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Fallas

València desafía el calor y empieza a tejer de flores el manto de su Virgen

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medidas covid fallas 2022
EFE/Ana Escobar

València, 3 sep (EFE).- València, tras el intenso episodio de lluvia del primer día de las Fallas, desafía ahora el bochorno y el calor y, en el ecuador de sus fiestas, ha empezado a tejer con flores el manto de la su Virgen en la primera de las tres sesiones de una atípica Ofrenda, sin público y con mascarillas como complemento, a causa de la pandemia.

Cientos de falleras han desfilado por la plaza de la Virgen para cumplir con el tradicional y emotivo acto de ofrenda floral a la patrona, conocida cariñosamente como «Geperudeta», con un nuevo recorrido para evitar el gentío, en filas de cuatro, distancia de seguridad y pertrechadas con mascarillas.

Con termómetros que llegaban a los 30 grados en algunos puntos, la plaza ha acogido a las falleras que, pese a que se había permitido una indumentaria «más ligera», llevaban en algunos casos corpiños negros y de manga larga como manda la tradición fallera, desafiando el calor, que combatían con agua y abanicos una vez habían dejado su ramo.

Un ambiente desangelado sin el aliento del público que habitualmente llena la plaza, sus aledaños y parte del recorrido, para aplaudir y piropear a las falleras, ha convertido la plaza en un lugar «extraño» como «el rodaje» de una película, como ha contado a EFE Rafa Chordá, el coordinador de los vestidores de la virgen.

Se trata de un equipo de cincuenta personas, que con precisión y sincronía, van recogiendo los ramos -este año mayoritariamente blancos de margarita y clavel- y se los pasan a los compañeros que están arriba del catafalco y los colocan en el lugar exacto del manto en función del diseño de cada año.

Algo que la pandemia también ha cambiado porque como solo desfila entre un 30 y un 40 % de la gente habitual -fueron récord de casi 109.000 en 2019-, no se ha podido hacer una previsión de flores y de colores y ha sido «imposible» hacer un diseño, según Chordá, quien confía en poder tener flores suficientes para «hacer un manto digno», que este año será multicolor «como antaño».

«Lo que más se extraña es el publico y eso genera un vacío raro», ha confesado el vestidor, poco antes de que empezara el desfile de comisiones falleras que con las notas de las bandas de música de fondo han anunciado su llegada a la plaza poco después de las 17 horas.

Lo que ni la pandemia ni el calor ha podido vencer es la emoción que destilan las falleras y falleros, que no pueden esconder sus lágrimas cuando levantan la cabeza hacia la Virgen y le mandan besos a través de unas variadas mascarillas, desde quirúrgicas a FFP2, otros con el logo de las comisiones e incluso a juego con la tela de los trajes.

Tampoco ha cambiado la tradición familiar de este acto, ya que se ven familias enteras desfilando, y desde bebés en carritos a los que vencía el sueño o en brazos de sus orgullosos padres a señoras septuagenarias, que no han querido perderse el acto después de casi dos años de espera.

Ha sido notable la ausencia de mimos, músicos o grupos de baile, que suelen aprovechar el gentío que llena València en sus cinco días grandes -suelen ser sobre el millón de visitantes- para demostrar su arte callejero, pero las terrazas estaban llenas y había colas las heladerías para combatir las altas temperaturas.

Pero eso ha sido en las calles aledañas a la plaza de la Virgen, cuyo acceso estaba acotado por vallas que impedían a la gente ver a menos de 50 metros el desfile ante al patrona como medida disuasoria a que se pudieran concentran e incluso a los que se acercaban había policías que les invitaban a verlo «mejor» por televisión.

En las calles del recorrido de la Ofrenda, el Ayuntamiento ha obligado a cerrar bares y restaurantes, lo que ha generado el malestar de la Coordinadora de la Hostelería de Barrios de València, que ven la decisión «improvisada e injustificada» y que creen que podría dar lugar a una demanda colectiva por daños y perjuicios.

La fallera Mayor Infantil Carla García y su corte de Honor serán las últimas en desfilar esta noche, antes del toque de queda que rige en la ciudad, a la espera del esprint final en un fin de semana que verá culminar con otro día de Ofrenda y la Cremà unas atípicas Fallas en septiembre.

