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‘Un tiro por la culata para Iglesias en el Congreso’, por José Antonio Sorzano

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Jose Antonio Sorzano Escavy

José Antonio Sorzano Escavy

Foro de Opinión: José Luis Sampedro

 

   Para todos aquellos que solemos acudir frecuentemente al Congreso de los Diputados, jamás hemos visto una ocasión mas motivada para que la oposición enchufara una moción de censura en toda la cresta del ejecutivo pepero hoy en el Gobierno. La cascada ininterrumpida de escándalos de corrupción que azota a las filas del PP, es un suma y sigue o cuento de nunca acabar que comienza a escocer muy mucho, a todos aquellos  “peperos” que nada han tenido que ver con ese “noble deporte”, por lo visto muy de moda en las filas conservadoras, de meter la mano impunemente donde no se debe.

           Pero por desgracia para Pablo Iglesias y sus “podemitas”,  la aventura no ha dejado de ser un mero circo televisivo sin más consecuencias que el apoyo de los minoritarios catalanes de ERC, los pro etarras de HB Bildu, Compromis y para de contar. Todo ello, creo yo, que por las ansias de protagonismo y exceso de improvisación de Iglesias a la hora de presentar dicha moción. Yo creo que no se debería de haber montado semejante  espectáculo financiado por los bolsillos de todos los españoles, sin haber echado antes las cuentas de los apoyos que se tenían.

            De cualquier manera el debate de la moción en sí, cuanto menos ha estado entretenido y hasta diría yo que en ocasiones divertido. La intervención de la portavoz “podemita” Irene Montero, para abrir boca a primera hora de la mañana, personalmente creo que ha sido una de las intervenciones  más virulentas que se hayan visto y oído en esta última etapa de parlamentarismo. La moza desde luego se ha lucido, sacando a colación con nombres, apellidos, fechas y todo lujo de detalles, la gran retahíla de corruptelas y “choriceos”  varios, comisionados  por ese gran número de elementos que otra hora iban de referentes de la ética y la honradez por todos los pasillos institucionales. Desde luego a la vista de su certera y bien estructurada intervención,  a la joven “podemita” nadie le puede negar sus dos horas de gloria poniendo a caldo a la bancada “pepera”.

           Iglesias, en su papel de candidato a presidir el Gobierno de la piel de toro, se contuvo bastante en las formas mostrando un rostro tranquilo e institucional, aunque detrás de él se percibía la astucia del típico “zorrón” salido de la madriguera de una izquierda radical, que no se cree ni la mitad de las cosas que está contando de cara a un expectante, respetable y  apacible público televisivo. Vamos, ese público al cual un clásico pleistocenico denominaría  “Gente de Orden”.

           Quizás, uno de los momentos más divertidos de la sesión fue cuando este “zorrón” de la nueva política, le espeto poco más o menos en una sus contrarréplicas, a un pulcro y resabido Albert Rivera, que no tenía ni puta idea de lo que estaba hablando cuando este ultimo cito a Albert Camus y Fernando Sabater, entre otras razones porque no había leído  a ninguno de los autores cuyas citas solía pronunciar como simples chascarrillos, únicamente de cara a la galería de votantes. Tildándolo de simple producto de marketing para hacer política al servicio de la banca de donde procedia.

            Otro de los que nuevamente dejo su sello de buen lacre en el hemiciclo, fue el joven catalán e historiador “podemita”, Xavi Domenech, al cual no somos pocos los habituales del Congreso que no le auguremos un brillante porvenir en la política nacional.

             El ex comunista y actual republicano catalán, Joan Tarda, una vez le toco el turno de torear en la tribuna de oradores, no se corto, como siempre,  en darnos la murga con el independentismo autóctono,  como si Cataluña fuera el único ombligo del mundo mundial. Olvidándose que desde hace ya muchísimos siglos de historia, que España no se comprende sin nuestra querida Cataluña, ni Cataluña sin nuestra querida España.

              Yo le recordaría a este profesor de secundaria, que la simbiosis y enamoramiento entre Cataluña y la corona de Aragón, con su rey  Fernando al frente fue tal, que los dos grandes amores de este muy “cachondo” rey aragonés, fueron dos hermosas, ardorosas y  bellas catalanas, Aldonza Roig de Ivorra y Joana Nicolau, las cuales contribuyeron a aumentar el linaje aragonés, y hasta incluso alumbrar a todo un arzobispo de Zaragoza, como fue Alfonso de Aragón.

