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La influencia del estrés en el cuerpo y cómo liberarlo de manera natural 

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Liberar el estrés de manera natural

El estrés es un compañero silencioso de la vida moderna. Muchas veces se instala sin que nos demos cuenta, acumulándose en el cuerpo y manifestándose en tensión muscular, fatiga, insomnio o incluso problemas digestivos. No es raro que pasemos por alto su impacto hasta que aparecen molestias que no sabemos bien cómo explicar. Pero el cuerpo tiene memoria, y todo lo que vivimos deja una huella en él. Por suerte, existen maneras naturales de liberar esa carga acumulada sin recurrir a medicamentos o tratamientos invasivos. 

Cómo se acumula el estrés en el cuerpo 

Cuando nos enfrentamos a situaciones que nos generan ansiedad o presión, el sistema nervioso activa su respuesta de alerta. En el corto plazo, esto es útil, porque nos prepara para reaccionar. Sin embargo, cuando el estrés se vuelve crónico, el cuerpo no tiene oportunidad de relajarse completamente. Esto genera contracturas, dolores de cabeza persistentes e incluso afecta la postura sin que lo notemos. 

Uno de los lugares donde más se acumula el estrés es en la zona del cráneo y la columna vertebral. Los músculos del cuello se tensan, afectando la circulación y provocando molestias que pueden irradiarse hacia otras partes del cuerpo. Técnicas como la terapia craneo sacral ayudan a liberar estas tensiones de manera sutil, favoreciendo un estado de relajación profunda que muchas personas describen como un alivio inmediato y duradero. 

El impacto emocional en el cuerpo físico 

Las emociones no solo afectan nuestro estado de ánimo, sino que también se reflejan en el cuerpo. Los bloqueos emocionales pueden manifestarse como opresión en el pecho, sensación de nudo en la garganta o rigidez en ciertas zonas. Esto ocurre porque las experiencias difíciles no siempre se procesan de manera consciente, y el cuerpo termina almacenando aquello que no hemos gestionado completamente a nivel mental. 

Aquí es donde técnicas enfocadas en la conexión mente-cuerpo, como la terapia transpersonal, pueden marcar la diferencia. Estas prácticas buscan acceder a estados de conciencia donde la persona puede explorar sus emociones desde una perspectiva más profunda, ayudando a desbloquear aquellas sensaciones atrapadas que muchas veces se reflejan en molestias físicas. No se trata de magia ni de creencias esotéricas, sino de entender cómo la mente influye en el bienestar corporal. 

Movimientos y hábitos que ayudan a liberar la tensión 

Si bien ciertas terapias pueden ser muy efectivas, la clave está en adoptar hábitos que ayuden a descargar la tensión acumulada en el día a día. Uno de los más simples y efectivos es la respiración consciente. Detenerse unos minutos para respirar profundamente activa el sistema nervioso parasimpático, que es el encargado de relajar el cuerpo y reducir la producción de cortisol, la hormona del estrés. 

El movimiento también juega un papel fundamental. No hace falta realizar entrenamientos extenuantes; actividades como el yoga, el tai chi o incluso una caminata tranquila pueden ser suficientes para liberar tensiones. Además, estirar el cuerpo al despertar y antes de dormir ayuda a mantener la flexibilidad y evitar que los músculos se endurezcan por la falta de movimiento. 

La importancia del descanso y la desconexión 

Uno de los mayores desafíos en la actualidad es aprender a desconectar. Vivimos rodeados de pantallas, con una sobrecarga de información que nos mantiene en un estado de alerta constante. La falta de descanso adecuado no solo afecta la energía diaria, sino que también impide que el cuerpo se recupere del estrés acumulado. 

Pequeños cambios, como reducir el uso del teléfono antes de dormir, leer un libro en lugar de ver televisión o practicar meditación guiada, pueden mejorar la calidad del sueño. Dormir bien es fundamental para que el sistema nervioso se regule y el cuerpo pueda restaurarse naturalmente. 

La conexión con el propio cuerpo como herramienta de bienestar 

Aprender a escuchar al cuerpo es una habilidad que pocas personas practican. Muchas veces ignoramos señales sutiles hasta que el malestar se vuelve demasiado evidente. Sin embargo, dedicar unos minutos al día a notar cómo nos sentimos físicamente puede ayudarnos a prevenir problemas mayores. 

