Síguenos

Firmas

’23 de mayo…y entonces sucedió que…’, por José Luis Fortea

Publicado

en

forteaJosé Luis Fortea

 

23 de mayo………………y entonces sucedió que…………..

………………….en 1618, un 23 de mayo como hoy, de hace trescientos noventa y nueve años, se produjo un hecho que acabaría siendo considerado el detonante del inicio de la llamada guerra de los treinta años, cuando dos gobernadores católicos, junto al secretario personal de uno de ellos, fueron arrojados por la ventana del palacio imperial de Hradcany en Praga, por un grupo de nobles protestantes.

El conflicto suscitado entre católicos y protestantes había comenzado realmente cien años atrás, cuando simultáneamente al viejo anhelo del rey de España, Carlos I, como emperador de Alemania de mantener bajo su autoridad política y unidad territorial, el sostenimiento de una misma fe religiosa, la católica, para todos aquellos territorios que configuraban sus dominios imperiales, habían surgido las primeras discrepancias en torno a esta última cuestión.

Y es que el mantenimiento de la unidad religiosa fue sin duda un asunto de muy difícil aplicación, que acabaría desgastando la propia salud del emperador y máxime cuando además, desde que aquel fraile agustino de nombre Martín Lutero, a sus treinta y tres años, reprobando las llamadas indulgencias, había clavado en la puerta de la iglesia de Wittenberg el 31 de octubre 1518 sus famosas noventa y cinco tesis, que gracias al nuevo invento de la imprenta se propagaron rápidamente, iniciándose así una verdadera escisión entre los católicos, con el nacimiento de un movimiento que vino a denominarse “la reforma protestante”.

Con la muerte de Lutero, en 1546, los príncipes alemanes protestantes viendo una oportunidad de enfrentarse al emperador, unieron sus fuerzas configurando la denominada liga Esmalcalda, iniciándose de esta manera, un enfrentamiento armado, que vería su fin nueve años más tarde, en 1555, con la llamada paz de Augsburgo, en virtud de la que el emperador zanjaba de una manera definitiva aquella cuestión con la máxima de “Cuius regio, eius religio” (cada rey con su religión), retirándose Carlos V, físicamente muy deteriorado, y agotado, al año siguiente, al monasterio de Yuste.

Así desde 1555, cada príncipe alemán, de los cerca de trescientos sesenta existentes, podía libremente adoptar, en base a sus firmes convicciones, la religión que quería en sus dominios, eso sí, con la implícita obligación impuesta de que los vasallos del noble en cuestión debían seguir la misma religión que este.

Pero esta paz no hizo más que acrecentar las diferencias existentes entre católicos y protestantes, que en algunos casos derivaron en abiertos enfrentamientos por el mero hecho de realizar demostraciones o actos de fe propios de cada una de las tendencias enfrentadas (en la ciudad de Donauwörth del Estado alemán de Baviera, sin ir más lejos, el intento por parte de los católicos, en clara minoría, de realizar una sencilla procesión acabaría en una revuelta violenta por parte de los protestantes, que se negaban a que aquellos se mostraran abiertamente por sus calles) .

Es en este contexto de roces y tensiones existentes entre ambos cuando el emperador Matías de Habsburgo, sin hijos, a sus sesenta y un años, nombra sucesor a su primo hermano Fernando, de treinta y nueve años, rey de Bohemia (nieto de Fernando I, el hermano de Carlos I y por tanto sobrino nieto de este) que acabará gobernando con el título de Fernando II, de clara tendencia ultra católica que había mandado prohibir en su reino la práctica de cualquier religión que no fuera aquella y que como sucesor, instó al emperador, ordenase el cese de la construcción de un templo protestante en Praga, con el evidente malestar entre la aquellos que veían transgredida su libertad de culto.

Y sería entonces cuando Fernando enviase a sus gobernantes católicos y consejeros al castillo de Hradcany en la ciudad de Praga, aquel mayo de 1618, para ir preparando el camino de su pronta arribada.

De esta forma, los condes católicos Jaroslav Martinitz y Wilhelm Slavata, junto con su secretario Philip Fabricius, acompañados estos por el oficial Supremo Burgrave Adam II von Sternberg (que es el noble de más alto rango que representa al rey en territorio Checo) y el gran prior Matthew Lobcowitz, reunidos sobre las 8.30 de la mañana, son interrumpidos por un grupo de nobles protestantes encabezados por el conde Thurn, que arrojan por la ventana de aquella estancia, situada en el tercer piso del palacio a unos veintiún metros de altura a los condes católicos Martinitz y Slavata, y al secretario Fabricius.