              Dicho lo cual, por otro lado el que verdaderamente no dejo de sorprenderme  fue el actual portavoz  provisional del Psoe, José Luis Abalos, el cual dejo escuetamente pero muy clara la futura posición socialista en cuanto al problema catalán. Centrando la posición de este partido a los preceptos constitucionales enmarcados en nuestra Carta Magna. Señalando sin pelos  ni «perogrullos» dialecticos en la lengua que, en este caso, nuestra Constitución no puede ni debe de ser divisible en su aplicación según el territorio. Pues de ser  así, la nación española lejos de poseer un contenido territorial, quedaría como una mera entelequia impresa que adornaría simplemente los folios de papel de nuestra “Ley de Leyes”.

             Finalmente, apuntar que los clásicos Mariano Rajoy, así como el portavoz pepero, Rafael Hernando, simplemente cumplieron su  consabido papel, en una moción de censura que de antemano se sabía fallida con solo los votos de Podemos, los pro etarras de EH Bildu, los independentistas de ERC y a regañadientes el voto de Compromis. En total 82 votos, de los 350 que componen la Cámara. Todo un fiasco parlamentario. 

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Qué pasó un 22 de julio

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Qué pasó un 22 de julio

José Luis Fortea

………….corría el verano de 1975, aquel en el que no cesaba de sonar en las radios el Bimbó de Georgie Dann, que acabaría siendo declarada oficialmente la canción del verano, aquel en el que Televisión Española emitía su series detectivescas de moda, las de “Tony Baretta” y “Kojak” y que amenizaba desde el pasado mes de abril, la noche de los sábados, con un nuevo programa llamado “Directísimo”, presentado por un joven bilbaíno de treinta y tres años, de grandes bigotes, llamado José María Íñigo Gómez.

Bernard Thévenet

Aquel verano, en el que ganaba el tour, contra todo pronóstico, el francés Bernard Thévenet, imponiéndose a un Eddy Merckx, líder desde la sexta jornada, que había sido golpeado por un espectador en su costado derecho en el ascenso al Puy de Dome, presentando desde entonces unas molestias que le harían perder a partir de aquella etapa, la decimocuarta, el maillot amarillo y que no lo volvería a recuperar, de un periodo estival más que sofocante y tórrido, en el que una caña en aquellos días costaba entonces diez pesetas, de aquel verano, el del 75, el último del jefe del Estado español, que fallecería cinco meses más tarde.

Qué pasó un 22 de julio

El martes 22 de julio, de un día como hoy, de hace más de cuarenta años , a unos cincuenta y tres kilómetros de Sevilla, en el término municipal de Paradas, iba a tener lugar uno de los sucesos más trágicos de los últimos tiempos, que acabaría por convulsionar la vida de sus cerca de ocho mil habitantes, de un terrible episodio que en los juzgados terminaría conociéndose como el expediente 20/75.

A unos cuatro kilómetros de la mencionada población de Paradas, se encuentra la finca de los Galindos, perteneciente, desde hace seis años, a Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete, marqués de Grañina, donde suele acudir esporádicamente, en tiempo estival, sin la compañía de su mujer, María de las Mercedes Delgado Durán. Al frente del aludido inmueble, se encuentra Manuel Zapata Villanueva, de cincuenta y nueve años, antiguo legionario y miembro de la Guardia Civil, que allí vive junto a su mujer Juana Martín Macías, de cincuenta y tres años, desempeñando las tareas de capataz, en unos terrenos dedicados principalmente al cultivo de la aceituna.

En el cortijo trabajan siete personas, tres tractoristas y cuatro temporeros, que a eso de las ocho de la mañana, de aquel martes día 22, ya se encuentran allí para ponerse a bregar, antes de que el sol les ajusticie con esos 49 ºC que alcanzarán a lo largo de aquella misma mañana. Zapata, como de costumbre, es quien distribuye “la faena”, mandando a las alpacas, a medio kilometro de la finca, al tractorista José González Jiménez, a un segundo tractor, junto con tres braceros, a la parte posterior del cerro y al tercer tractorista Ramón Parrilla a regar garrotes (que son los troncos de los olivos metidos en bolsas con tierra) de una jornada laboral que se prolongará hasta la una, momento en el que harán un alto en el camino para almorzar, durante cerca de media hora, y proseguir hasta eso de las cuatro de la tarde, cuando el mercurio se encarame en lo más alto de los termómetros respondiendo al calor abrasivo de esos casi cincuenta grados.

