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Lawfare: ¿Justicia o persecución política?

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Lawfare
La exvicepresidenta del Gobierno valenciano y exconsellera de Igualdad y Políticas Inclusivas, Mónica Oltra, el día que declaró en la Ciudad de la Justicia. EFE/ Manuel Bruque/Archivo

El «lawfare» es un término que se utiliza para describir el uso indebido del sistema legal con fines políticos o para perseguir a adversarios políticos. La palabra es un acrónimo de «law» (ley) y «warfare» (guerra), lo que implica una guerra jurídica. En el contexto político, el lawfare puede implicar la manipulación de procesos legales, denuncias penales o demandas civiles para desacreditar, intimidar o eliminar a opositores políticos.

De dónde viene el término

El concepto de lawfare ha ganado relevancia en los últimos años, especialmente en discusiones sobre América Latina, donde se ha utilizado para describir tácticas legales que algunos consideran abusivas por parte de ciertos gobiernos o grupos de interés para perseguir a sus opositores. Esto puede incluir el uso selectivo de la justicia para atacar a líderes políticos, la criminalización de la disidencia o la manipulación de procesos legales para lograr objetivos políticos.

El debate sobre el lawfare es complejo y a menudo está sujeto a interpretaciones políticas, ya que algunas personas consideran que se trata de una herramienta legítima para combatir la corrupción y fortalecer el estado de derecho, mientras que otros argumentan que puede socavar la democracia y los derechos humanos al ser utilizado de manera selectiva y abusiva.

La Amenaza del Lawfare en España

En los últimos años, España ha sido testigo de varios casos que han suscitado preocupación sobre el uso indebido del sistema legal con fines políticos, una práctica conocida como lawfare. Estos casos, que han generado controversia y debate en la sociedad, plantean interrogantes sobre la independencia del poder judicial y el respeto al estado de derecho en nuestro país.

El proceso independentista en Cataluña

Si bien es innegable que los líderes políticos catalanes enfrentaban acusaciones graves en relación con el referéndum de independencia de 2017 y la declaración unilateral de independencia, las penas impuestas y la manera en que se llevó a cabo el proceso judicial han sido objeto de críticas. Algunos sectores de la sociedad consideran que estas actuaciones judiciales estuvieron motivadas por razones políticas y que constituyen un claro ejemplo de lawfare.

Operación Kitchen

Otro caso que ha generado alarma es el de la denominada «Operación Kitchen», en la que se investiga el presunto espionaje ilegal a políticos de la oposición, periodistas y otras personas vinculadas al caso Gürtel durante el gobierno del Partido Popular. Este escándalo pone de manifiesto la gravedad de utilizar recursos del Estado y vulnerar la ley para perseguir a adversarios políticos, lo que socava los fundamentos de nuestra democracia y el estado de derecho.

Delcygate

Además, el caso «Delcygate» ha sacado a la luz presuntas irregularidades por parte de altos funcionarios del gobierno en relación con la entrada en territorio español de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez, violando las sanciones impuestas por la Unión Europea. Este episodio plantea serias dudas sobre la transparencia y la integridad de nuestras instituciones, así como sobre el uso legítimo de la ley en la esfera política.

Un desafío para la democracia española

Es fundamental que la sociedad española permanezca vigilante ante posibles abusos del sistema legal con fines políticos. El lawfare representa una amenaza para la democracia y los derechos fundamentales de los ciudadanos, ya que puede ser utilizado para silenciar la disidencia, intimidar a la oposición y socavar la confianza en nuestras instituciones. En este sentido, es responsabilidad de todos defender la independencia judicial y garantizar que la ley se aplique de manera justa e imparcial, sin sesgos políticos ni manipulaciones.

En conclusión, el fenómeno del lawfare constituye un desafío para la democracia española que requiere una respuesta contundente por parte de la sociedad civil, los medios de comunicación y las instituciones democráticas. Solo mediante el respeto irrestricto al estado de derecho y la separación de poderes podremos salvaguardar los principios democráticos y proteger los derechos de todos los ciudadanos.

