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Psicología

¿Cómo aprender a estar solo?

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¿Cómo aprender a estar solo?
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Normalmente tememos la soledad porque la asociamos con abandono o desprotección. Esa sensación de desamparo suele producir tristeza, ansiedad, miedo, etc…

 Aprender a estar solo como reposicionamiento en el mundo. ¿Solo? No, conmigo.

¿Por qué nos asusta la soledad?

Una cosa es estar solo y otra sentirse solo. Podemos estar rodeados de gente y sentirnos terriblemente solos (aislados, incomunicados) o podemos estar solos físicamente y estar en completo equilibrio emocional. No todas las personas nos sentimos igual ante la soledad. La forma como desarrollamos nuestro apego es fundamental.

Somos seres sociales, necesitamos de los demás para crecer y desarrollarnos, por lo que la soledad puede resultar algo realmente temible para muchos. No existe una educación en soledad, ni en la gestión emocional que requiere. Es un aprendizaje que debemos ir haciendo en gran medida sobre la marcha y debido a situaciones impuestas. Sin embargo, la soledad forma parte de la vida. Atenderla y trabajarla tiene que ver con madurar y evolucionar como persona.

Aprender a estar solo está relacionado directamente con nuestro nivel de satisfacción vital.

Estar solos nos ayuda a potenciar:

  • La creatividad,
  • Promueve el autoconocimiento
  • Nos ayuda a bajar revoluciones y descansar.

La soledad debería enfocarse como una oportunidad para entrenar nuevas aptitudes y destrezas, como una manera de redescubrirnos a nosotros mismos.

Como especie, los seres humanos estamos programados para la autoprotección, así que tendemos a buscar amparo en el otro como forma de cubrir nuestras necesidades. Esta operación es saludable ya que es positivo buscar el acercamiento con los demás y cultivar las relaciones, pero se convierte en un problema cuando es la única manera de autorregularnos, es decir, cuando el otro se convierte en una necesidad para nuestro equilibrio personal, ya que no podemos regularlo por nosotros mismos.

¿Qué peligros puede causar no saber estar solos?

  • Dependencia emocional. Puedes mantenerte en relaciones poco constructivas o incluso tóxicas.
  • Tomar decisiones equivocadas.
  • Pérdida de hábitos propios.
  • Desconexión de uno mismo.
  • Complacencia. Volcarse excesivamente en satisfacer a los demás y desvincularse de las propias necesidades.

¿Cómo aprender a estar solo?

Aprender a disfrutar de la soledad es un proceso que debe ir afianzándose con el tiempo.

Algunas ideas que pueden ayudar a conseguir aprender a estar solo son:

  • Entiende qué significa concretamente para ti estar solo. Cada persona tiene un bagaje personal debido a las vivencias que ha ido acumulando. Según qué nos haya pasado en nuestra vida y cómo lo hayamos comprendido hace que asociemos unas u otras cosas a la soledad. Por ejemplo, no la sentirá de la misma manera una persona criada en una familia numerosa que una persona adoptada en su infancia. ¿Qué asocias a la soledad?
  • Tú puedes ser tu mejor compañía, pero para ello debes reconocerte. De la misma manera que disfrutas de la compañía de alguien porque te gustan ciertas características o formas de ser, también tú puedes producir mejoras en ti para gustarte más a ti mismo y disfrutar de tu propia compañía. ¿Qué te gustaría cultivar de ti mismo? ¿Qué te gustaría cambiar? ¿Qué nuevos aprendizajes o hábitos te gustaría promover?
  • Explora hacia el exterior, prueba cosas nuevas y potencia tu espíritu aventurero. Por muy oculto que esté, está.
  • Conócete interiormente, te ayudará a mejorar tu autoestima ¿Qué es realmente importante para ti? ¿Qué da sentido a tu vida? ¿En qué resaltas y qué queda por mejorar?
  • Atiende a tu diálogo interno. Todos nos decimos cosas a nosotros mismos cuando reflexionamos. En ocasiones son críticas feroces o en ocasiones son mensajes validadores. Aprende a tratarte más amablemente, reduce la autocrítica constante y potencia los mensajes más constructivos. Trátate como te gustaría que te trataran.¡
  • Date permiso para sentir cualquier emoción que puedas tener en cada momento. No censures ciertas emociones negativas, déjalas que aparezcan y analiza qué función tienen en tu vida en este momento.
  • Sé constante en tus nuevas maneras de funcionar. Recuerda que los hábitos se consolidan a través de la repetición.
  • Consulta con un psicoterapeuta si las implicaciones de la soledad te parecen inabordables o generan un grado de insatisfacción que no puedes manejar. Aprender a estar solo es posible con las herramientas necesarias.

