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España, campeona de la UEFA Nations League

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RFEF

Róterdam (Países Bajos) (EFE).- La tanda de penaltis que provocó la eliminación de España en los dos últimos Mundiales y la última Eurocopa, las dos paradas decisivas de Unai Simón y el lanzamiento final repleto de calma de Dani Carvajal, dieron la Liga de Naciones a un equipo que once años después vuelve a saborear el éxito y dejó de nuevo a las puertas de la gloria a la combativa Croacia de Luka Modric.

El quinto título de la historia de la selección española cambió su historia reciente. Los proyectos que se desplomaron desde el punto de penalti. Los sueños de las grandes citas que quedaron en el camino. Con impotencia en los dos últimos Mundiales. Con injusticia ante Italia en la última Eurocopa. La moneda cayó de cara en esta ocasión para un grupo de jugadores que resucitaron el gen ganador y respondieron con grandeza a la máxima exigencia en tiempos de cambio.

Una España en formación ante una Croacia rodada. A la altura de una gran final y de lo que significa un título deseado por las dos selecciones. El impulso que necesitaba Luis de la Fuente para dar empaque a su figura; el culmen a la carrera de Luka Modric, a quien solo le falta un trofeo con su selección. Con 37 años, sabiendo que en su club se esperaba su retirada tras el Mundial. Pero no hay nada más especial para un croata que su sentimiento patrio.

Dirige Modric un ejército de guerreros que convierte cada partido en una batalla final. Para derrotar a Croacia hay que situarse a su nivel de exigencia y entrega. Y España lo estuvo, con un gen competitivo por encima de un estilo a media definición con De la Fuente. Ha perdido sello respecto a Luis Enrique. Ha ganado variedad con mayor flexibilidad.

Nuevas apuestas de De la Fuente

La aparición de Fabián, descartar al cuarto partido lo que parecía intocable, la pareja Rodri-Mikel Merino, fue la apuesta de Luis de la Fuente ante el planteamiento croata. Las líneas juntas invitaban a la presencia de un futbolista con buen pie entre líneas. Gavi garantiza la lucha pero la asociación aumentaba con la entrada de un jugador que aumentó el sentido de la posesión.

A España le faltó colmillo hasta la recta final, más atrevimiento de Yeremy Pino cuando puedo encarar al lateral y más apariciones de Marco Asensio en el primer acto ante un rival que no concede.

Era la segunda y última novedad del once, apagado de inicio, de menos a más en el partido ante la exigencia en uno de esos días en los que el 10 debe lanzar un grito de liderazgo. Lo intentó Modric, al mando del juego croata, buscando el pase en largo a los contragolpes cuando pudo, a las carreras de Perisic y la movilidad arriba de Kramaric.

La intensidad y dureza de la final evitó acciones de peligro hasta que el desgaste entró en escena. La mayor nació de un centro de Fabián, y de un error, del portero Livakovic a quien salvó el poste. O de un exceso de confianza en salida de balón, con la picardía de Gavi para robar y armar el disparo ajustado al poste. Pero Croacia juega sin prisa, sintiéndose experto en prórrogas y situaciones límites. Hasta ocho en sus once últimos partidos de eliminación directa.

Hace largos los encuentros y no forzó cuando sintió seguridad en la recién estrenada defensa española. Con Laporte y Le Normand entonándose. Un solo error a sus espaldas que corrigió a tiempo Laporte evitando el gol de Kramaric, desviando su disparo. Dos remates de Perisic, insaciable en sus subidas en la izquierda, dieron confianza a la firmeza de Unai Simón.

A España le faltó sumar al dominio desequilibrio y velocidad. Cuando la metió Jordi Alba encontró el remate de Morata pero una acción aislada ante el 4-1-4-1 que plantó Croacia. Sellada y casi impenetrable. Debía decidir cuando dar el paso al frente a por el título, consciente del riesgo que tiene ante una España que maneja bien la transición. Al hacerlo en el segundo acto creció la figura de Rodri, experto en dar sentido a las jugadas con un solo toque.

