxima en 12 oportunidades a Alemania. Italia es el segundo país más votado por España, seguido por Portugal en la tercera posición y Reino Unido, en la cuarta.

Puntos necesarios para ganar

Debido a que en su primera edición participaron sólo 7 países, los puntos necesarios para ganar fueron mucho menores que en los últimos años. Si en 1957 se necesitaron sólo 31, en 2019 el ganador consiguió la victoria con 498 unidades.

En la actualidad la competencia es mucho más dura, ya que los ganadores necesitan conseguir cada vez más votos para hacerse con la victoria.

Este año se volverá a ver una gran competencia entre los países favoritos y los que, en principio, no lo son. Sin embargo, Eurovisión cada año sorprende al mundo con nuevos talentos de países que no figuraban entre los favoritos.

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