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Psicología

Si duermes con la puerta cerrada, la psicología tiene algo que decir sobre ti

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Cerrar o no la puerta del dormitorio al dormir es un hábito cotidiano que puede parecer trivial, pero que tiene implicaciones psicológicas, emocionales y de bienestar. De hecho, varios estudios y expertos en psicología han analizado este gesto tan cotidiano y sus posibles efectos sobre la calidad del sueño, la percepción de seguridad y la personalidad.

¿Qué dice la psicología sobre cerrar la puerta al dormir?

Desde el punto de vista psicológico, cerrar la puerta del dormitorio puede estar relacionado con:

  • Búsqueda de seguridad: muchas personas sienten una mayor sensación de protección al dormir con la puerta cerrada, lo que reduce la ansiedad y facilita un sueño más profundo.

  • Necesidad de intimidad: quienes valoran su espacio personal suelen cerrar la puerta para evitar interrupciones, ruidos externos o la sensación de estar expuestos.

  • Control del entorno: algunas personas con tendencia a la organización o a la planificación suelen cerrar la puerta como parte de su rutina de control del espacio.

Por otro lado, quienes duermen con la puerta abierta pueden estar más relajados frente a su entorno y tienden a sentir menos preocupación por posibles imprevistos.

Beneficios de dormir con la puerta cerrada

  1. Mayor privacidad: evita que otros miembros del hogar o mascotas entren y alteren el descanso.

  2. Reducción de ruidos externos: ayuda a minimizar el impacto del ruido, especialmente en viviendas con varias estancias ocupadas.

  3. Sensación de refugio: psicológicamente, una puerta cerrada genera un entorno más controlado, lo que disminuye el estrés y la ansiedad nocturna.

  4. Aislamiento térmico: aunque no es un factor psicológico, mantener la puerta cerrada puede ayudar a conservar la temperatura del dormitorio, creando un ambiente más cómodo para dormir.

Aspectos de personalidad asociados

Según algunos estudios de psicología ambiental y de hábitos domésticos:

  • Personas que cierran la puerta: suelen ser más introspectivas, organizadas y buscan mantener un espacio privado seguro.

  • Personas que duermen con la puerta abierta: pueden ser más extrovertidas, confiadas y con menor preocupación por la seguridad física.

Por supuesto, estos son patrones generales y no determinan la personalidad de forma absoluta.

¿Influye en la calidad del sueño?

Dormir con la puerta cerrada puede ayudar a reducir estímulos externos, mejorando la profundidad del sueño. Un entorno controlado, silencioso y con menos interrupciones facilita que el cerebro entre en fases de sueño reparador más fácilmente.

Sin embargo, en casos de claustrofobia o ansiedad por encierro, dormir con la puerta abierta puede ser una mejor opción para evitar despertares nocturnos causados por la sensación de confinamiento.

Conclusión: un pequeño hábito con gran impacto psicológico

Cerrar la puerta al dormir puede parecer un gesto cotidiano sin importancia, pero para la psicología puede reflejar cómo percibimos nuestro espacio, nuestra seguridad y nuestra necesidad de intimidad. Si este hábito te ayuda a sentirte más tranquilo y descansar mejor, seguir cerrando la puerta puede ser una práctica positiva.

En cambio, si sientes ansiedad al hacerlo, mantenerla abierta no significa algo negativo, sino simplemente una preferencia personal. En definitiva, este pequeño detalle revela más de nuestra mente y nuestros hábitos de lo que podríamos imaginar.

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