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Valencia

Patinetes eléctricos y bicicletas, la pandemia de las aceras en València

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Conducía un patinete por la pista de Silla cuadruplicando la tasa de alcohol

València, hace un par de días. Son las 19 horas cuando un niño de unos ocho años está jugando cerca de sus padres en la acera de la avenida de Tres Forques. El niño jugando corre hacia la esquina con la calle Maestro Bellver, de donde sale por la acera a gran velocidad un patinete eléctrico. Al niño le da el tiempo justo de frenar en seco para que el vehículo tan solo le roce. Todos contemplamos la escena con el corazón en el puño y con una sensación de temor e impotencia. Todos menos el conductor del patín que sin parar prosiguió la marcha hasta perderse por el barrio de Patraix.

Esta escena seguro que lamentablemente a todos nos resultará familiar. Cada día este tipo de vehículos y bicicletas recorren las aceras de València sin que nadie haga nada. Lo único quedarnos con ese sentimiento de rabia e impotencia. Y agradecer que por esta vez no haya pasado nada grave y todo haya quedado en un susto.

Hace años nos enseñaban que las aceras eran lugares seguros, que era el lugar de la calle por el que debíamos caminar para que no nos atropellaran. Ahora ya no es así, y cualquier esquina resulta un peligro, y para asomar la pierna al salir patio de casa hay que mirar antes a derecha e izquierda como si estuviéramos cruzando un semáforo.

Y «ay de ti pobre infeliz» si tienes la desgracia de que te atropellen porque además de la lesión puedes llevarte una reprimenda, bronca o agresión del susodicho conductor por haberle hecho caer. Suena a risa, pero no tiene ni pizca de gracia porque es tan real como la vida misma.

Hace mucho que el patinete eléctrico dejó de ser un juguete y aunque son muchos los usuarios que cumplen las normas, son otros muchos los que no. Los suficientes para causar una desgracia y que esta quede impune debido precisamente a su falta de identificación (en caso de huida) o afrontar cualquier tipo responsabilidad. Son los suficientes los que incumplen las normas como para que las fuerzas del orden o las autoridades pertinentes tomen cartas en el asunto. Pero nada de parches a modo de campañas de control y sanciones. Que se tomen medidas en serio, las mismas a las que se someten los conductores de vehículos.

Así está la ley

El 2 de enero de 2021 entró en vigor el Real Decreto de la DGT. Entre estas nuevas normas destacan tres que vemos como cada día se incumplen sin que nadie haga nada:

La velocidad máxima permitida será 25 km/h.» No cumplir esta norma tendrá una sanción de 500€ y la inmovilización del vehículo. Para muchos usuarios puede que esta velocidad no sea alta si se compara con un coche o una moto. Pero, imaginad los daños que ocasionaría el choque de un patín contra una persona que camina por la calle o que justo en ese momento sale del portal.

-«No se podrá circular con patinetes eléctricos por las aceras y las zonas peatonales.» Pero eso es el papel, porque lo vemos-sufrimos a diario. Del mismo modo que los coches no pueden ir por las aceras tampoco lo debe hacer este tipo de vehículos. Porque es un vehículo, no lo olvidemos, aunque se pueda comprar sin permisos ni carné como quien compra el pan.

-«Será obligatorio un Certificado de Circulación.» ¡Ojalá! Lo bien cierto es que aún no está claro quién emitirá este documento, ni que edad se necesita, ni más información al respecto. Se supone que esta medida se aplicará 2 años después de que sea publicada y regulada oficialmente en el BOE. Traducido quiere decir que actualmente no es obligatorio llevar ese documento y que como mínimo deberemos esperar dos años a que sea obligatorio.

¿Por qué no se obliga a llevar un seguro si es un vehículo que puede alcanzar los 25km? Imaginemos el caso en el que un trabajador autónomo es atropellado por un patinete ¿Quién cubriría su baja? A día de hoy tan solo en las ciudades de Alicante y Benidorm es obligatorio contratar un seguro para patinete, en el resto. No hay una norma estatal y cada ciudad establece las suyas y en ocasiones ninguna.

