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Salud y Bienestar

Orinar con sangre: Causas, síntomas y cuándo consultar a un médico

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Orinar con sangre

Orinar con sangre, conocido médicamente como hematuria, puede ser una experiencia alarmante y suele indicar algún problema subyacente en el organismo. La hematuria se clasifica en dos tipos: hematuria macroscópica, cuando la sangre en la orina es visible a simple vista, y hematuria microscópica, cuando la sangre solo es detectable a través de un microscopio en un análisis de orina. En ambos casos, es fundamental comprender las posibles causas, los síntomas asociados y la importancia de buscar atención médica adecuada.

Causas comunes de la hematuria

Existen diversas causas de hematuria, algunas de las cuales son benignas o transitorias, mientras que otras pueden indicar una afección médica más grave.

1. Infecciones del Tracto Urinario (ITU)

Las infecciones en la vejiga o en la uretra, que forman el tracto urinario inferior, son una de las causas más comunes de orina con sangre. Las ITU suelen acompañarse de otros síntomas, como ardor al orinar, necesidad urgente de orinar y dolor en la parte baja del abdomen. Las infecciones más graves, como una infección renal, pueden provocar hematuria y síntomas adicionales, como fiebre y dolor en el costado.

2. Cálculos renales o vesicales

Los cálculos, o piedras, que se forman en los riñones o la vejiga pueden causar hematuria cuando pasan a través del tracto urinario. Estos cálculos pueden dañar los tejidos y causar irritación y sangrado. Los síntomas comunes incluyen dolor intenso en el costado, la espalda o el abdomen y, en algunos casos, náuseas y vómitos.

3. Enfermedades renales

Diversas enfermedades renales pueden provocar la presencia de sangre en la orina. La glomerulonefritis, una inflamación de los glomérulos (estructuras de filtrado en los riñones), puede causar hematuria junto con otros síntomas como presión arterial elevada y edema (hinchazón) en las piernas. Enfermedades renales más graves, como el síndrome de Alport y otras afecciones hereditarias, también pueden manifestarse con hematuria.

4. Ejercicio intenso

El ejercicio vigoroso y prolongado puede causar hematuria en algunas personas, aunque se desconoce exactamente por qué sucede. Se cree que podría estar relacionado con la deshidratación o la ruptura de los glóbulos rojos en los vasos sanguíneos de los riñones. Este tipo de hematuria suele ser temporal y se resuelve con descanso e hidratación.

5. Hiperplasia prostática benigna (HPB)

En hombres mayores, la hiperplasia prostática benigna (agrandamiento de la próstata) es una causa común de hematuria. Este crecimiento benigno puede comprimir la uretra y causar irritación, infección y sangrado en la orina, acompañados de síntomas como dificultad para comenzar a orinar y necesidad de orinar con frecuencia, especialmente durante la noche.

6. Lesiones o traumatismos

Los golpes o lesiones en los riñones, la vejiga o la uretra pueden provocar sangrado en el sistema urinario. Esto suele ocurrir en accidentes automovilísticos, caídas o deportes de contacto. Las lesiones graves pueden ser peligrosas y requieren atención médica inmediata.

7. Cáncer del tracto urinario

La hematuria puede ser un síntoma de cáncer en el tracto urinario, como el cáncer de vejiga, riñón o próstata. Aunque no es común, es importante descartar el cáncer si se presenta hematuria sin causa aparente, especialmente en personas mayores de 50 años o con factores de riesgo como el tabaquismo.

8. Medicamentos y tratamientos

Algunos medicamentos, como los anticoagulantes (warfarina, heparina), pueden causar hematuria, especialmente si se usan en dosis elevadas. Además, ciertos tratamientos médicos, como la radioterapia dirigida a la región pélvica, pueden dañar los tejidos del sistema urinario y provocar la presencia de sangre en la orina.

9. Trastornos de la sangre

Los trastornos que afectan la coagulación sanguínea, como la hemofilia, la enfermedad de von Willebrand y la trombocitopenia, también pueden causar hematuria. Las personas con estas afecciones presentan sangrado más fácilmente y, en algunos casos, pueden sangrar en el sistema urinario sin una causa obvia.

Síntomas que pueden acompañar la hematuria

La hematuria puede estar acompañada de otros síntomas que pueden orientar a los médicos en el diagnóstico:

  • Dolor abdominal o en la parte baja de la espalda
  • Dolor al orinar (disuria)
  • Micción frecuente y urgente
  • Fiebre y escalofríos (en caso de infección)
  • Pérdida de peso inexplicada (posible signo de cáncer)

Es importante que cualquier persona que experimente sangre en la orina consulte a un médico para identificar la causa y recibir el tratamiento adecuado.

