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Qué pasó

¿Qué pasó el 12 de marzo?

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Qué pasó el 12 de marzo
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forteaJosé Luis Fortea

 

 

 

Qué pasó el 12 de marzo

…. en 1929, fallece en la capital del estado de Georgia, la ciudad de Atlanta, Asa Griggs Candler, el empresario norteamericano que fundó en 1892 “The Coca-Cola Company”, a partir de un brebaje creado por el farmacéutico John Pemberton, un día 8 de mayo de 1886, a base de hojas de coca y semillas de nuez de cola, destinada en su origen, como medicina reconstituyente, a la vez que paliaba diversos problemas estomacales y digestivos, con un precio de venta de 5 centavos el vaso, que acabó comercializando desde su “farmacia Jacobs” en el cruce de la confluencia de las calles Peachtree y Marietta, en el mismo centro de Atlanta.

A la mencionada botica cada día, de media, acudían nueve personas a tomarse ese vasito “de esa medicina que me han dicho que”, por lo que el contable del establecimiento, el señor Frank Mason Robinson, tomando como base el estilo de escritura Spencer, que desde hacía treinta y seis años, desde 1850, era la utilizada como referente en los documentos oficiales, antes del invento de la máquina de escribir, le dio un nombre y un logo a ese jarabe, llamándolo Coca-Cola.

Asa Candler, adquirió la patente del producto por 2300 $, pasando en 1889 de vender cerca de ocho mil litros al año a unas ventas de más de un millón, de una bebida que se anunciaba como “Deliciosa, Refrescante, Estimulante y Vigorizante” (nombres que Howard Candler, hijo de Asa, puso a los cuatro elefantes que tenía en su mansión).

Desde entonces y a día de hoy, sigue haciendo historia….


…….en 1930, Mahatma Gandhi inicia un acto de desobediencia, desafiando a las autoridades británicas, en la que será conocida como la “Marcha de la Sal”, realizando un recorrido de una distancia de más de 380 kilómetros, caminando, desde su casa, en la localidad de Sabarnati Ashram en Ahmedabad hasta la ciudad de Dandi, en el  estado de Gujarat, empleando para ello veinticinco días, hasta el día 6 de abril.

Será allí donde con un gesto simbólico, reivindicará el derecho a  poder producir “sal”, un producto básico, vetado y fuertemente gravado por el gobierno anglosajón, con prohibición expresa, de su producción y distribución, que pesaba sobre la población hindú, invitando de esta manera a sus seguidores a hacer lo mismo.

De esta forma, en un día como hoy, Gandhi iniciará una de las campañas de protesta más emblemáticas y representativas, basadas en la no violencia, mediante la desobediencia civil de las leyes británicas, llevando a todo un poderoso gobierno imperial, con este simple gesto de tomar un poco de sal, a la encrucijada de tener que realizar represiones masivas, sobre una población absolutamente movilizada, que repitiendo e imitando este gesto por todos los rincones de la Nación exigía la eliminación de un injusto impuesto sobre la sal y que acabará consiguiendo el reconocimiento de su independencia, aunque para ello, todavía tengan que pasar diecisiete años más.

Ese mismo año de 1930, la revista Time declarará a Gandhi “persona del año” por este gesto, a pesar de su aspecto frágil, al haber recorrido a pie esos casi cuatrocientos kilómetros hasta el mar.


……… En 1938, cuando un 12 de marzo, como hoy, las tropas de la Alemania de Hitler hacían su entrada en Austria, declarándose la Anschluss (la anexión, la reunión de ambas naciones), siendo realizada al mes siguiente, una consulta (plebiscito) entre la población austriaca, que acabaría legitimando esta.

Las potencias europeas, Francia y el Reino Unido realizaron apenas unas tibias protestas, pensando que de esta manera Hitler saciaría, en cierto modo, su instinto territorial expansionista.