La DGT «recomienda» la contratación de un seguro como medida de protección personal y de terceros. Pero recomendar no es obligar. Así que si una persona conduciendo un patin eléctrico tiene un accidente todos los daños los tendrás que pagar él. ¿De verdad? ¿Y si este patinete después del accidente se da a la fuga? ¿Lleva alguna matrícula (cosa que por el momento ni se contempla) para poder identificarlo? Por lo visto únicamente es obligatorio asegurar el patinete eléctrico en el caso de que sea de alquiler o se vaya a utilizar para fines económicos.

Puede que esto sirviera al principio de la moda, cuando en la ciudad se contaba con los dedos de la mano los vehículos de este tipo que había y era «fácil» identificar al dueño (cosa que también dudo) pero ahora que hay más patinetes que personas esto es tarea imposible.

Pero no queda ahí la cosa. Porque como ha quedado claro no es necesario autorización administrativa ni carné ni seguro obligatorio ni como dicen en el sur «ni ná de ná».

Y para añadir más gasolina a este cóctel explosivo, no se establece edad mínima para su conducción siendo los padres los responsables de los menores (¡claro que sí guapi!)

Resumiendo: vehículo que puede provocar accidentes, va por las aceras a poca o mucha velocidad pese a estar prohibido, con el riesgo que esto conlleva para los peatones, no se les puede identificar con ninguna matrícula, carecen de seguro, si te atropellan si te visto no me acuerdo y nadie hace nada. Nadie.

Mayor control y sanciones

Que vaya de antemano que no es un artículo contra los patinetes, es un artículo contra los que llevan patinetes y bicicletas por sitios que no se debe ir. Del mismo modo que cuando se escribe una noticia sobre un conductor kamikaze no se está reclamando que se prohíban los coches del planeta. De hecho, el que aquí escribe, además de usar coche también se desplaza en bici pero cumpliendo las normas y haciéndolo por las vías que tocan.

Este artículo busca que exista un mayor control, que no tengamos que caminar con miedo por si al girar la esquina nos atropella a nosotros o a nuestros hijos. O a nuestras mascotas. Pero parece por ahora que hasta que no atropellen a la mascota de algún político/a nadie de arriba pondrá el grito en el cielo.

Disfrutamos en València de unos 160 kilómetros de carril bici, todos los barrios están conectados, hay ciclocalles, incluso tenemos el antiguo cauce del Río Turia, como columna vertebral de la ciudad con el que recorrer y llegar a cualquier punto en patinete y bicicleta.

Pero parece que no basta. Algunos quieren ir desde la puerta de su casa, desde el ascensor si me apuras, hasta su lugar de destino. De puerta a puerta. Y eso no es posible. Las aceras es un espacio de paseo, de transito para viandantes, para que los niños puedan correr sin el temor de que a la vuelta de la esquina salga un patín o bici a gran o a poca velocidad da igual, ya el golpe te lo llevas.

Estamos ante otra pandemia, una pandemia silenciosa que inunda poco a poco las calles ante la permisividad de las leyes. De nada sirve que hayan campañas de las fuerzas de seguridad durante unos días si el resto del año no se controla. Una pandemia contra la que no hay vacuna, porque contra el egoísmo y la estupidez no hay ni habrá nunca vacuna.

Cámaras de vigilancia en el centro para controlar los vehículos y sanciones para los no residentes. Está genial convertir nuestra ciudad en un pulmón verde, pero eso no basta. También debemos convertirla en una ciudad segura, y mientras se siga permitiendo que patines eléctricos, cuando no ciclistas, sigan recorriendo las aceras, no estaremos seguro. ¿Para cuándo cámaras para controlar, sancionar y atajar este problema?

 

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Sucesos

VÍDEO| Nacho Vidal relata lo que pasó exactamente con el ritual del Sapo Bufo y la muerte en su casa

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Nacho Vidal vídeo muerte
El director de cine para adultos Nacho Vidal en una imagen de archivo. EFE/ Kiko Huesca/Archivo

Nacho Vidal será juzgado por la muerte del fotógrafo José Luis Abad en el ritual del sapo bufo, la Audiencia Provincial de Valencia ha estimado los recursos de las acusaciones particulares y ha anulado el archivo provisional de la causa.

El pasado 9 de mayo de 2023 el juzgado de Primera Instancia e Instrucción 2 de Xàtiva decidió archivar la causa por la muerte del fotógrafo José Luis Abad durante el ritual con veneno de sapo. Entre los participantes se encontraba el actor de cine para adultos Nacho Vidal junto a otras dos personas. Pero hoy se ha conocido que

De nuevo, Nacho Vidal tendrá que volver a los juzgados para responder por la muerte del fotógrafo, será el tribunal quien decidirá si es culpable o no de homicidio imprudente, según recoge El Levante.