Ninguno sufriría grandes daños, a pesar de la altura considerable. Slavata acabó por desmayarse de la impresión sufrida por la caída, pero fueron a parar sobre un montón de estiércol que amortiguó sin duda el impacto. La noticia divulgada por el bando católico acabó convirtiendo este hecho en una “salvación milagrosa” que en plena caída sufrió de intercesión divina. El secretario Philip Fabricius del impresionado conde Slavata, fue ennoblecido por el propio emperador Fernando II, otorgándole el título nobiliario de “barón de Hohenfall” (que bien podría ser traducido por el barón del caso alto o de la caída”).

Lo curioso del caso es que esta defenestración de 1618 (que es como se denomina el acto por el que una persona es arrojada por una ventana (del latín, fenestra), es igualmente conocida también como la “tercera defenestración”, sin duda deduciéndose ser este medio, de arrojar por la ventana a alguien, en aquellas tierras, el habitual para poner fin o zanjar un acto de protesta, siendo hasta cuatro las que se han realizado; en 1419, 1483, la aquí expuesta de 1618 y la cuarta (y hasta la fecha última) de 10 de marzo de 1948.

La consecuencia de estas tensiones será el inicio de una guerra considerada como el conflicto más grande de la historia hasta ese momento, por su duración (de 1618 a 1648) y la participación de Estados y que traerá la muerte de cerca de doscientos mil soldados procedentes de la monarquía española, cien mil franceses, ochenta mil ingleses, y de suecos, finlandeses, daneses, escoceses, rusos, holandeses, alemanes.El final del conflicto vino determinado treinta años después con la denominada Paz de Westfalia.

Advertisement
Click para comentar

Tienes que estar registrado para comentar Acceder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Firmas

Qué pasó un 22 de julio

Publicado

en

Qué pasó un 22 de julio

José Luis Fortea

………….corría el verano de 1975, aquel en el que no cesaba de sonar en las radios el Bimbó de Georgie Dann, que acabaría siendo declarada oficialmente la canción del verano, aquel en el que Televisión Española emitía su series detectivescas de moda, las de “Tony Baretta” y “Kojak” y que amenizaba desde el pasado mes de abril, la noche de los sábados, con un nuevo programa llamado “Directísimo”, presentado por un joven bilbaíno de treinta y tres años, de grandes bigotes, llamado José María Íñigo Gómez.

Bernard Thévenet

Aquel verano, en el que ganaba el tour, contra todo pronóstico, el francés Bernard Thévenet, imponiéndose a un Eddy Merckx, líder desde la sexta jornada, que había sido golpeado por un espectador en su costado derecho en el ascenso al Puy de Dome, presentando desde entonces unas molestias que le harían perder a partir de aquella etapa, la decimocuarta, el maillot amarillo y que no lo volvería a recuperar, de un periodo estival más que sofocante y tórrido, en el que una caña en aquellos días costaba entonces diez pesetas, de aquel verano, el del 75, el último del jefe del Estado español, que fallecería cinco meses más tarde.

Qué pasó un 22 de julio

El martes 22 de julio, de un día como hoy, de hace más de cuarenta años , a unos cincuenta y tres kilómetros de Sevilla, en el término municipal de Paradas, iba a tener lugar uno de los sucesos más trágicos de los últimos tiempos, que acabaría por convulsionar la vida de sus cerca de ocho mil habitantes, de un terrible episodio que en los juzgados terminaría conociéndose como el expediente 20/75.

A unos cuatro kilómetros de la mencionada población de Paradas, se encuentra la finca de los Galindos, perteneciente, desde hace seis años, a Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete, marqués de Grañina, donde suele acudir esporádicamente, en tiempo estival, sin la compañía de su mujer, María de las Mercedes Delgado Durán. Al frente del aludido inmueble, se encuentra Manuel Zapata Villanueva, de cincuenta y nueve años, antiguo legionario y miembro de la Guardia Civil, que allí vive junto a su mujer Juana Martín Macías, de cincuenta y tres años, desempeñando las tareas de capataz, en unos terrenos dedicados principalmente al cultivo de la aceituna.

En el cortijo trabajan siete personas, tres tractoristas y cuatro temporeros, que a eso de las ocho de la mañana, de aquel martes día 22, ya se encuentran allí para ponerse a bregar, antes de que el sol les ajusticie con esos 49 ºC que alcanzarán a lo largo de aquella misma mañana. Zapata, como de costumbre, es quien distribuye “la faena”, mandando a las alpacas, a medio kilometro de la finca, al tractorista José González Jiménez, a un segundo tractor, junto con tres braceros, a la parte posterior del cerro y al tercer tractorista Ramón Parrilla a regar garrotes (que son los troncos de los olivos metidos en bolsas con tierra) de una jornada laboral que se prolongará hasta la una, momento en el que harán un alto en el camino para almorzar, durante cerca de media hora, y proseguir hasta eso de las cuatro de la tarde, cuando el mercurio se encarame en lo más alto de los termómetros respondiendo al calor abrasivo de esos casi cincuenta grados.