Últimos intentos

El partido, repleto de igualdad, se decidiría por un detalle. Lo buscó Croacia con la insistencia de Perisic, pero Juranovic cruzó en exceso su disparo. Y la tuvo Asensio de la misma manera, con la subida de otro lateral, Jordi Alba, pero no precisó su cabezazo en la mejor ocasión de España que no encontraba portería rival. Y eso que Rodri buscó el broche a su temporada inolvidable con un disparo lejano que rondó el gol y Asensio la cruzó cuando Ansu aumentó la verticalidad.

Fueron momentos en los que España se hizo merecedora del título. Acabó asfixiando a una Croacia que firmaba la prórroga. Y la tuvo porque Perisic salvó en boca de gol el tanto de Ansu, con todo para marcar tras la acción de Alba y Mikel Merino. De nuevo los cambios le funcionaban a De la Fuente, su lectura de un partido que estuvo en el último suspiro en la bota derecha de Asensio. El pase picado de Navas lo cruzó y no evitó el tiempo añadido.

Prórroga igualada

Una temporada de locura para los jugadores, con un Mundial en invierno, se cerraría con una prórroga al todo o nada. El terreno de los especialistas croatas que hacen honor a la resilencia y de la nada sacan fuerzas para acariciar el triunfo. Permitió a Majer marcharse en velocidad y exigir a Nacho, que había entrado por lesión de Le Normand, firmar una acción que salvó el partido y casi le cuesta el físico. Lanzándose con todo para evitar el disparo a placer.

Con los jugadores al límite, cada parte de la prórroga fue para un equipo. Tras aparecer Unai ante Brozovic, España se impuso al ambiente en contra. Dani Olmo, que reaparecía, perdonó dos que habrían evitado la lotería de los penaltis que tan mal recuerdo reciente habían dejado a España. Y Rodri, con otros dos disparos, estuvo a un paso de repetir el papel de héroe en la final de ‘Champions’ del City.

No hubo formas de evitarlos y, en esta ocasión de disfrutarlos. Con la emoción de desperdiciar la primera oportunidad de ganar, con el penalti fallado por Laporte, pero el éxtasis final con el premio a Carvajal que tenía una cuenta pendiente con las citas decisivas de la selección. Croacia se quedó de nuevo a las puertas. España vuelve a reinar once años después en el que sueñan que sea inicio de un nuevo ciclo de gloria.

Rodri repite como mejor jugador de la final

Rodri Hernández volvió a ser elegido como mejor jugador del partido y recogió el galardón al jugador más valioso de la tercera edición de la Liga de Naciones, en una racha de reconocimientos individuales que inició con la final de la Liga de Campeones con el Manchester City y que ha extendido en los dos partidos de España con los que cierra la temporada.
Después de ser nombrado mejor jugador de la semifinal, en la que la selección española se impuso a Italia, Rodri también recibió el galardón de la final y el torneo. En un gran momento de forma pese a la carga de partidos de la temporada, Rodri dirigió el juego de España estuvo cerca de marcar en dos ocasiones y no falló su penalti en la tanda final.

Ficha técnica:

0 – Croacia: Livakovic; Juranovic, Sutalo, Erlic, Perisic; Brozovic, Modric, Kovacic; Pasalic (Petkovic, m.61), Ivanusec (Vlasic, m.78) y Kramaric (Majer, m.91).
0 – España: Unai Simón; Jesús Navas (Carvajal, m.97), Le Normand (Nacho, m.78), Laporte, Jordi Alba; Rodri, Fabián (Mikel Merino, m.78), Gavi (Dani Olmo, m.87); Marco Asensio, Yeremy Pino (Ansu Fati, m.66) y Morata (Joselu, m.66).
Penaltis: 1-0, Vlasic. 1-1, Joselu. 2-1, Brozovic. 2-2, Rodri. 3-2, Modric. 3-3, Mikel Merino. 3-3, Mayer falla. 3-4, Asensio. 4-4, Perisic. 4-4, Laporte falla. 4-4, Petkovic falla. 4-5, Carvajal.
Árbitro: Felix Zwayer (Alemania). Amonestó a Gavi (80), Nacho (96) y Rodri (97) por España; y a Petkovic (91) por Croacia.
Incidencias: final de la tercera edición de la Liga de Naciones, disputado en ‘De Kuip’, lleno, con 51.000 espectadores en sus gradas, 6.000 españoles.

Roberto Morales

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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