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Cultura

La historia de San Nicolás y Santa Claus: Un cuento mágico de generosidad

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Historia Papá Noel San Nicolás

Había una vez, hace muchos, muchos años, un hombre muy bondadoso llamado Nicolás, que vivía en un pequeño pueblo junto al mar, en un lugar que hoy conocemos como Turquía.

Nicolás era un hombre sencillo, con un corazón enorme, y tenía un don especial: siempre sabía cómo ayudar a los demás sin esperar nada a cambio.

Desde niño, Nicolás había aprendido que la felicidad más grande no venía de recibir regalos, sino de hacer felices a los demás. Esta es su historia y cómo, con el tiempo, llegó a convertirse en el querido Santa Claus, el amigo de los niños que conocemos hoy.


El secreto de Nicolás: Compartir con amor

Nicolás nació en una familia muy rica, pero él nunca soñaba con tener más riquezas o tesoros. Lo que realmente quería era ayudar a quienes lo necesitaban. Una de las historias más bonitas sobre él cuenta que había un hombre muy pobre en su pueblo que tenía tres hijas. Este hombre estaba triste porque no podía pagar la dote para que sus hijas pudieran casarse y tener una vida mejor.

Una noche, mientras todos dormían, Nicolás hizo algo especial. Sigilosamente, dejó una pequeña bolsa de monedas de oro en la ventana de la casa de este hombre. Al día siguiente, cuando la familia despertó y vio el regalo, no podían creerlo. ¡El oro era suficiente para que una de las hijas pudiera casarse!

Pero Nicolás no se detuvo ahí. Otra noche volvió con otra bolsa, y luego una más, hasta que las tres hijas pudieron cumplir su sueño. Desde entonces, el pueblo entero hablaba del generoso «hombre misterioso» que dejaba regalos, pero Nicolás siempre sonreía y decía: «No importa quién lo hizo, lo importante es compartir amor».


Los milagros de Nicolás

Nicolás no solo ayudaba a las familias pobres, sino que también cuidaba de los niños y los marineros que vivían en su pueblo. Cuentan que una vez, durante una terrible tormenta en el mar, los pescadores rezaron a Nicolás, pidiéndole ayuda. Aunque estaba lejos, Nicolás escuchó sus plegarias y calmó las olas, salvándolos del peligro. Por eso, muchos lo recuerdan como el protector de los marineros y los niños.

Cuando Nicolás creció, se convirtió en obispo y empezó a usar una capa roja con un sombrero alto. Pero nunca dejó de ser aquel hombre amable que ayudaba a todos. Con el tiempo, se hizo tan querido que las personas comenzaron a celebrar su vida y sus acciones cada año, el 6 de diciembre, el día de San Nicolás.


La magia cruza el mundo

Ahora, te preguntarás: ¿cómo Nicolás se convirtió en Santa Claus? Pues bien, su historia se hizo tan famosa que viajó de un país a otro, como si fuera transportada por el viento navideño. En los Países Bajos lo llamaron Sinterklaas, y cuando los colonos holandeses llegaron a América, su nombre se transformó en Santa Claus.

Pero había algo más que cambiaría su imagen. Un día, alguien decidió imaginarlo como un hombre risueño con una gran barba blanca y un traje rojo brillante. Y así, gracias a los cuentos y canciones, Santa Claus empezó a aparecer en las noches de Navidad, repartiendo regalos a los niños buenos en su mágico trineo tirado por renos.


Un mensaje para los niños del mundo

Aunque hoy llamemos a este amigo de los niños Santa Claus, nunca debemos olvidar que todo comenzó con un hombre real, San Nicolás, cuya mayor alegría era hacer felices a los demás.

¿Sabes qué es lo mejor de esta historia? Que tú también puedes ser como Nicolás. No necesitas oro ni un trineo mágico; a veces, una sonrisa, un abrazo o una palabra amable pueden ser el mejor regalo para alguien que lo necesita.

Así que esta Navidad, cuando veas luces, regalos y a Santa Claus en su trineo, recuerda que todo empezó con un hombre que tenía un gran secreto: la verdadera magia está en compartir amor y bondad.

