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Salud y Bienestar

Los microplásticos llegan a nuestro cerebro: su presencia ha aumentado un 50 % en ocho años

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Los microplásticos llegan a nuestro cerebro: su presencia ha aumentado un 50 % en ocho años

Un nuevo estudio realizado por científicos de la Universidad de Nuevo México (EE. UU.) ha descubierto una sorprendente cantidad de microplásticos y nanoplásticos en el tejido cerebral humano. Según la investigación, publicada en Nature Medicine, la presencia de estos contaminantes ha aumentado un 50 % en los últimos ocho años, con concentraciones hasta 30 veces mayores en el cerebro que en órganos como el hígado o los riñones.

¿Cómo llegan los microplásticos al cerebro?

Vivimos rodeados de plástico, y cada año se producen millones de toneladas que terminan en el medio ambiente y, eventualmente, en nuestro cuerpo. Los microplásticos y nanoplásticos están en el agua, los alimentos e incluso en el aire que respiramos. Una vez ingeridos o inhalados, entran en el torrente sanguíneo y se acumulan en diferentes órganos, incluido el cerebro.

El estudio analizó muestras de tejido cerebral de personas fallecidas entre 2016 y 2024, comparándolas con muestras de periodos anteriores (1997-2013). Los resultados confirmaron que la acumulación de plásticos en el cerebro ha ido en aumento con los años.

Riesgos para la salud: posibles efectos de los microplásticos en el cerebro

Aunque todavía se desconocen las consecuencias exactas de esta acumulación, los investigadores han encontrado una correlación preocupante:

  • Mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, en personas con altos niveles de polímeros en el cerebro.
  • Relación con la demencia: los pacientes con esta enfermedad tenían de tres a cinco veces más fragmentos plásticos en el cerebro en comparación con aquellos sin deterioro cognitivo.

Estos hallazgos refuerzan la necesidad de seguir investigando los efectos de los microplásticos en la salud humana.

¿Qué son los microplásticos y por qué están en nuestro cuerpo?

Los microplásticos son partículas de plástico de entre 5 mm y 1 micrómetro que provienen de la descomposición de residuos plásticos más grandes. Algunos de los polímeros más comunes son:

  • Polietileno (PE): usado en bolsas y envases.
  • PVC (policloruro de vinilo): presente en tuberías y cables.
  • Polipropileno (PP): empleado en envases de alimentos y textiles.

La producción mundial de plástico se duplicó entre 2000 y 2019, alcanzando 460 millones de toneladas anuales. Se estima que más del 22 % del plástico producido termina en el medio ambiente debido a una mala gestión de residuos.

Microplásticos en los alimentos: una amenaza invisible

Los microplásticos han sido detectados en múltiples alimentos, especialmente en productos marinos. Un estudio de la Portland State University encontró partículas plásticas en el 99 % de las muestras de marisco analizadas, con niveles más altos en gambas.

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El kéfir puede fortalecer el sistema inmunitario, según un estudio del CSIC

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Kéfir al natural y de coco de Mercadona con propiedades probióticas para volver a la rutina

Investigadoras del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA-CSIC) han demostrado que el kéfir, una bebida fermentada a base de leche, modula receptores intestinales implicados en la respuesta inmunitaria. El estudio, publicado en la revista científica Food Research International, analizó once kéfires comerciales y los comparó con cuatro probióticos farmacéuticos, revelando diferencias significativas en su composición microbiana y su impacto sobre el sistema inmune.

Un efecto inmunomodulador complejo y diverso

Los resultados mostraron que el kéfir presenta un efecto inmunomodulador más complejo y diverso que el de otros probióticos. Según el IATA-CSIC, esta característica se debe a la interacción entre las bacterias y los hongos que coexisten en la bebida.

El kéfir se elabora mediante la fermentación de leche con una combinación de bacterias y levaduras, lo que lo diferencia del yogur, fermentado solo por bacterias. En el análisis, se observó una alta variabilidad microbiana entre los kéfires, tanto bacteriana como fúngica.

Entre las bacterias predominantes destacaron Lactococcus lactis y Streptococcus thermophilus, habituales en la fermentación láctea y con efectos beneficiosos para la salud intestinal. También se identificaron levaduras como Kluyveromyces marxianus y Saccharomyces cerevisiae, asociadas a la producción de compuestos con propiedades antioxidantes e inmunomoduladoras.

La interacción entre bacterias y hongos, clave del kéfir

“La composición de los kéfires comerciales varía notablemente y eso influye en sus efectos sobre las vías de señalización inmune intestinal”, explica Marta Arroyo, investigadora del IATA-CSIC y autora principal del estudio. “Contar con datos claros sobre su composición ayudaría a los consumidores a elegir productos de forma más informada”.

Las vías de señalización inmune actúan como canales de comunicación entre microorganismos, compuestos bioactivos y células intestinales. A través de complejas reacciones bioquímicas, estas vías permiten al organismo reconocer amenazas externas, coordinar defensas y mantener el equilibrio inmunológico.

Para evaluar la capacidad del kéfir de sobrevivir a la digestión y su impacto en el sistema inmune, las investigadoras simularon un proceso de digestión gastrointestinal y analizaron los efectos de las muestras en modelos celulares. Algunos kéfires mostraron una mayor resistencia a las condiciones digestivas, lo que podría favorecer la llegada de microorganismos vivos al intestino.

Activación de rutas inmunitarias específicas

El estudio también determinó que la diversidad microbiana del kéfir influye directamente en su capacidad para modular distintas vías de señalización intestinal. Una mayor diversidad bacteriana se relacionó con una activación más intensa de los receptores AhR y TLR, ambos fundamentales en la regulación de la respuesta inmunitaria.

Por el contrario, una mayor diversidad de levaduras se asoció con respuestas más moderadas.

Según Silvia Moriano, investigadora postdoctoral del IATA-CSIC y primera autora del estudio, “el equilibrio entre bacterias y hongos parece ser determinante en la capacidad del kéfir para modular las vías de señalización intestinales”.

Recomendaciones y próximos pasos

El equipo científico subraya la importancia de caracterizar con precisión los microorganismos presentes en los productos fermentados, ya que bajo una misma denominación comercial pueden existir grandes diferencias. Además, recomienda que los fabricantes incluyan en el etiquetado información sobre la composición microbiana y la viabilidad de los microorganismos, tanto en kéfires como en otros alimentos fermentados.

Actualmente, el IATA-CSIC trabaja en identificar las cepas microbianas y los metabolitos responsables de estos efectos, con el objetivo de realizar ensayos clínicos en humanos que confirmen su relevancia fisiológica y su impacto sobre la salud intestinal.

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