Nacho Vidal y el ‘rito del sapo bufo’

Los hechos ocurrieron el 28 de julio de 2019 en una vivienda de Enguera (Valencia) propiedad de Vidal. La Guardia Civil inició la operación tras el fallecimiento del fotógrafo José Luis Abad durante la celebración de un ritual místico basado en la inhalación de los vapores del veneno de sapo bufo alvarius, según informó en su día el instituto armado.

Los agentes, tras una investigación desarrollada durante 11 meses, consideraron que se podía haber producido un delito de homicidio por imprudencia y otro contra la salud pública, supuestamente cometido por quienes organizaron y dirigieron el ritual.

Por estos hechos se arrestó a Nacho Vidal y a dos personas de su entorno, un familiar suyo y un empleado, de edades comprendidas entre los 37 y 50 años y de nacionalidad española.

En junio de 2020, Nacho Vidal quedó en libertad provisional tras comparecer en el juzgado y en marzo de 2021, el instructor dio por concluida la investigación sobre los hechos y dictó auto de incoación de procedimiento abreviado –procesamiento– contra el actor de cine para adultos por un presunto delito de homicidio imprudente.

La causa de la muerte de José Luis Abad

En septiembre de 2021, la Sección Tercera de la Audiencia de Valencia revocó la decisión e instó a practicar una pericial para averiguar más datos respecto a la sustancia DMT –la conocida como ‘la molécula de dios’– y su incidencia en el fallecimiento en el que se centra la causa.

En mayo de 2023 y tras las conclusiones del informe forense, el juzgado archivó la causa para los tres investigados, pero casi un año después y tras las peticiones de Carlos Castillo y Javier Vilarrubí, letrados que representan a los hermanos del fallecido fotógrafo, se ha anulado el archivo provisional de la causa.

«Se me murió en mis brazos»

En una entrevista a Nacho Vidal recogida por Europa Press, el actor reiteró que la muerte fue un accidente: «A mí se me murió una persona en mi casa y a mí nadie me ha preguntado cómo me sentí yo que se me murió en mis brazos. Pero a todo el mundo le ha importado que yo sea un asesino y haya matado a alguien».

Según explicó, el fotógrafo entró inicialmente en catarsis durante el ritual y después él le hizo respirar –«el viaje es así», comentó–, tras lo que «de repente» volvió a perder la respiración y él intentó reanimarlo sin éxito.

En qué consiste el ritual del sapo bufo

El ritual del sapo bufo, también conocido como «sapoísmo», es una práctica que implica el consumo del veneno secretado por el sapo bufo o sapo del Colorado (Bufo alvarius), una especie de sapo que se encuentra en el suroeste de Estados Unidos y el norte de México.

El veneno del sapo bufo contiene una potente sustancia psicoactiva llamada 5-MeO-DMT (dimetiltriptamina), que es considerada una de las sustancias más potentes y rápidamente efectivas en el ámbito de las drogas psicodélicas.

El ritual del sapo bufo se ha utilizado tradicionalmente en ciertas culturas indígenas de América del Norte como un medio para alcanzar estados alterados de conciencia, obtener visiones y conectar con lo divino o lo espiritual. Sin embargo, en la actualidad ha ganado popularidad en otros contextos, especialmente en círculos de crecimiento personal y espiritualidad contemporánea.

La extracción del veneno del sapo

El proceso del ritual generalmente implica la extracción del veneno del sapo, que se seca y se convierte en una sustancia que puede ser inhalada o fumada. Los participantes inhalan el humo o vapor del veneno del sapo bufo, lo que conduce a experiencias psicodélicas profundas y, según algunos relatos, a estados de conciencia expansiva, éxtasis y conexión espiritual.

Es importante tener en cuenta que el consumo del veneno del sapo bufo conlleva riesgos para la salud física y mental, así como posibles efectos secundarios adversos. Por lo tanto, su práctica debe ser abordada con precaución y bajo la supervisión de personas con experiencia y conocimientos adecuados. Además, en muchos lugares su uso puede ser ilegal o estar sujeto a restricciones legales.

 

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