 

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Cultura

VÍDEO| ‘Voces de Valencia’, la historia de la canción de la DANA

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Voces de Valencia canción DANA
Ramón Ortolá es un profesor valenciano de primaria que tras la pasar varios días como voluntario ayudando en las localidades más afectadas por la dana ha compuesto una canción, "Voces de Valencia", para "abrazar" a las víctimas de estas inundaciones históricas. EFE/Manuel Bruque

València, 4 dic (OFFICIAL PRESS-EFE).- El profesor valenciano Ramón Ortolá, creador de la canción ‘Voces de Valencia’, ha expresado su «orgullo» por haber llegado a emocionar a las personas afectadas por la catástrofe de la dana porque la compuso para «abrazarlas» y ser su voz ante esta tragedia que «siguen sufriendo a día de hoy».

Este profesor de Primaria ha explicado a EFE que lo sucedido ha sido «totalmente inesperado», porque desconocían la repercusión que podía tener en el momento en el que grabaron y subieron a redes la canción ha llegado a «miles de personas en unas pocas horas» y luego a «millones», espoleada también tras su interpretación en el estadio de Mestalla.

Y se siente «superorgulloso» de «haber podido emocionar a las personas, de haber podido abrazarlas y haber podido crear esto». Está «agradecido» de haber sido su voz y ha recordado que todo lo que genere económicamente esta canción se va a donar a los damnificados.

El éxito de la canción

Sobre el éxito de su composición ha dicho que lo están «digiriendo» poco a poco, ya que, ha agregado, «está siendo un gran volumen de entrevistas, actos benéficos, conciertos para la recaudación de fondos para las personas afectadas».

Ortolá ha explicado que cada canción que ha hecho venía de una emoción que tenía, y «sigue siendo así». Por ello, «desde que ocurrió la tragedia de la dana el primer día ya estábamos mi grupo de amigos y yo intentando ayudar y fuimos todos los días que se nos permitió», ha relatado. Eso le hizo cargarse de emociones «al ver a las familias que lo habían perdido todo, de ver a los voluntarios que llegaban de todo el mundo…».

Esa experiencia le hacía llegar a su casa por la noche, coger la guitarra e intentar expresar esos sentimientos.

Cómo se gestó ‘Voces de Valencia’

La letra definitiva del tema se gestó en el colegio. Al volver de los días en los que los alumnos habían estado sin clase hicieron una dinámica para que expresaran los sentimientos que ellos habían tenido esos días y «algunos lo hacían escribiendo un diario, otros haciendo un dibujo o escribiendo una carta a alguna familia afectada».

Un alumno le preguntó si él no iba a hacer lo mismo y le contestó que sí: «Esa carga de emoción que llevaba se tradujo en la letra casi definitiva que hoy es la canción de ‘Voces de Valencia'», ha indicado.

Ramón Ortolá se dedica a la docencia desde hace años pero compagina esta actividad profesional con la música.

Sobre su actuación en el estadio de Mestalla, Ortolá ha asegurado que «no se puede expresar con palabras lo que es estar delante de 45.000 personas». Sintió «presión y responsabilidad» porque era «como si fuera la voz de todas esas personas que siguen sufriendo a día de hoy esta tragedia».

Orgullo de Valencia

Pero al mismo tiempo sintió «el orgullo» de ser él la persona que «iba a transmitir todo eso a tantas personas», aunque reconoce que estuvo «nervioso por temas de sonido, porque nunca había tocado en un lugar de esas dimensiones».

Sin embargo, se dejó llevar, se olvidó de las preocupaciones y vio «la gente que estaba emocionada», y en vídeos y mensajes posteriores ha comprobado que el público les transmitió que «es una canción que está hecha con el corazón, que no hay manera de sacarle un pero y cuenta de manera objetiva lo que ha sido esto».

Un tema, añade, que «abraza a todas las personas que están afectadas por esta catástrofe».

Y lo que más le sorprende, ha señalado, es «gente que nos escribe desde la zona cero agradecidos por haber podido emocionarse después de tantos días en el barro, de estar limpiando sus casas, de estar buscando su coche, de estar ahí metidos en el conflicto y haber podido llorar».

Mucha gente le dice que «no habían podido llorar hasta que han escuchado esta canción», lo que demuestra, a su juicio, «el poder que puede tener una canción hecha desde el corazón».

«Se han creado unos lazos entre las personas que son indescriptibles y que no se nos olvide que sin amor somos como un lápiz sin punta», según el docente y músico.

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