Y es entonces, sobre esa hora de las cuatro de la tarde, cuando el grupo de los tres temporeros que se encuentran en la parte del cerro observan salir un humo negro y espeso del cortijo, dirigiéndose rápidamente hacia allí.

Al llegar al lado de la verja de la entrada, encuentran restos de lo que parece un reguero de sangre, que les hace presagiar que alguien pudiera haber resultado herido, de un rastro abundante que dibujando un movimiento sobre la tierra serpenteante poco a poco se va diluyendo hasta llegar a desaparecer, por lo que Antonio Escobar, uno de aquellos trabajadores, acude raudo hacia el cuartel de la Guardia Civil, para dar el pertinente aviso, mientras Antonio Fenet Pastor, que lleva cinco años trabajando las tierras de Los Galindos, divisa lo que le da la sensación son dos cuerpos mutilados en aquel fuego que acelerado con gasolina desprende un olor más que nauseabundo, decidiendo no indagar más, hasta la llegada de la Benemérita.

No tardan mucho en personarse en el cortijo el cabo Raúl Fernández acompañado de un número de la Guardia Civil, para realizar las primeras diligencias de investigación. Al entrar en la casa, observan, al lado de una mesa camilla, otro gran charco de sangre, cuyo rastro se dirige pasillo arriba, hacia donde se encuentra la puerta de una habitación cerrada con un candado, colocado en la parte exterior, que fuerzan para poder acceder a su interior, encontrándose una vez dentro, el cuerpo de Juana Martín, la mujer del capataz, con la cabeza destrozada, golpeada por algún objeto romo, no hallándose nada más reseñable en la vivienda.

En el exterior, donde todavía permanece encendido aquel fuego, aparecen los restos casi calcinados del tractorista José González, Pepe, de 27 años y su esposa Asunción Peralta, seis años mayor que él, de 34 años, a quien al parecer había ido a recoger al pueblo para traerla allí, en algún momento de aquel día, aparcando su seiscientos de color crema en la entrada del cortijo, desconociéndose los motivos.

En la cuneta del llamado Camino de Rodales, cubierto con un montón de paja, se descubre un cuarto cuerpo sin vida, el del jornalero Ramón Parrilla, de 40 años de edad, tractorista eventual de la finca, muerto de un disparo de escopeta.

De Zapata, el capataz de la finca de Los Galindos, no hay rastro alguno, por lo que las primeras sospechas recaen sobre este, emitiéndose incluso, a la mañana siguiente, por el recién llegado juez del juzgado de Écija (al estar el de Carmona de vacaciones) Andrés Márquez Aranda la pertinente orden de busca y captura.

Al parecer, en los mentideros del pueblo, se decía que las relaciones entre el capataz y el tractorista Pepe no eran todo lo buenamente deseables que podían ser, fruto de un intento de José González por cortejar a una de las hijas de Zapata, negándose este a dicha relación, enemistando en cierta manera a ambos. Lo cual fue considerado como un posible móvil de aquel crimen, aunque no resolvía las dudas existentes sobre las restantes muertes.

Y fue entonces cuando tres días más tarde, el 25 de julio apareció el cadáver del capataz, que tras la autopsia realizada determinaría que había resultado ser la primera de las víctimas de aquel crimen que ya sumaba con esta, cinco muertes, desarbolando la hipótesis que se había venido considerando como probable.

El sumario del caso, el denominado expediente número 20 de 1975, con más de mil trescientos folios, ha dado a lo largo de la historia numerosas elucubraciones y teorías que no han podido resultar finalmente probadas, recayendo durante años las sospechas, tras haber sido encontrado el cuerpo de Manuel Zapata, sobre José González Jiménez que juzgado y condenado por el pueblo tendría que esperar hasta la exhumación de los cadáveres mediante orden emitida por el juez Heriberto Asensio que acabaría determinando que el “sospechoso” era, de igual forma, triste víctima de este suceso, y que además en opinión del prestigioso médico forense Luis Frontela Carreras, estudiando aquellas manchas de sangre en el piso encontradas, concluiría que a –“Juana la arrastraron desde el comedor hasta el dormitorio entre dos personas por lo menos”- .

Transcurrido los plazos legales previstos sin encontrarse el culpable de estos hechos, la causa quedaría archivada en el año 1988, y siguiendo el principio que extingue la responsabilidad criminal por el transcurso del tiempo, siendo para este tipo de delitos el previsto de veinte años, fue por tanto declarado su prescripción en 1995, a los veinte años de haberse cometido.

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