Cuándo consultar a un médico

Si la sangre en la orina es visible a simple vista, es importante buscar atención médica de inmediato. Incluso la hematuria microscópica detectada en un análisis de rutina debe ser evaluada, especialmente si persiste en varias pruebas. La atención médica es crucial en los siguientes casos:

  • Cuando la hematuria va acompañada de dolor intenso en el abdomen o el costado.
  • Si hay fiebre, escalofríos o síntomas de infección.
  • Si la hematuria persiste o se repite.
  • En personas con antecedentes familiares de enfermedades renales o cáncer.

Pruebas diagnósticas

Para identificar la causa de la hematuria, el médico puede ordenar:

  • Análisis de orina para detectar glóbulos rojos, infecciones o proteínas.
  • Exámenes de imagen como ultrasonido, tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM) para observar los riñones, la vejiga y el tracto urinario.
  • Cistoscopia, que permite ver el interior de la vejiga y la uretra mediante una cámara.

Tratamiento y prevención

El tratamiento de la hematuria dependerá de la causa subyacente. Las infecciones urinarias suelen tratarse con antibióticos, mientras que los cálculos renales pueden requerir medicamentos para aliviar el dolor o, en algunos casos, procedimientos para remover las piedras. La hematuria causada por medicamentos puede resolverse ajustando la dosis o cambiando de fármaco.

Para reducir el riesgo de hematuria, se recomienda:

  • Mantener una buena hidratación y beber agua regularmente.
  • Evitar el consumo excesivo de sal y proteínas, que pueden contribuir a la formación de cálculos renales.
  • Practicar una buena higiene para reducir el riesgo de infecciones urinarias.
  • Evitar el tabaquismo, que es un factor de riesgo para el cáncer de vejiga y riñón.

Conclusión

Orinar con sangre puede ser una señal de alerta importante que debe investigarse. Aunque en muchos casos la causa es benigna, como en las infecciones del tracto urinario o el ejercicio intenso, existen condiciones más graves que pueden estar relacionadas con la hematuria. Consultar a un médico ante la presencia de sangre en la orina es crucial para recibir un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado.

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¿Cuándo dejan los niños de ir al pediatra?

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¿Cuándo dejan los niños de ir al pediatra?
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El cuidado de la salud infantil es una prioridad para cualquier familia. Desde que un bebé llega al mundo, los padres comienzan a recibir visitas periódicas al pediatra, un médico especializado en la salud de los niños. Estas consultas son esenciales para el seguimiento del desarrollo físico y emocional, la vacunación, y la prevención de enfermedades. Sin embargo, con el paso de los años, surge la pregunta: ¿cuándo dejan los niños de ir al pediatra? A continuación, te ofrecemos una guía sobre este proceso y todo lo que debes saber acerca de la transición a la atención médica para adultos.

El papel del pediatra en la infancia

El pediatra es fundamental durante los primeros años de vida del niño. En sus consultas, no solo se encarga de las revisiones físicas, sino que también realiza un seguimiento del desarrollo emocional y cognitivo. Entre las principales funciones del pediatra se encuentran:

  • Control de crecimiento y desarrollo: El pediatra evalúa el desarrollo motor, cognitivo y emocional del niño. Esto incluye la observación de hitos como caminar, hablar y socializar.
  • Vacunación: Asegura que el niño reciba todas las vacunas necesarias para prevenir enfermedades graves.
  • Diagnóstico y tratamiento de enfermedades comunes: Los pediatras tratan desde resfriados y fiebre hasta problemas más complejos como infecciones o enfermedades crónicas.
  • Consejos sobre la salud y el bienestar: Los pediatras brindan orientación sobre la alimentación, el sueño, la actividad física y otros aspectos del cuidado general del niño.

¿Hasta qué edad es recomendable seguir visitando al pediatra?

Aunque la recomendación general es que los niños sigan siendo atendidos por un pediatra hasta los 14 o 15 años, esta edad puede variar dependiendo del país, la cultura y las necesidades individuales de cada niño. La transición a un médico de adultos, como un médico de familia o un internista, puede realizarse gradualmente a medida que el niño crece. Aquí te presentamos los momentos clave:

1. Hasta los 2 años: Consultas frecuentes

Los bebés y niños pequeños requieren visitas al pediatra con mayor frecuencia, debido a su rápido desarrollo y a la necesidad de seguir el calendario de vacunas. Entre los 0 y los 2 años, las consultas son habituales, ya que el pediatra monitorea el crecimiento, las enfermedades comunes y las etapas de desarrollo.

