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Salud y Bienestar

La Fe reduce la mortalidad por sepsis gracias a un sistema de respuesta rápida

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El servicio de Medicina Intensiva del Hospital Universitari i Politècnic La Fe utiliza actualmente un sistema de respuesta rápida (SRR) o también Servicio Extendido de Medicina Intensiva (SEMI), para la detección precoz del paciente séptico, gestionado por personal de cuidados intensivos en colaboración con personal de las plantas de ingreso.

Actualmente cubre 500 camas de hospitalización de servicios de riesgo y está prevista su extensión paulatina al resto de plantas de hospitalización. El resultado más relevante observado ha sido la disminución de la mortalidad de los pacientes que ingresan en la UCI procedentes de hospitalización en un 30% durante los últimos 5 años.

Los SRR son dispositivos asistenciales hospitalarios de seguridad del paciente cuyos objetivos principales son asegurar cuidados de calidad a todos los pacientes ingresados en las plantas de hospitalización mediante la prevención y la anticipación del deterioro clínico grave. Se pretende que el paso por el hospital sea una experiencia lo menos traumática posible para el enfermo, sus familiares y sus cuidadores sanitarios.

Además, se busca reducir la mortalidad hospitalaria, reducir los acontecimientos clínicos adversos como las paradas cardíacas inesperadas, las muertes inesperadas, los ingresos en la UCI no programados debidos al ingreso en un lugar inadecuado, atención inadecuada o retraso en el reconocimiento de la gravedad.

Estos sistemas también promueven el apoyo y la colaboración multidisciplinar entre los servicios para asegurar la continuidad de cuidados y entrenar a otros profesionales en el reconocimiento y manejo precoz del paciente grave y potencialmente grave.

Composición del sistema de respuesta rápida

El sistema consta de dos brazos, uno aferente y otro eferente:

A) Brazo aferente: la vigilancia y detección del paciente grave hospitalizado en plantas se realiza mediante dos elementos integrados en el sistema de respuesta rápida: el uso generalizado obligatorio de la escala clínica pronóstica denominado ALERTA, compuesta por 7 variables clínicas que se registran rutinariamente por la enfermería cada 12-24 horas y cuya anormalidad se puede reconocer, cuantificar e interpretar fácilmente. La enfermera realiza la toma de constantes clínicas mediante la instrumentación electrónica habitual conectada a monitores portátiles de fácil manejo con lectores de identificación y capacidad de transmitir vía wifi las constantes vitales introducidas en el monitor a la gráfica electrónica de enfermería en el sistema de información clínica del hospital denominado ORION clinic y a una central de monitorización específica del sistema automático del SRR y que puede verse en una pantalla continuamente. A partir de las constantes del paciente se generará una alerta de color, según la puntuación obtenida y el grupo de riesgo asignado de forma automática: amarillo (bajo riesgo), naranja (riesgo intermedio) y roja (alto riesgo).

Los pacientes con riesgo intermedio podrán permanecer en la planta monitorizados a criterio médico. La monitorización se puede realizar con biosensores y otros dispositivos sin cables. El sistema posee alarmas de las variables que se encuentren fuera de rango y alertas de tendencia en la puntuación que indicarán si el paciente ha pasado a pertenecer al grupo de alto riesgo. La monitorización es seguida desde una central situada en la planta, una central situada en Urgencias, una central situada en la UCI y mediante dispositivos móviles (smartphones) que lleva el médico del servicio extendido de medicina intensiva, el médico de guardia de las plantas protegidas por el sistema y el médico de Urgencias.

B) Brazo eferente: la respuesta corre a cargo del servicio extendido de medicina intensiva (SEMI) formado por un médico de plantilla, tras la activación mediante una llamada telefónica o una alerta electrónica, aplicará una intervención precoz (inferior a 15 minutos) e individualizada, que se completará con la decisión de ubicación del paciente en el lugar del hospital más apropiado para su cuidado desde el punto de vista de su seguridad, confort y eficiencia del sistema.

