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La Crida de las Fallas: esta es su historia

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La Crida de las Fallas: esta es su historia
Pepa Oliver, Fallera Mayor de Valencia 1990

La Crida de las Fallas tiene su historia. Ha tenido una peculiar evolución desde que en 1931 se instituyera, pese a que no tuvo una continuidad. El 15 de marzo de 1931, a las 19.00 horas, las diferentes bandas de música recorrieron las calles de la ciudad con un pregonero al frente invitando a vivir la fiesta.

Todos concluyeron en la plaza del Ayuntamiento, entonces Plaza de Emilio Castelar, desde donde se lanzaron carcasas y cohetes con los acordes del himno de la “Región”. De esta forma se anunciaba y se iniciaba la recientemente creada Semana Fallera que el organismo oficial fallero había coordinado ese mismo año.

La Crida de las Fallas: su historia

Hasta 1942 no se vuelve a tener constancia sobre el acto de la “Crida”. Aquel año se realiza desde el balcón del Ayuntamiento el 13 de marzo, siendo el primero de estas características, donde el presidente de la Junta Central Fallera, Luís Martí Alegre, invitaba a vivir la fiesta fallera.

Primera retransmisión por radio

Este mismo acto se repetiría en el año siguiente con la novedad de ser retransmitido por primera vez por una emisora de radio, contando con la presencia de la Fallera Mayor de València, Elvira Gómez Trénor, junto al alcalde de la ciudad, Juan Antonio Gómez de Trénor (Conde de Trénor), actuando como pregonero el actor cómico Julio Espí.

En 1944 el balcón del Ayuntamiento será sustituido por un burro, a lomos del cual un actor hacía de pregonero por las calles de València con el siguiente verso: “Se hace saber a la gente de València y forastera que de orden del presidente empieza en este momento la gran semana fallera”.

La Crida se traslada al 11 de marzo

En 1946 el acto de la Crida se traslada al 11 de marzo. Aquel día, a las cuatro de la tarde, un majestuoso caballero anuncia por la ciudad la llegada de la semana fallera.

El alcalde la ciudad, Juan Antonio Gómez de Trénor , desde el balcón de la casa consistorial invitó a los ciudadanos a participar en la fiesta, a pesar de la gran crisis agrícola que se estaba produciendo a causa de una gran helada aquel mismo año.

Una gran cabalgata donde desfila la Senyera, los diferentes gremios, coches con falleras y la Banda de la Legión, anuncia a los ciudadanos el 12 de marzo de 1947 la llegada de las Fallas.

Clemente Cerdà y Antonio Aparisi, vicepresidente y presidente respectivamente de la Junta Central Fallera, realizan los discursos desde el Ayuntamiento. El pregonero de aquel año fue el actor Manolo Haro, que leyó en las calles de la ciudad el texto de la Crida.

La Crida desde el balcón del Ayuntamiento

El 12 de marzo de 1948, desde el balcón de la casa consistorial, se realizan las tres Cridas de la fiesta fallera. Presidiendo el acto se encontraba la Fallera Mayor, María Luisa Martínez Vallejo-Manglano, junto con el alcalde de la ciudad, José Manglano, y el presidente de la Junta Central Fallera, Adolfo Cámara.

El acto se cerró con la actuación de la Banda de Música de la Academia General Militar. En 1949, la Crida se realizó el día 11 de marzo. La Fallera Mayor, Margarita Casanova, el alcalde y el vicepresidente de Junta Central Fallera hablan para Radio Valencia.

El día siguiente, y al final del desfile de la Banda de Música de la Academia General Militar de Zaragoza, el pregón emitido el día anterior por Radio Valencia se repite desde el balcón del Ayuntamiento, frente al que se ha congregado gran cantidad de gente.

De pregón a Crida

A partir de 1951 pasa a decirse de Pregón a Crida cuando este festejo empieza a consolidarse como un acto masivo fallero de promoción exterior de la fiesta de las Fallas. Ese año se realiza como en los anteriores desde el balcón del Ayuntamiento, careciendo de parlamentos.

En 1952 se realizan varias modificaciones en el acto del Llamamiento. Una de ellas es la especie de festejo nupcial donde pasean en carrozas de época Baltasar Rull, alcalde de la ciudad, y la Fallera Mayor de València, María del Rosario Violante Ferrandis Lluna. La gente se congregó rápidamente en los alrededores del festejo para admirar la majestuosidad de las carrozas.

La Crida llega a las Torres

La Crida pasa a celebrarse en 1954 en las Torres de los Serranos. Dado el marco histórico, los componentes de Junta Central recrean el espacio, adornando con bengalas y antorchas las escalas y las Torres. Clemente Cerdà, presidente de la Junta, y María Minguela Cañelas, Fallera Mayor de València, invitan a todo el mundo a vivir las Fallas.

Todas las personas y comisiones congregadas frente a las Torres de Serranos viven el acto con bullicio y alegría y, cuando finaliza, la comitiva se dirige al Ayuntamiento para invitar personalmente al alcalde a participar en las fiestas.

El día 11 de marzo de 1955 se repetirá el acto. Una comitiva disfrazada de la edad mediana arranca a las siete y media de la tarde desde el Pont de la Trinidad hacia las Torres de Serranos. Allí se ofrece al público congregado el Llamamiento por parte de Clemente Cerdà, presidente de Junta Central Fallera, y de la Fallera Mayor de València, Amparo Teulet Casanova. Como el año anterior, se dirigieron al Ayuntamiento a invitar personalmente al Alcalde que los recibe mientras en la plaza se disparan tantas carcasas como días tiene la fiesta fallera.

