Sevilla. Borussia Dortmund. Copenhagen. Leipzig. Bayern de Múnich… y Real Madrid. Sí, finalmente, Real Madrid. Uno a uno, todos estos rivales han caído por un camino pedregoso y cuesta arriba.
La pendiente se empinaba más que nunca en unas semifinales en las que nos cruzábamos con el 14 veces campeón de Europa.
En la retina, una dolorosa derrota en el Santiago Bernabéu con remontada merengue sobre la bocina. Lección aprendida.
Tropezar con la misma piedra es muy humano, sí, pero al City versión europea le toca trascender para coronarse. Así lo hizo.
Guardiola confió en el mismo once que en la ida en la capital española. Ederson, Walker, Stones, Rúben Dias, Akanji, Rodrigo, Gündogan, De Bruyne, Bernardo Silva, Grealish y Haaland.
Enfrente esperaba un Real Madrid que tampoco tocó en exceso su planteamiento respecto la ida. El ya no sancionado Militao suplía a Rüdiger.
Bernardo Silva se viste de Haaland
Los primeros diez minutos ya fueron una declaración de intenciones de lo que iba a ser el partido. El dominio del City era total, con el Real Madrid encerrado en su propia área sacando agua como podía. Haaland y Rodri empezaban a amenazar la portería de Thibaut Courtois.
En el minuto 13, el City a punto estuvo de cantar el primer gol. Haaland recibió un balón dentro del área, que remató a bocajarro con fuerza de cabeza. Courtois sacó como pudo con el cuerpo.
Ocasión clarísima malograda, pero los de Pep Guardiola no desistían en su empeño. Los skyblues estaban en trance, atacando con todo, luchando por cada balón dividido como si les fuera la vida.
En el 19, Kevin de Bruyne casi sorprende al buscar un disparo directo a balón parado en una falta que parecía que iba a ser un centro. En el 21, Courtois volvía a emerger inmenso con una manopla a contrapié para negar de nuevo el gol a Haaland.
Daba igual. Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. Bernardo Silva recibía un gran pase entrelíneas de Kevin De Bruyne dentro del área y, con toda la calma y toda la clase del mundo, fusilaba a Courtois en el minuto 24. Lo más complicado estaba hecho.
El City no se conformaba. Haaland seguía inquietando a Courtois y el Real Madrid sólo aparecía con fogonazos muy muy intermitentes.
Eso sí, en el 35, Kroos hizo temblar el Etihad Stadium entero con un cañonazo desde su casa que rozó Ederson y escupió el travesaño. Sustito para el cuerpo, pero esta vez los dioses futbolísticos estaban de nuestro lado.
De los escalofríos negativos a los positivos, los que te erizan la piel de verdad. En el minuto 37, otra vez Bernardo Silva se ponía el traje de goleador.
Tras un centro de Gündogan y un rebote, ese loco bajito portugués aparecía dentro del área para poner donde quiso de cabeza el un balón llovido. Doblete de un Bernardo Silva que estaba viviendo su mejor noche como jugador del Manchester City hasta la fecha.
Ya a punto de enfilar los vestuarios para el descanso, Akanji a punto estuvo de ver puerta con un buen disparo. Alaba despejó bajo palos.
SIN SUFRIR EN LA SEGUNDA PARTE… ¡CON TRACA FINAL!
En el 51, en otro chispazo, Alaba se sacó de la chistera un inmenso disparo de falta. Ederson, imperial durante toda la noche, despejó excelentemente un balón que llevaba veneno mortal.
Fue prácticamente la última miniréplica del Real Madrid. Pasaban los minutos y la tranquilidad era la nota imperante en el Etihad Stadium, que aún viviría una traca final.
En el 72, después de una combinación de lujo entre Gündogan y Haaland, con pase de tacón incluido, Courtois le volvía a amargar el gol al noruego, aunque poco importaba. Cada gran parada del belga era el preludio de un gol.
Sólo cuatro minutos después, Kevin de Bruyne, con su guante en la bota derecha, sirvió un balón con música en una falta desde la izquierda que Akanji desvió. Militao terminó introduciendo la pelota en su propia portería. Su rechace despistó por completo a Courtois. 3-0. El Etihad era una fiesta. El City era un vendaval.
En el 83, Ederson volvía a intervenir con mérito para sacar un disparo de Ceballos que podía haberle añadido una pizca de emoción a la eliminatoria. No se revivieron antiguos fantasmas. El portero brasileño rindió a un nivel incomensurable en una gran noche.
Con el 3-0, la eliminatoria a punto de morir de alegría y el City celebrando el pase a la final, aún tuvo tiempo de aparecer un hombre que nunca desaprovecha sus oportunidades. El Hombre Araña, Julián Álvarez, que llevaba un minuto sobre el verde, recibió un pase de Foden y definió con una precisión milimétrica. 4-0. Fiesta completa.
Fuente: Manchester City
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