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Valencia

València es la ciudad con el agua más cara de España

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Agua saliendo por un grifo en una imagen de archivo. EFE/Archivo
Sevilla/València, 17 ene (OFFICIAL PRESS- EFE).- La factura del agua ha variado hasta un 434,8 % según la ciudad en la que se reside, y València es la ciudad peninsular que tiene las tarifas más caras, según revela un estudio realizado por la organización de consumidores Facua sobre las tarifas para el año 2022 del suministro domiciliario de agua en 57 ciudades españolas.

El estudio, finalizado en diciembre, abarcó a todas las capitales de provincia y de comunidades autónomas, como Santiago de Compostela y Mérida, además de las dos ciudades autónomas y otras como Gijón, Jerez de la Frontera y Vigo, que tienen una mayor población que sus respectivas capitales de provincia.

València, el agua más cara de España

Los resultados pusieron de manifiesto que València es la ciudad peninsular con las tarifas más caras para los dos perfiles de consumo analizados (9 y 13 metros cúbicos mensuales) y los calibres de contador (813 y 15 mm) seguida de Murcia.

En el caso de los contadores de 13 milímetros, la capital valenciana encabeza un listado que completan Ceuta, Murcia, Cádiz y Huelva cuando el consumo es de 9 metros cúbicos; y Murcia, Ceuta, Huelva y Cádiz cuando el mismo es de 13.

Cuando el contador es de 15 milímetros, Ceuta encabeza una lista en la que también aparecen Valencia, Murcia y Huelva, que son las cuatro ciudades más caras sin importar el consumo, grupo al que se uniría en cuarta posición Santa Cruz de Tenerife, según unas tarifas aprobadas recientemente que, sin embargo, no se reflejan en ningún contador de este tipo, señala Facua.

Las ciudades más baratas

En el otro extremo, León, Palencia, Soria, Oviedo y Ourense son las ciudades con tarifas más baratas, entre las que también llegan a encontrarse Guadalajara o Lugo.

De las 57 ciudades que han formado parte de la muestra, 22 han modificado sus tarifas en 2022, produciéndose la mayor subida en León (de un 20,3 % a un 29,2 %) a pesar de seguir siendo la ciudad más barata, mientras que en Cádiz y Castellón han bajado levemente, un 0,3 % y un 0,4 % respectivamente.

Las variaciones tarifarias suponen al año hasta un 364,7 % de diferencia en el caso de viviendas con un consumo de 9 metros cúbicos mensuales y un calibre de 13 milímetros, y de un 316,3 % si el consumo es de 13 metros cúbicos, mientras que si el calibre es de 15 milímetros, la diferencia aumenta y se va hasta un 434,8 % para un consumo de 9 metros cúbicos y un 340,9 % para uno de 13.

Debido a ello, Facua reclama a los ayuntamientos que adopten un sistema progresivo de tarificación que refleje mejor el consumo de los hogares por número de habitantes, además de reivindicar la inclusión de tarifas sociales de carácter social que tengan en consideración colectivos desfavorecidos, medida que ya se pone en práctica en 38 de las ciudades analizadas donde el precio puede rebajarse, fundamentalmente, por ser familia numerosa o residir en un hogar con más de un número determinado de convivientes.

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Valencia

El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita

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El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita
El president de la Generalitat, Carlos Mazón. EFE/ Biel Alino/Archivo

La catástrofe desencadenada por la DANA del 29 de octubre de 2024 en la Comunitat Valenciana, que dejó un lacerante saldo de más de 229 víctimas, no puede quedar impune. Más allá del dolor humano y de la reconstrucción material, está la responsabilidad política. Y en ese terreno, Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, acumula mentiras, contradicciones y el profundo desgarro de quienes lo perdieron todo. Por dignidad, por ética y por justicia, Mazón debe dimitir.

Una gestión inexcusable

Cuando la alerta roja estaba activada, Mazón estaba ausente del lugar que le correspondía. Según los informes oficiales, llegó al comité de crisis (CECOPI) a las 20:28 horas, cuando ya se había emitido la alerta a la población minutos antes. No fue un “error de agenda”, sino un fallo estructural que costó vidas.

Mientras Valencia vivía una riada devastadora, el presidente se encontraba en una comida privada en lugar de supervisar la emergencia. Su entorno lo justificó como una reunión de trabajo, pero el contexto lo desmiente: fue ausencia, negligencia y falta de liderazgo.

La falta de movilización de efectivos tampoco puede justificarse. Los informes cruzados detectan irregularidades en el número de bomberos y medios activados. Cuando una emergencia reclama transparencia, los datos confusos o manipulados son una afrenta.

Mentiras, contradicciones y silencio

Mazón ha intentado derivar responsabilidades hacia la Agencia Estatal de Meteorología o la Confederación Hidrográfica del Júcar, en lugar de asumir el liderazgo que su cargo exige. Cuando el caos se instala, quien gobierna debe estar al frente, no buscando culpables.

Peor aún, ha ofrecido versiones cambiantes sobre su paradero, sus llamadas y las decisiones adoptadas aquel día. La investigación judicial avanza con pruebas que desmontan la versión oficial. Cuando un líder debe explicar dónde estaba durante una tragedia, el problema ya no es circunstancial: es estructural.

Las víctimas, traicionadas

No basta con lamentar lo sucedido cuando la dignidad exige acción. Las asociaciones de víctimas han expresado su malestar y exigido respeto ante la falta de explicaciones claras. “Estar con las víctimas también implica asumir responsabilidades”, repiten familiares que aún esperan una disculpa sincera.

No es solo la ausencia inicial. Es el desfile de versiones, el silencio, la falta de empatía y la reconstrucción lenta. Mientras las familias siguen llorando, el presidente intenta sostener su imagen pública como si nada hubiera ocurrido.

La única salida digna: la dimisión

Integridad política. Quien incumple los principios básicos de responsabilidad pierde la legitimidad para seguir al frente.

Justicia para las víctimas. Pedir perdón no basta cuando no se explica con claridad, cuando no se asumen errores ni se ofrecen soluciones. Las víctimas merecen que se depuren responsabilidades reales.

Confianza institucional. La credibilidad de la Generalitat se resquebraja cuando su presidente ofrece explicaciones tardías, contradictorias y evasivas. Eso no solo afecta a Mazón, afecta a toda la Comunitat Valenciana.

Renovación del liderazgo. El desastre del 29-O no puede cerrarse con un “sigo al mando”. Hace falta un relevo que reconstruya no solo los territorios inundados, sino también la confianza de los ciudadanos.

La responsabilidad compartida

Los silencios cómplices también pesan. Los partidos que sostienen a Mazón deben preguntarse si su apoyo es ético o meramente político. Cada día que pasa sin rendir cuentas es una herida más para las víctimas y una mancha más para las instituciones.

La dimisión no sería una derrota política, sino un acto de respeto hacia los que sufrieron, hacia los que murieron y hacia toda una sociedad que exige transparencia y verdad.

La tragedia del 29 de octubre no son solo cifras. Son vidas, familias, municipios arrasados y una sociedad herida. Carlos Mazón mantuvo su comida en El Ventorro cuando la provincia se inundaba, cambió versiones cuando se investigaba y continúa en el cargo pese al clamor ciudadano.

Por integridad, por dignidad, por justicia: Carlos Mazón debe dimitir.
Y quienes lo sostienen, deberían preguntarse si su silencio también los convierte en responsables.

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