El presidente checoslovaco, Edvar Benes fue, sin duda, quien más alzó la voz en sus protestas, al ser consciente que probablemente la próxima reivindicación nazi recaería sobre los sudetes, unos territorios que aunque perteneciente a su gobierno vivía una población de casi tres millones de alemanes, y cuya ocupación se haría efectiva entre el día 1 y el 10 del mes de octubre, al ocupar los cerca de 30.000 km² de dicha zona.

 

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Firmas

Qué pasó un 22 de julio

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Qué pasó un 22 de julio

José Luis Fortea

………….corría el verano de 1975, aquel en el que no cesaba de sonar en las radios el Bimbó de Georgie Dann, que acabaría siendo declarada oficialmente la canción del verano, aquel en el que Televisión Española emitía su series detectivescas de moda, las de “Tony Baretta” y “Kojak” y que amenizaba desde el pasado mes de abril, la noche de los sábados, con un nuevo programa llamado “Directísimo”, presentado por un joven bilbaíno de treinta y tres años, de grandes bigotes, llamado José María Íñigo Gómez.

Bernard Thévenet

Aquel verano, en el que ganaba el tour, contra todo pronóstico, el francés Bernard Thévenet, imponiéndose a un Eddy Merckx, líder desde la sexta jornada, que había sido golpeado por un espectador en su costado derecho en el ascenso al Puy de Dome, presentando desde entonces unas molestias que le harían perder a partir de aquella etapa, la decimocuarta, el maillot amarillo y que no lo volvería a recuperar, de un periodo estival más que sofocante y tórrido, en el que una caña en aquellos días costaba entonces diez pesetas, de aquel verano, el del 75, el último del jefe del Estado español, que fallecería cinco meses más tarde.

Qué pasó un 22 de julio

El martes 22 de julio, de un día como hoy, de hace más de cuarenta años , a unos cincuenta y tres kilómetros de Sevilla, en el término municipal de Paradas, iba a tener lugar uno de los sucesos más trágicos de los últimos tiempos, que acabaría por convulsionar la vida de sus cerca de ocho mil habitantes, de un terrible episodio que en los juzgados terminaría conociéndose como el expediente 20/75.

A unos cuatro kilómetros de la mencionada población de Paradas, se encuentra la finca de los Galindos, perteneciente, desde hace seis años, a Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete, marqués de Grañina, donde suele acudir esporádicamente, en tiempo estival, sin la compañía de su mujer, María de las Mercedes Delgado Durán. Al frente del aludido inmueble, se encuentra Manuel Zapata Villanueva, de cincuenta y nueve años, antiguo legionario y miembro de la Guardia Civil, que allí vive junto a su mujer Juana Martín Macías, de cincuenta y tres años, desempeñando las tareas de capataz, en unos terrenos dedicados principalmente al cultivo de la aceituna.

En el cortijo trabajan siete personas, tres tractoristas y cuatro temporeros, que a eso de las ocho de la mañana, de aquel martes día 22, ya se encuentran allí para ponerse a bregar, antes de que el sol les ajusticie con esos 49 ºC que alcanzarán a lo largo de aquella misma mañana. Zapata, como de costumbre, es quien distribuye “la faena”, mandando a las alpacas, a medio kilometro de la finca, al tractorista José González Jiménez, a un segundo tractor, junto con tres braceros, a la parte posterior del cerro y al tercer tractorista Ramón Parrilla a regar garrotes (que son los troncos de los olivos metidos en bolsas con tierra) de una jornada laboral que se prolongará hasta la una, momento en el que harán un alto en el camino para almorzar, durante cerca de media hora, y proseguir hasta eso de las cuatro de la tarde, cuando el mercurio se encarame en lo más alto de los termómetros respondiendo al calor abrasivo de esos casi cincuenta grados.

Y es entonces, sobre esa hora de las cuatro de la tarde, cuando el grupo de los tres temporeros que se encuentran en la parte del cerro observan salir un humo negro y espeso del cortijo, dirigiéndose rápidamente hacia allí.