Y es entonces, sobre esa hora de las cuatro de la tarde, cuando el grupo de los tres temporeros que se encuentran en la parte del cerro observan salir un humo negro y espeso del cortijo, dirigiéndose rápidamente hacia allí.

Al llegar al lado de la verja de la entrada, encuentran restos de lo que parece un reguero de sangre, que les hace presagiar que alguien pudiera haber resultado herido, de un rastro abundante que dibujando un movimiento sobre la tierra serpenteante poco a poco se va diluyendo hasta llegar a desaparecer, por lo que Antonio Escobar, uno de aquellos trabajadores, acude raudo hacia el cuartel de la Guardia Civil, para dar el pertinente aviso, mientras Antonio Fenet Pastor, que lleva cinco años trabajando las tierras de Los Galindos, divisa lo que le da la sensación son dos cuerpos mutilados en aquel fuego que acelerado con gasolina desprende un olor más que nauseabundo, decidiendo no indagar más, hasta la llegada de la Benemérita.

No tardan mucho en personarse en el cortijo el cabo Raúl Fernández acompañado de un número de la Guardia Civil, para realizar las primeras diligencias de investigación. Al entrar en la casa, observan, al lado de una mesa camilla, otro gran charco de sangre, cuyo rastro se dirige pasillo arriba, hacia donde se encuentra la puerta de una habitación cerrada con un candado, colocado en la parte exterior, que fuerzan para poder acceder a su interior, encontrándose una vez dentro, el cuerpo de Juana Martín, la mujer del capataz, con la cabeza destrozada, golpeada por algún objeto romo, no hallándose nada más reseñable en la vivienda.

En el exterior, donde todavía permanece encendido aquel fuego, aparecen los restos casi calcinados del tractorista José González, Pepe, de 27 años y su esposa Asunción Peralta, seis años mayor que él, de 34 años, a quien al parecer había ido a recoger al pueblo para traerla allí, en algún momento de aquel día, aparcando su seiscientos de color crema en la entrada del cortijo, desconociéndose los motivos.

En la cuneta del llamado Camino de Rodales, cubierto con un montón de paja, se descubre un cuarto cuerpo sin vida, el del jornalero Ramón Parrilla, de 40 años de edad, tractorista eventual de la finca, muerto de un disparo de escopeta.

De Zapata, el capataz de la finca de Los Galindos, no hay rastro alguno, por lo que las primeras sospechas recaen sobre este, emitiéndose incluso, a la mañana siguiente, por el recién llegado juez del juzgado de Écija (al estar el de Carmona de vacaciones) Andrés Márquez Aranda la pertinente orden de busca y captura.

Al parecer, en los mentideros del pueblo, se decía que las relaciones entre el capataz y el tractorista Pepe no eran todo lo buenamente deseables que podían ser, fruto de un intento de José González por cortejar a una de las hijas de Zapata, negándose este a dicha relación, enemistando en cierta manera a ambos. Lo cual fue considerado como un posible móvil de aquel crimen, aunque no resolvía las dudas existentes sobre las restantes muertes.

Y fue entonces cuando tres días más tarde, el 25 de julio apareció el cadáver del capataz, que tras la autopsia realizada determinaría que había resultado ser la primera de las víctimas de aquel crimen que ya sumaba con esta, cinco muertes, desarbolando la hipótesis que se había venido considerando como probable.

El sumario del caso, el denominado expediente número 20 de 1975, con más de mil trescientos folios, ha dado a lo largo de la historia numerosas elucubraciones y teorías que no han podido resultar finalmente probadas, recayendo durante años las sospechas, tras haber sido encontrado el cuerpo de Manuel Zapata, sobre José González Jiménez que juzgado y condenado por el pueblo tendría que esperar hasta la exhumación de los cadáveres mediante orden emitida por el juez Heriberto Asensio que acabaría determinando que el “sospechoso” era, de igual forma, triste víctima de este suceso, y que además en opinión del prestigioso médico forense Luis Frontela Carreras, estudiando aquellas manchas de sangre en el piso encontradas, concluiría que a –“Juana la arrastraron desde el comedor hasta el dormitorio entre dos personas por lo menos”- .

Transcurrido los plazos legales previstos sin encontrarse el culpable de estos hechos, la causa quedaría archivada en el año 1988, y siguiendo el principio que extingue la responsabilidad criminal por el transcurso del tiempo, siendo para este tipo de delitos el previsto de veinte años, fue por tanto declarado su prescripción en 1995, a los veinte años de haberse cometido.

Puedes seguir toda la actualidad visitando Official Press o en nuestras redes sociales: Facebook, Twitter o Instagram y también puedes suscribirte a nuestro canal de WhatsApp.

Continuar leyendo