 

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Qué significa tener hambre al rato de comer: la señal de que algo va mal

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Dieta Bioimis
FREEPIK

¿Te ha pasado que terminas de comer y, apenas una hora después, sientes otra vez hambre? No estás solo. Tener hambre al rato de comer es una sensación más común de lo que parece, y puede estar relacionada tanto con lo que comes como con cómo come tu cuerpo. En este artículo te explicamos por qué ocurre, qué causas pueden estar detrás y qué puedes hacer para controlarlo sin pasar hambre ni ansiedad.


¿Es normal tener hambre poco después de comer?

Sentir hambre poco tiempo después de comer puede ser normal en determinadas circunstancias, pero también puede indicar que algo no está funcionando correctamente en tu metabolismo, tus hormonas o tus hábitos alimenticios.

El hambre es un mecanismo fisiológico controlado por una compleja red de hormonas (como la grelina y la leptina), neurotransmisores y señales del sistema digestivo. Cuando el cuerpo necesita energía, se libera grelina, la “hormona del hambre”, que avisa al cerebro de que es hora de comer. Tras una comida completa, deberían aumentar los niveles de leptina y otras hormonas de saciedad, lo que envía al cerebro la señal contraria: la de estar satisfecho.

Si esa sensación de saciedad dura poco o desaparece enseguida, puede que el cuerpo no esté recibiendo los nutrientes o las proporciones adecuadas para mantenerse estable.


Causas más frecuentes del hambre poco después de comer

1. Comidas bajas en proteínas o grasas saludables

Uno de los errores más comunes es comer platos con muchos carbohidratos simples (pan blanco, arroz, pasta o dulces) y pocas proteínas o grasas saludables.
Estos alimentos provocan picos rápidos de glucosa en sangre que, tras una subida, se desploman en poco tiempo. Esa caída brusca de azúcar activa de nuevo el apetito y genera la sensación de hambre, aunque el estómago esté lleno.

Solución: incluye en cada comida una fuente de proteína (pollo, pescado, huevo, tofu o legumbres) y grasas saludables (aguacate, frutos secos, aceite de oliva virgen extra). Te ayudarán a mantener la glucosa estable y a prolongar la sensación de saciedad.


2. Exceso de azúcares o carbohidratos refinados

Los productos ultraprocesados, los zumos industriales o los cereales azucarados generan lo que se conoce como “montaña rusa de glucosa”. Este fenómeno hace que, tras un pico energético momentáneo, tu cuerpo reclame más comida rápidamente.

Solución: opta por carbohidratos complejos y de bajo índice glucémico, como avena, arroz integral, legumbres o pan de centeno, que se digieren más lentamente y mantienen estables los niveles de energía.


3. Comer demasiado rápido

Cuando comes con prisa, el cerebro no tiene tiempo de procesar la señal de saciedad. El cuerpo necesita entre 15 y 20 minutos para activar la respuesta hormonal que indica que has comido suficiente. Si terminas antes, es muy probable que al poco rato vuelvas a tener hambre.

Solución: mastica despacio, evita distracciones como el móvil o la televisión y da tiempo a tu cuerpo a “registrar” la comida.


4. Falta de fibra en la dieta

La fibra es uno de los componentes más importantes para regular el apetito. Aumenta el volumen de los alimentos en el estómago, ralentiza la digestión y ayuda a mantener estable el azúcar en sangre.
Si tu dieta es pobre en frutas, verduras o cereales integrales, es normal que la sensación de saciedad desaparezca enseguida.

Solución: añade más fibra soluble (presente en avena, manzana, lentejas o chía) para mantenerte lleno durante más tiempo.


5. Desequilibrio hormonal

En mujeres, especialmente en etapas de perimenopausia o síndrome premenstrual, los niveles de estrógenos y progesterona pueden alterar las señales de hambre y saciedad.
También en hombres y mujeres con resistencia a la insulina o hipotiroidismo, el apetito puede dispararse incluso tras comidas completas.

