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#LaGranotera|»Paco López marca el camino del Levante UD», por Dani Hermosilla

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DANI HERMOSILLA
#LaGranotera-. Leyendo y escuchando a Paco López. Así me he pasado un día tras otro desde que acabó la última jornada con la victoria ante el Eibar (2-1). Pausa, perspectiva y el provecho del trabajo de mis compañeros. En jornada de descanso, salen a la palestra los protagonistas del fútbol, aquellos  a los que las estúpidas normas de los clubes no nos dejan acceder de normal. Cuando empecé, tenías acceso a todos los miembros de un equipo. Cualquiera. La riqueza estribaba en saber al día siguiente qué le había dicho fulanito al compañero. Ahora, es aburrido -lógico que se lea menos prensa deportiva- Y sólo cuando la competición para, podemos tener acceso a algo diferente. Eso sí, todos el mismo.

Esta semana le ha tocado a Paco López, a quien es un placer leer y escuchar. Prensa nacional, local, más próxima, más generalista. El mensaje, el mismo. Los detalles, muchísimos. Y los picos también. A Paco no le gusta que le hablen de buena suerte y sí de cambio de dinámica. Es, de todo lo escuchado, en lo único que el matiz no lo veo. Y no pasa nada. Con Paco llegó la suerte. Sobre todo en Getafe. Los madrileños tuvieron el partido en sus botas, y su falta de puntería, afortunadamente, los condenó. El Eibar jugó más pero remató menos. ¿Qué cambió? La ambición y el planteamiento mental. No es lo mismo escuchar: ‘vamos a madurar el partido para intentar ganarlo cuando se nos ponga más de cara’, que te digan:’vamos a por el partido y, si nos meten atrás, nos defendemos’… El resultado es el mismo, pero el detalle cambia. Y es ese el principal valor. Porque el Levante jugó horrible contra el Getafe y el Eibar. Eso sí, mantuvo un orden, se hizo más agresivo, más dueño del partido aunque no tuviera la pelota y supo jugar ‘el otro partido’ en los dos casos. Pero, de fútbol lo que se dice fútbol., ni un gra. Y eso seguro que lo sabe hasta Paco López.

No sólo presente para Paco López

‘No me importa dónde voy a entrenar el año que viene’, decía Paco. Otra frase que sacamos de la chistera de aquellas que tienen mensaje, también dirigido a su plantilla. Lo importante no es llegar a primera, sino mantenerse y ser capaz de competir en igualdad de condiciones. A un tío que viene de abajo, de los campos de tierra, que aceptó el proyecto del Levante en Tercera a sabiendas que lo del filial granota no se lo toma en serio nadie, que supo mantener la calma cuando la gestión de Muñiz hacía aguas y que no dudó ni un instante en coger el barco para enderezarlo… a un tío como éste, nadie le ha de explicar nada de cómo se las gastan en este circo balompédico. Y eso, esa filosofía es la que traslada a su equipo, con constantes mensajes. No ha cambiado la forma de jugar -es imposible y no sé si veremos un ‘estilo Paco López’ esta temporada-, lo que ha cambiado es la mentalidad, la manera de afrontar el trabajo y la competición. Los jugadores destacan que tiene las ideas muy claras.

En el aeropuerto de Vitoria, nada más perder contra el Alavés, le decía a un directivo: ‘hay que ser conscientes de lo que hay: de cuatro equipo se salva uno y tenemos que ser nosotros». La victoria de los del Pitu dejaba al Levante descolgado de ese grupo que podía vivir con tranquilidad –ahora, la alegría alavesa ya no es tanta- Ser conocedor de una situación te pone en el punto de partida para buscar la solución. Hoy, ahora, antes de Girona, el Levante es el Campeón de la liga de los malos. Sí, de los malos. Perdámosle el miedo a las palabras. Si estamos en esta posición es porque hemos sido mucho peor que el resto, menos tres equipos. Que no hemos perdido con el Real Madrid (argumento que siempre utilizo yo) y hemos empatado en Sevilla y contra el Valencia.. tan cierto como que estamos cuartos por la cola. Esa famosa ‘liga de cuatro’ la repiten ya los jugadores en sala de prensa día sí y día también. Está asimilado el argumento. Y Paco tiene que mucho que ver en eso. Disfrutemos de ser líderes de los malos, y no pensemos en que estamos en el furgón de cola de la primera división. ¨Si hemos remontado dos veces al Madrid, no somos tan malos. Cierto, pero que nos sirva para poner distancia con los de atrás. Pensemos que podemos ganar a cualquiera pero desde nuestra posición. Y, seguramente, volveremos a alcanzar al Alavés, nuestro ‘objetivo Champions’