Situaciones que podrían considerarse casos de lawfare:

  1. Persecución Política: Un gobierno utiliza el sistema legal para iniciar investigaciones o procesos judiciales contra líderes de la oposición con el fin de desacreditarlos o eliminarlos del escenario político. Esto puede implicar la presentación de cargos infundados o la manipulación de pruebas para respaldar acusaciones falsas.
  2. Criminalización de la Disidencia: Un régimen autoritario utiliza leyes vagas o ambiguas para criminalizar actividades legítimas de opositores políticos, periodistas o activistas. Por ejemplo, la aplicación selectiva de leyes de difamación o sedición para silenciar voces críticas.
  3. Uso de Procesos Legales como Arma: Un grupo de interés poderoso utiliza su influencia en el sistema legal para lanzar una serie de demandas civiles contra una empresa competidora o una organización sin fines de lucro con el objetivo de agotar sus recursos financieros y socavar su credibilidad.
  4. Manipulación de Procesos Judiciales: Un gobierno o una entidad poderosa interviene en procesos judiciales para influir en el resultado, ya sea presionando a jueces o fiscales, o manipulando pruebas o testimonios para lograr un veredicto favorable a sus intereses.
  5. Hostigamiento Legal: Un individuo o grupo utiliza el sistema legal para acosar o intimidar a sus oponentes, presentando una serie de demandas frívolas o querellas penales con el objetivo de causar daño económico o emocional, o simplemente para distraer y desviar la atención de los asuntos importantes.

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El Supremo propone juzgar a Ábalos, Koldo y De Aldama por presuntas irregularidades en la compra de mascarillas

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Koldo García, que fuera asesor del exministro José Luis Ábalos, comparece ante la comisión del Senado. EFE/ J.J. Guillén

El Tribunal Supremo ha propuesto juzgar al exministro de Transportes José Luis Ábalos, a su exasesor Koldo García y al empresario Víctor de Aldama por presuntas irregularidades en la adjudicación de contratos de mascarillas durante la pandemia.
El magistrado Leopoldo Puente considera que los tres pudieron cometer delitos de cohecho, tráfico de influencias, malversación de caudales públicos y pertenencia a organización criminal.

 


Un auto que apunta a una trama de corrupción

En el auto dictado este lunes, el juez Puente señala que Ábalos, Koldo y De Aldama “se concertaron” poco después de que el exministro tomara posesión de su cargo en el Gobierno, aprovechando su influencia política para obtener beneficios económicos mediante contratos públicos relacionados con el suministro de mascarillas.

El instructor indica que los investigados utilizaron su posición y contactos para “beneficiarse económicamente de las adjudicaciones de contratos” y valerse de la influencia ministerial para favorecer a determinadas empresas.


Diez días para presentar acusaciones o solicitar archivo

El magistrado da un plazo de diez días a la Fiscalía y a las acusaciones populares —encabezadas por el Partido Popular (PP)— para presentar sus escritos de acusación o peticiones de archivo.
Además, podrán solicitar la práctica de diligencias complementarias si lo consideran necesario.


División de la causa: mascarillas y obras públicas

Esta decisión llega después de que en septiembre de 2025, el juez decidiera dividir la causa en dos partes:

  • una pieza principal centrada en los contratos de mascarillas del Ministerio de Transportes durante la pandemia,

  • y otra pieza separada, aún en fase inicial, sobre una supuesta trama de comisiones a cambio de obra pública.

El magistrado ya había advertido entonces que la investigación sobre las mascarillas estaba “muy avanzada”, mientras que la relativa a las obras públicas se encontraba “en fase incipiente”.


Indicios de pagos y contraprestaciones ilícitas

El juez Puente sostiene que existen “indicios muy consistentes” de que Víctor de Aldama entregó dinero tanto a José Luis Ábalos como a Koldo García “con el propósito de que estos realizaran actos contrarios a los deberes inherentes a sus cargos públicos”.

Según el auto, ambos recibieron retribuciones económicas como contraprestación a las gestiones realizadas en favor de las empresas que buscaban contratos con la Administración.
De Aldama, por su parte, habría actuado como intermediario, buscando empresas dispuestas a pagar a cambio de facilitar su relación con el Ministerio de Transportes.


El papel de Koldo García y la implicación de Ábalos

El auto judicial detalla que Koldo García, exasesor de Ábalos, usó su posición de confianza para realizar las gestiones necesarias y facilitar los contactos entre las empresas interesadas y los responsables públicos.
El juez apunta que Ábalos intervenía directamente cuando “su firma o su influencia personal resultaban indispensables”.


Un nuevo capítulo del ‘caso Koldo’

El llamado ‘caso Koldo’ estalló en 2024 al revelarse una presunta red de comisiones irregulares por contratos públicos durante la pandemia.
La propuesta de enjuiciamiento del Tribunal Supremo marca un punto de inflexión en la investigación, ya que por primera vez se apunta directamente al exministro de Transportes como parte activa de la trama.

 

 

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