Practicar la autoobservación sin juicios, prestando atención a cómo reaccionamos ante el estrés, nos permite encontrar formas más efectivas de gestionarlo. A veces, algo tan simple como ajustar la postura o relajar los hombros puede marcar la diferencia. 

No se trata de eliminar el estrés por completo, porque es parte natural de la vida, sino de aprender a manejarlo de manera que no afecte nuestra calidad de vida. Existen muchas formas de liberar la tensión acumulada, desde terapias especializadas hasta hábitos cotidianos. Lo importante es encontrar lo que realmente funciona para cada persona y convertirlo en parte de su rutina diaria. 

 

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¿Podría España dar la sorpresa en Eurovisión 2025?

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El próximo 17 de mayo se celebra la edición de 2025 del Festival de Eurovisión en Basilea. Un certamen que, en España, ha tenido un seguimiento desigual durante su trayectoria, pero que ahora vuelve a congregar una gran cantidad de espectadores. Concretamente, hasta 5 millones en la anterior cita, de un global de 163 millones a nivel mundial. Una vez más, toda la atención estará centrada en nuestra representación y sus opciones al triunfo, que no son especialmente optimistas, a tenor de lo que publican las webs especializadas.   

 Países favoritos para la victoria según las casas de apuestas 

Las cuotas ya elaboradas sobre Eurovisión por las casas de apuestas españolas muestran que Suecia (1,29), Estonia (7,00) y Holanda (10,00) son los claros favoritos para ganar la edición suiza. Por detrás se sitúan países como Italia e Inglaterra, habitualmente muy por delante en la clasificación de las casas de apuestas. Muy por detrás, en cambio, se encuentra España, considerada incluso fuera del Top 20 de favoritos. Pero cuidado con las sorpresas, puesto que no es la primera vez que un tema parte con pocas posibilidades sobre el papel y acaba imponiéndose. Para muestra, lo de Lordi en 2006. 

En esta ocasión, ¿sorprende lo de Suecia? No, ni ahora ni nunca. Suecia es la gran potencia del concurso eurovisivo. Es más, las malas lenguas afirman que no gana siempre porque no quiere tener que organizar el certamen cada año. Es fácil recordar a ABBA con su “Waterloo”, pero es que han sido hasta 6 veces más. La última, hace dos años, con el doblete de Loreen, que ya se había impuesto en 2012 con su temazo “Euphoria”. Para esta edición, representados por KAJ y su “Bara Dada Bastu”, se presenta con una propuesta desenfadada, bastante folclórica y extremadamente pegadiza. 

¿Qué posibilidades reales tiene España de ganar? 

Pues, a tenor de lo que escriben los portales especializados, más bien pocas. Melody consiguió el privilegio (y la pesada responsabilidad) de representar a nuestro país al ganar el Benidorm Fest hace un par de meses. La canción elegida fue “Esa diva», que muestra varias de las líneas generales que un tema para Eurovisión debe incluir, para tener opciones de éxito. Sin embargo, para algunos seguidores carece del componente refrescante que acaba por imponerse. Además, la nueva versión es más bailable, pero no necesariamente conecta mejor con el público. 

¿Cuántos Eurovisión ha ganado España hasta ahora? 

A excepción de la honrosa participación de Chanel Terrero con su SloMo (que quedó en un meritorio tercer puesto), la historia reciente de nuestro país, aún siendo un miembro perteneciente al “Big Five”, ha sido cuanto menos discreta y muy alejada del éxito de otros tiempos. Hay que remontarse 30 años para encontrar una segunda posición, la que consiguió Anabel Conde y “Vuelve conmigo”. Ni siquiera el “efecto OT” llegó a pasar de la séptima posición en 2002.        

¿Y las victorias? Bien, para eso hay que ir mucho más atrás. Concretamente, a finales de los años 60. El “Do de pecho” lo dio Massiel con su ya mítico “La, La, La”; una composición del Dúo Dinámico, que originalmente iba a cantar Serrat, pero que acabó interpretando la artista madrileña. Y, para mayor gloria, España repetiría su hazaña justo un año después, en 1969, cuando Salomé compartía la victoria con otros tres países, gracias a su “Vivo cantando”.   

Fue, sin duda, una época dorada para las participaciones españolas en el certamen, con un cuarto puesto para Julio Iglesias, un segundo para Karina y otra medalla de plata para Mocedades. Nada que ver con ocasiones más recientes, en las que parece una costumbre tener que bajar de la vigésima posición para encontrar a nuestro país. Eso sí, con la excepción ya mencionada de Chanel. 

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