Pedro López, Roger y Morales, el ejemplo

Dicho este jueves en rueda de prensa. Mensaje a navegantes, fundamentalmente al club. Un equipo se construye con jugadores con mentalidad y compromiso, que además sean buenos futbolistas. El mercado es muy reducido, suelen decir los técnicos. Claro, el mundo. La totalidad. Tan reducido como lo que tienes más cerca (la escuela) no la mimas, ni la quieres ni la cuidas (esto será motivo de otra #LaGranotera) y el compromiso se aprende desde abajo y se traslada a cada jugador nuevo que viene. Rochina decía que no había encontrado un vestuario como el del Levante. Y ese mensaje ha de calar. ¿Qué quiere Paco? Tíos como el Capi, el Pistolero y El Comandante. Que son los que le van a sacar del atolladero, los que siempre estarán con el entrenador que esté. Y hay muchos más, pero estos son los de casa, cada uno con una circunstancia (el primero, valenciano y llegado tras un pasado valencianista, y los otros dos procedentes del filial). Aviso a navegantes. Hacer las cosas bien (en un equipo) pasa por crear un tipo de futbolista que crea y entienda la idiosincrasia del club o sepa transmitirla…. Y añadiremos a otros como Coke, Postigo o Cabaco… A los que otros jugadores con calidad pero sin tanta ascendencia sobre el vestuario puedan aportar otras cosas. Necesitamos líderes, como lo fueron Ballesteros o Juanfran para los Iborra y compañía.

Montilivi

Machín podría abandonar Girona la próxima temporada. Se le mantuvo tras los fracasos (con mucho dolor) de un par de temporadas que acabaron con una trauma, y ahora es él quien podría irse. Dice que ha acabado un ciclo, que con el Girona poco más y mejor se puede hacer que lo está logrando esta temporada. Y, seguramente, tendrá razón. Pero los entrenadores, si quieren que los clubes tengan la mirada en el largo plazo, también han de mirar más allá. Seguramente, tendrá ofertas tentadoras. Pero tendría que hablar de un proyecto de futuro, con el City detrás, y un equipo que se ha hecho a su forma de jugar.

En clave granota, ese ambiente puede y debe beneficiar. Y también tranquiliza el hecho de que nuestro entrenador hable de cómo es el rival para saber qué es lo que se puede hacer. El Girona, ya lo dice Paco López, es un equipo con una forma muy particular de jugar, domina varios registros, como los tres centrales o las marcas individuales, le va bien la estrategia, y asegura rendimiento con todas las facetas del juego: la elaboración, la segunda jugada y el contrataque. El Levante tendrá que ser muy sólido, esperando ver cómo le va la estrategia (tanto en defensa como en ataque vuelve a ser importante) y a buen seguro que tendremos opciones de marcar, y a Roger ya desquitado de su falta de gol en primera (esta temporada ya lleva 2, el primero de penalti en su debut esta temporada en Villarreal). ¿La segunda punta? Yo apuesto nuevamente por Morales, con Jason en la banda derecha. Sin duda. La velocidad, la defensa adelantada del Girona, repetir la estrategia del día de copa, en donde marcaron Doukoure y Boateng… Me da que va por ahí. ¿El resto? Esta vez me mojo: Oier-Pedro López-Cabaco-Rober-Coke-Jefferson Lerma-Campaña-Jason-Ivi-Morales y Roger, es decir, el equipo que jugó contra el Getafe en el debut.

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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