Asiste el alcalde a la Crida

El 12 de marzo de 1957, el alcalde sí que asiste acto de la Crida en las Torres de Serranos y se introduce una novedad: el alcalde Tomás Trénor Azcárraga, heredero del título de Marqués del Turia, entregó a la Fallera Mayor de València, Sagrario Fernández de Córdoba Planells, unas simbólicas claves de la ciudad.

Se consolida en las Torres de Serranos

La Crida se consolida en la ubicación de las Torres de Serranos, concretamente en la Plaza de los Fueros. Miles de falleros y valencianos se congregaron desde los años cincuenta hasta la década de los ochenta en la mítica plaza. En 1990 se celebra por primera vez en la parte de las Torres de Serranos del viejo cauce del Río Turia, ganando en vistosidad y pudiendo acoger a muchas más personas.

Hasta el presente, el acto de la Crida se ha celebrado definitivamente en el marco de las Torres de Serranos y siempre ha contado con una gran participación de público, especialmente de las comisiones falleras que, con sus estandartes, acuden a la cita, deseosos del inicio de la fiesta fallera.

 

GALERÍA | Los trajes elegidos por las Falleras Mayores de València para la Crida

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Fallece Carmen Bueso, alma de «Flor» y referente histórico de la indumentaria valenciana

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Fallece Carmen Bueso
Carmen Bueso

La indumentarista que marcó una época deja un legado imborrable en el arte de vestir a las falleras mayores y cortes de honor de València

VALÈNCIA, 29 MARZO 2025 – La indumentaria tradicional valenciana está de luto. Carmen Bueso, conocida por todos como Carmen “Flor”, ha fallecido dejando un vacío imposible de llenar en el corazón de las Fallas. Su nombre ha estado unido durante décadas a la elegancia, la excelencia artesanal y el profundo respeto por la tradición. Con su partida, València pierde a una de las figuras más queridas y relevantes del mundo fallero.

Aunque recientemente se había jubilado tras cerrar su tienda de la calle Conde Altea, su legado sigue vivo en cientos de trajes que continúan desfilando por la ciudad cada mes de marzo. Su marca, “Flor. Carmen Bueso”, fue sinónimo de calidad, estilo y cariño por los detalles.

De una paquetería de barrio a vestir a las falleras mayores de València

El germen de su trayectoria profesional nació en la Paquetería Flor, un pequeño comercio junto al Mercado de Colón gestionado por la familia de su esposo, Manuel Flor. En su acogedora esquina de Conde Salvatierra, Carmen comenzó haciendo composturas y arreglos, hasta que un día decidió ir más allá: empezó a confeccionar trajes a medida con un pequeño equipo en Benimàmet, mucho antes de que el concepto de “tienda de indumentaria fallera” estuviese consolidado.

Su trabajo pronto se hizo conocido entre clientas exigentes del Pla del Remei y la Gran Vía, y su habilidad con el hilo y la aguja la catapultó a lo más alto del sector.

El espolín «Soto» y un momento para la historia

Uno de los momentos más emblemáticos de su carrera llegó en 1999, cuando su sobrina, Lola Flor Bustos, fue proclamada fallera mayor de València del año 2000. Fue Carmen quien la vistió de arriba a abajo, confeccionando con su equipo en Benimàmet el histórico espolín “Soto” de color paja, tejido por Garín. Fue, además, el último traje de exaltación no entregado por el Ayuntamiento, en una época en la que las falleras mayores aún vestían trajes confeccionados por familiares o indumentaristas de confianza.

Ese momento marcó el paso de Carmen Bueso de modista a icono.

Lola Flor

El salto a su tienda en Conde Altea y una clientela de élite fallera

Con el nuevo milenio, Carmen decidió dar un paso más y abrir su propia tienda bajo su nombre: “Flor. Carmen Bueso”. Durante más de dos décadas, este espacio fue referente indiscutible en el sector de la indumentaria valenciana, por donde pasaron falleras mayores como Sara Martín, Lucía Gil, Gloria Martínez, Marta Reglero, Nela Ayora o Inmaculada Asensi, así como decenas de componentes de las cortes de honor.

Incluso fue pionera en diseñar los primeros justillos para la “dansà” en el año 2008, cuando esa prenda no era aún habitual.

La tradición familiar también continuó con las nuevas generaciones: su sobrina nieta, Lola López Flor, hija de la fallera mayor del año 2000, fue componentede la corte de honor infantil de 2024. Un legado que se ha transmitido con orgullo y pasión.

Una jubilación que no pudo disfrutar

En 2024, Carmen bajó la persiana de su tienda con la satisfacción del deber cumplido. Se retiraba para disfrutar de una merecida jubilación, traspasando el negocio y cerrando un capítulo brillante de su vida. Lamentablemente, su fallecimiento prematuro ha impedido que disfrute plenamente de esa nueva etapa.

GALERÍA| La espectacular indumentaria de los hijos de Lola Flor

Reconocimiento en vida: premio Joia del Gremio de Sastres y Modistas

En junio de 2023, Carmen Bueso recibió uno de los galardones más emotivos: el premio Joia del Gremio de Sastres y Modistas de la Comunitat Valenciana, en reconocimiento a una vida entera dedicada al arte textil.

“Nunca hubiera imaginado un final así a mi trayectoria profesional, rodeada de tanta gente que quiero, de personas maravillosas que me he encontrado a lo largo de este camino”, escribió entonces, visiblemente emocionada por el homenaje.

Un legado que se viste, no se olvida

A diferencia de otras disciplinas efímeras de la fiesta, como la pirotecnia o la creación de monumentos falleros, el arte de la indumentaria permanece. Los trajes de valenciana confeccionados por Carmen seguirán vivos en cada desfile, cada exaltación y cada “mascletà”, recordándonos que fue ella quien los hizo posibles.

Cada vez que uno de sus espolines salga del armario, alguien recordará: «Esto es un Flor».

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