Solución: si notas que este patrón se repite con frecuencia, consulta con un endocrino. Un análisis hormonal puede detectar desequilibrios que estén afectando tu metabolismo.


6. Deshidratación

A menudo confundimos hambre con sed. El hipotálamo —la parte del cerebro que regula ambas sensaciones— puede enviar señales similares cuando el cuerpo necesita agua.

Solución: antes de picar algo, bebe un vaso de agua y espera unos minutos. Si la sensación desaparece, probablemente tu cuerpo solo necesitaba hidratarse.


7. Falta de sueño y estrés

Dormir poco o vivir en estado de estrés continuo aumenta la grelina (hormona del hambre) y reduce la leptina (hormona de la saciedad). El resultado: más apetito, más ansiedad por comer y más dificultad para controlar los impulsos, sobre todo por alimentos calóricos y dulces.

Solución: procura dormir entre 7 y 8 horas por noche y busca técnicas que te ayuden a gestionar el estrés, como el ejercicio físico, la meditación o pasear al aire libre.


8. Consumo excesivo de alcohol o cafeína

El alcohol inhibe temporalmente la producción de leptina, mientras que la cafeína puede alterar el equilibrio del azúcar en sangre. Ambos factores provocan un efecto rebote de hambre tras su consumo.

Solución: reduce el alcohol y limita la cafeína a dos tazas de café al día. Si te apetece una bebida caliente, elige infusiones naturales o descafeinadas.


Cómo saber si lo que sientes es hambre real o emocional

A veces, el hambre no tiene nada que ver con la necesidad de comer, sino con una respuesta emocional.
El hambre emocional aparece repentinamente, suele dirigirse hacia un tipo concreto de alimento (dulce, salado o ultraprocesado) y no desaparece aunque comas.

Por el contrario, el hambre fisiológica crece gradualmente y puede satisfacerse con casi cualquier tipo de comida.

Truco: antes de comer, pregúntate si es hambre o aburrimiento, ansiedad, estrés o cansancio. Identificar la diferencia es clave para mantener una relación sana con la comida.


Consejos para evitar tener hambre al poco tiempo de comer

  1. No te saltes comidas. Saltar comidas desequilibra tus hormonas y aumenta el riesgo de atracones.

  2. Incluye proteínas y grasas saludables en cada plato. Ayudan a mantener estable el azúcar en sangre.

  3. Prioriza alimentos reales. Evita ultraprocesados y apuesta por frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos.

  4. Mantente hidratado. Muchas veces el cuerpo pide agua, no comida.

  5. Descansa lo suficiente. Dormir bien mejora el control del apetito.

  6. Gestiona el estrés. Evita que el cortisol dispare el hambre emocional.

  7. Escucha a tu cuerpo. Come despacio, sin distracciones y solo hasta sentirte satisfecho.


Cuándo consultar con un especialista

Si sientes hambre de forma constante después de comer, incluso tras menús equilibrados y con horarios regulares, puede ser un signo de resistencia a la insulina, hipoglucemia reactiva o alteraciones hormonales.
Un endocrino o nutricionista puede ayudarte a encontrar la causa exacta y ajustar la dieta a tus necesidades metabólicas.


Conclusión: el hambre temprana es una señal que el cuerpo envía, no un fallo

Tener hambre poco después de comer no siempre es un problema, pero sí una alerta de que algo puede mejorarse en tu alimentación, tu descanso o tu equilibrio hormonal.
Escuchar al cuerpo, elegir alimentos saciantes y mantener hábitos saludables son las claves para controlar el apetito sin renunciar al placer de comer.

Cuando el cuerpo recibe los nutrientes adecuados, el hambre deja de ser una lucha y se convierte en un mensaje de equilibrio interno.

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