Al llegar al lado de la verja de la entrada, encuentran restos de lo que parece un reguero de sangre, que les hace presagiar que alguien pudiera haber resultado herido, de un rastro abundante que dibujando un movimiento sobre la tierra serpenteante poco a poco se va diluyendo hasta llegar a desaparecer, por lo que Antonio Escobar, uno de aquellos trabajadores, acude raudo hacia el cuartel de la Guardia Civil, para dar el pertinente aviso, mientras Antonio Fenet Pastor, que lleva cinco años trabajando las tierras de Los Galindos, divisa lo que le da la sensación son dos cuerpos mutilados en aquel fuego que acelerado con gasolina desprende un olor más que nauseabundo, decidiendo no indagar más, hasta la llegada de la Benemérita.

No tardan mucho en personarse en el cortijo el cabo Raúl Fernández acompañado de un número de la Guardia Civil, para realizar las primeras diligencias de investigación. Al entrar en la casa, observan, al lado de una mesa camilla, otro gran charco de sangre, cuyo rastro se dirige pasillo arriba, hacia donde se encuentra la puerta de una habitación cerrada con un candado, colocado en la parte exterior, que fuerzan para poder acceder a su interior, encontrándose una vez dentro, el cuerpo de Juana Martín, la mujer del capataz, con la cabeza destrozada, golpeada por algún objeto romo, no hallándose nada más reseñable en la vivienda.

En el exterior, donde todavía permanece encendido aquel fuego, aparecen los restos casi calcinados del tractorista José González, Pepe, de 27 años y su esposa Asunción Peralta, seis años mayor que él, de 34 años, a quien al parecer había ido a recoger al pueblo para traerla allí, en algún momento de aquel día, aparcando su seiscientos de color crema en la entrada del cortijo, desconociéndose los motivos.

En la cuneta del llamado Camino de Rodales, cubierto con un montón de paja, se descubre un cuarto cuerpo sin vida, el del jornalero Ramón Parrilla, de 40 años de edad, tractorista eventual de la finca, muerto de un disparo de escopeta.

De Zapata, el capataz de la finca de Los Galindos, no hay rastro alguno, por lo que las primeras sospechas recaen sobre este, emitiéndose incluso, a la mañana siguiente, por el recién llegado juez del juzgado de Écija (al estar el de Carmona de vacaciones) Andrés Márquez Aranda la pertinente orden de busca y captura.

Al parecer, en los mentideros del pueblo, se decía que las relaciones entre el capataz y el tractorista Pepe no eran todo lo buenamente deseables que podían ser, fruto de un intento de José González por cortejar a una de las hijas de Zapata, negándose este a dicha relación, enemistando en cierta manera a ambos. Lo cual fue considerado como un posible móvil de aquel crimen, aunque no resolvía las dudas existentes sobre las restantes muertes.

Y fue entonces cuando tres días más tarde, el 25 de julio apareció el cadáver del capataz, que tras la autopsia realizada determinaría que había resultado ser la primera de las víctimas de aquel crimen que ya sumaba con esta, cinco muertes, desarbolando la hipótesis que se había venido considerando como probable.

El sumario del caso, el denominado expediente número 20 de 1975, con más de mil trescientos folios, ha dado a lo largo de la historia numerosas elucubraciones y teorías que no han podido resultar finalmente probadas, recayendo durante años las sospechas, tras haber sido encontrado el cuerpo de Manuel Zapata, sobre José González Jiménez que juzgado y condenado por el pueblo tendría que esperar hasta la exhumación de los cadáveres mediante orden emitida por el juez Heriberto Asensio que acabaría determinando que el “sospechoso” era, de igual forma, triste víctima de este suceso, y que además en opinión del prestigioso médico forense Luis Frontela Carreras, estudiando aquellas manchas de sangre en el piso encontradas, concluiría que a –“Juana la arrastraron desde el comedor hasta el dormitorio entre dos personas por lo menos”- .

Transcurrido los plazos legales previstos sin encontrarse el culpable de estos hechos, la causa quedaría archivada en el año 1988, y siguiendo el principio que extingue la responsabilidad criminal por el transcurso del tiempo, siendo para este tipo de delitos el previsto de veinte años, fue por tanto declarado su prescripción en 1995, a los veinte años de haberse cometido.

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