2. De 2 a 6 años: Visitas periódicas

Durante la infancia temprana, las visitas al pediatra siguen siendo necesarias, aunque no tan frecuentes. El pediatra continúa controlando el crecimiento, las enfermedades, la nutrición y el desarrollo físico. También se realizan revisiones periódicas a medida que el niño comienza la escolarización. El calendario de vacunación sigue siendo una prioridad.

3. De 6 a 12 años: Visitas anuales

A medida que el niño entra en la escuela primaria, las consultas al pediatra suelen ser anuales, salvo que haya problemas de salud que lo requieran. Durante este período, el pediatra también revisa el desarrollo social, emocional y físico, y se asegura de que el niño se esté desarrollando adecuadamente en todas las áreas. También se trata el control de enfermedades comunes y se sigue con el esquema de vacunación.

4. De 12 a 14 años: Adolescencia temprana

Cuando los niños entran en la adolescencia, las visitas al pediatra continúan siendo importantes. A esta edad, los pediatras están acostumbrados a tratar problemas relacionados con la pubertad, cambios hormonales, salud mental y orientación sobre hábitos saludables. La adolescencia es un momento crítico para la prevención de problemas como el acné, trastornos de la conducta alimentaria o problemas de salud mental.

5. ¿Cuándo se transita a un médico de adultos?

Alrededor de los 14 o 15 años, algunos pediatras sugieren que es el momento de realizar la transición a un médico de adultos, en parte debido a los cambios fisiológicos que ocurren durante la pubertad. Sin embargo, este paso no es obligatorio y depende de las necesidades específicas del adolescente. En algunos casos, especialmente si el niño tiene una afección crónica o un problema médico significativo, el pediatra puede seguir siendo el médico principal hasta los 18 años.

Consideraciones para la transición al médico de adultos

El paso del pediatra a un médico de adultos no siempre es fácil. Aquí hay algunos factores a tener en cuenta:

  • La relación con el pediatra: Muchos niños y adolescentes se sienten cómodos con su pediatra, que ha sido parte de su vida durante años. La transición puede ser emocionalmente difícil para algunos, ya que pueden sentirse inseguros al cambiar de médico.
  • El tipo de atención médica necesaria: Si el niño o adolescente tiene una condición crónica (como asma, diabetes o problemas cardíacos), es posible que necesite un seguimiento más cercano y especializado. En este caso, el pediatra podría seguir involucrado en el tratamiento hasta la edad adulta.
  • La disponibilidad de un médico de adultos: La transición también depende de la disponibilidad de un médico de adultos en la localidad, especialmente si el niño vive en una zona rural o tiene un acceso limitado a servicios médicos.

¿Qué sucede si el niño tiene problemas de salud a una edad avanzada?

Algunos adolescentes pueden enfrentar problemas de salud a medida que entran en la adolescencia. El pediatra sigue siendo la mejor opción en estos casos debido a su experiencia con problemas específicos de la adolescencia, como trastornos hormonales o emocionales, aunque los médicos de familia también están capacitados para tratar estos problemas.

¿Es posible que el niño no pase directamente al médico de adultos?

En algunos casos, los pediatras pueden seguir atendiendo a niños mayores de 15 años si la situación lo requiere, especialmente si el niño tiene condiciones médicas complejas que necesitan seguimiento. Además, en algunos países, existen clínicas de atención para adolescentes donde se puede seguir recibiendo atención especializada, pero no necesariamente bajo el marco de la pediatría tradicional.

Conclusión

El momento de dejar de ir al pediatra depende de varios factores, incluidos el desarrollo físico y emocional del niño, así como la salud y el tipo de atención médica que necesite. Aunque la mayoría de los niños hacen la transición a un médico de adultos entre los 14 y 15 años, este proceso puede ser flexible, dependiendo de las circunstancias. Lo importante es asegurarse de que el niño o adolescente reciba el seguimiento médico adecuado en todas las etapas de su vida para garantizar su bienestar.

Es fundamental que los padres y cuidadores estén atentos a las necesidades de salud de sus hijos, y si tienen dudas sobre cuándo hacer la transición o cómo, pueden consultar con su pediatra para determinar la mejor opción para el futuro de la salud de su hijo.

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