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Qué es el síndrome del impostor

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Dani Martín EUROPA PRESS

¿Sabías que 7 de cada 10 personas sufren el síndrome del impostor? Lo cierto es que se trata de un trastorno psicológico que es mucho más común de lo que parece aunque ahora esté en el punto de mira después del anuncio de la retirada de Dani Martín por sufrir este síndrome.

De hecho, si tiendes a no reconocer tus propios logros, o bien a desmerecer el empeño y el esfuerzo que has puesto en ellos bajo la creencia de que no los mereces y los atribuyes a golpes de suerte, es muy probable que lo estés padeciendo.

¿Quieres saber qué es exactamente el síndrome del impostor, cuáles son sus posibles causas y los tipos de comportamientos que existen y cómo puedes aprender a manejarlos?

¿Qué es el síndrome del impostor?

El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico que hace que aquellas personas que lo padecen sientan que nunca se encuentran a la altura de las circunstancias o que sean incapaces de aceptar que merecen lo que han obtenido como fruto de su trabajo.

Este trastorno tiene diferentes niveles y puede aparecer de manera temporal, como consecuencia de algún cambio que se haya producido en la vida personal o profesional, o prolongarse y empeorar con el tiempo. Por esta razón, es necesario identificarlo y trabajar en él, ya que puede llegar a convertirse en un obstáculo para tu desarrollo profesional.

Por lo general, todas las personas que padecen el síndrome del impostor tienden a ser inseguras, por lo que se cree que este mismo puede deberse a varios factores:

  • Dinámicas familiares disfuncionales en la infancia: cuando se somete a la persona a una gran exigencia para obtener buenas calificaciones o hay alguien cercano a quien se suele reconocer por sus logros, provoca que se generen comparaciones de manera constante.
  • Estereotipos de género: las mujeres suelen padecer en mayor medida estos trastornos a causa de las presiones que existen para conjugar la vida profesional con la exigencia social de ser madres.
  • Ser demasiado autoexigente: cuando una persona tiene expectativas excesivamente altas sobre sí misma y nunca llega a cubrirlas, esto le genera altos niveles de ansiedad y posibles bloqueos mentales.
  • Percepción distorsionada del éxito, el fracaso y la competencia: en general, estas personas tienden a hacer esfuerzos desmesurados por objetivos que después no compensan.

Como se puede percibir, el síndrome del impostor es un miedo encubierto a no estar a la altura, pese a destacar en un ámbito en particular. Un ejemplo muy claro es el de un estudiante que ha trabajado duro y se presenta a los exámenes, pero cree que no ha rendido lo suficiente o que no conseguirá buenas notas, aunque luego se sorprende con un excelente resultado.

¿Cuáles son los cinco perfiles más comunes del síndrome del impostor?

La doctora Valerie Young, pionera en el estudio de este trastorno, categorizó los comportamientos relativos al síndrome del impostor en los siguientes cinco grupos o perfiles:

  • Perfeccionista: aquellas personas que se proponen metas demasiado altas y siempre piensan que lo podrían haber hecho mejor, aunque tengan éxito.
  • Superhumano: para cubrir sus inseguridades, estas personas creen que necesitan trabajar cada vez más, lo que puede acabar perjudicando su salud mental y su relación con los demás.
  • Genio natural: son quienes suponen que todo debe salirles al primer intento o de forma fluida, y se frustran cuando no es así.
  • Individualista: escogen hacerlo todo por su cuenta y sin pedir ayuda a los demás por temor a que se evidencien sus supuestas incapacidades.
  • Experto: consideran que no han sido honestos y tienen miedo a que los descubran.

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Claves para que las vacaciones no acaben con la relación de pareja

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Claves para que las vacaciones no acaben con la relación de pareja

Los expertos en terapia de pareja del gabinete de psicología Psicólogos Málaga PsicoAbreu destacan que de forma frecuente las parejas atribuyen sus problemas a la rutina, el estrés diario y el trabajo; esperando que al llegar las vacaciones desaparezcan todas las dificultades.

Sin embargo, los problemas suelen tener poco que ver con factores externos, y por tanto, al llegar las vacaciones y pasar más tiempo juntos, los desencuentros afloran con mayor ímpetu que el resto del año.

Ana Romero Gómez, psicóloga, afirma que «la rutina, aunque de forma popular tiene una mala reputación, es un factor necesario para las personas, y también para las parejas, pues cubre una necesidad de los seres humanos, la seguridad.

Verano: clave para unir o separar

Si no existen problemas relevantes de fondo, entonces, el verano constituye una oportunidad para reforzar a la pareja, que al contar con más tiempo libre, interaccionan, se comunican más y tienen más ocasiones para resolver los conflictos.

Además, las vacaciones constituyen una oportunidad única para aumentar las relaciones sexuales, al disponer de más tiempo libre y menos obligaciones».

En definitiva, la época de vacaciones aleja del estrés diario, pero constituye en sí misma una situación estresante, pues supone un distanciamiento con la rutina y la necesidad de seguridad.

Ante dicha situación, las parejas sólidas, saldrán más reforzadas, pero las que presenten problemas de fondo se enfrentarán a una situación de riesgo para la continuación de la relación.

Claves para que las vacaciones no acaben con la relación de pareja:

  • Mantener una actitud abierta. Las vacaciones constituyen una oportunidad para explorar sitios nuevos, conocer gente, culturas o costumbres diferentes. Esto genera emociones positivas, fomenta la creatividad y promueve mayores niveles de bienestar.

 

  • Escoger el destino de forma conjunta. Hay que olvidarse de la creencia errónea de escoger el destino que más ilusión le hace a la pareja para que sea feliz. Es importante que el lugar escogido le guste a ambos miembros de la pareja, así, si surge algún imprevisto, no habrá lugar para los reproches.

 

  • Compartir actividades. Planificar actividades que resulten atractivas para ambos favorece el lazo de unión, aumenta la sensación de satisfacción, promueve la interacción y el contacto.

 

  • Respetar el espacio propio. Tampoco hay que olvidarse de uno mismo, es fundamental que cada miembro de la pareja mantenga su propio espacio y sus propias actividades de forma independiente, esto proporciona oxígeno, implica negociar y comunicarse, y promueve la independencia y la autosatisfacción.

 

  • Manifestar conductas de afecto y respeto. Promover la intimidad, cuidar la parte afectiva, las muestras de cariño y las relaciones sexuales genera emociones positivas y promueve mayores niveles de satisfacción en la relación.

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