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Fallas

Fallece Carmen Bueso, alma de «Flor» y referente histórico de la indumentaria valenciana

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Fallece Carmen Bueso
Carmen Bueso

La indumentarista que marcó una época deja un legado imborrable en el arte de vestir a las falleras mayores y cortes de honor de València

VALÈNCIA, 29 MARZO 2025 – La indumentaria tradicional valenciana está de luto. Carmen Bueso, conocida por todos como Carmen “Flor”, ha fallecido dejando un vacío imposible de llenar en el corazón de las Fallas. Su nombre ha estado unido durante décadas a la elegancia, la excelencia artesanal y el profundo respeto por la tradición. Con su partida, València pierde a una de las figuras más queridas y relevantes del mundo fallero.

Aunque recientemente se había jubilado tras cerrar su tienda de la calle Conde Altea, su legado sigue vivo en cientos de trajes que continúan desfilando por la ciudad cada mes de marzo. Su marca, “Flor. Carmen Bueso”, fue sinónimo de calidad, estilo y cariño por los detalles.

De una paquetería de barrio a vestir a las falleras mayores de València

El germen de su trayectoria profesional nació en la Paquetería Flor, un pequeño comercio junto al Mercado de Colón gestionado por la familia de su esposo, Manuel Flor. En su acogedora esquina de Conde Salvatierra, Carmen comenzó haciendo composturas y arreglos, hasta que un día decidió ir más allá: empezó a confeccionar trajes a medida con un pequeño equipo en Benimàmet, mucho antes de que el concepto de “tienda de indumentaria fallera” estuviese consolidado.

Su trabajo pronto se hizo conocido entre clientas exigentes del Pla del Remei y la Gran Vía, y su habilidad con el hilo y la aguja la catapultó a lo más alto del sector.

El espolín «Soto» y un momento para la historia

Uno de los momentos más emblemáticos de su carrera llegó en 1999, cuando su sobrina, Lola Flor Bustos, fue proclamada fallera mayor de València del año 2000. Fue Carmen quien la vistió de arriba a abajo, confeccionando con su equipo en Benimàmet el histórico espolín “Soto” de color paja, tejido por Garín. Fue, además, el último traje de exaltación no entregado por el Ayuntamiento, en una época en la que las falleras mayores aún vestían trajes confeccionados por familiares o indumentaristas de confianza.

Ese momento marcó el paso de Carmen Bueso de modista a icono.

Lola Flor

El salto a su tienda en Conde Altea y una clientela de élite fallera

Con el nuevo milenio, Carmen decidió dar un paso más y abrir su propia tienda bajo su nombre: “Flor. Carmen Bueso”. Durante más de dos décadas, este espacio fue referente indiscutible en el sector de la indumentaria valenciana, por donde pasaron falleras mayores como Sara Martín, Lucía Gil, Gloria Martínez, Marta Reglero, Nela Ayora o Inmaculada Asensi, así como decenas de componentes de las cortes de honor.

Incluso fue pionera en diseñar los primeros justillos para la “dansà” en el año 2008, cuando esa prenda no era aún habitual.

La tradición familiar también continuó con las nuevas generaciones: su sobrina nieta, Lola López Flor, hija de la fallera mayor del año 2000, fue componentede la corte de honor infantil de 2024. Un legado que se ha transmitido con orgullo y pasión.

Una jubilación que no pudo disfrutar

En 2024, Carmen bajó la persiana de su tienda con la satisfacción del deber cumplido. Se retiraba para disfrutar de una merecida jubilación, traspasando el negocio y cerrando un capítulo brillante de su vida. Lamentablemente, su fallecimiento prematuro ha impedido que disfrute plenamente de esa nueva etapa.

GALERÍA| La espectacular indumentaria de los hijos de Lola Flor

Reconocimiento en vida: premio Joia del Gremio de Sastres y Modistas

En junio de 2023, Carmen Bueso recibió uno de los galardones más emotivos: el premio Joia del Gremio de Sastres y Modistas de la Comunitat Valenciana, en reconocimiento a una vida entera dedicada al arte textil.

“Nunca hubiera imaginado un final así a mi trayectoria profesional, rodeada de tanta gente que quiero, de personas maravillosas que me he encontrado a lo largo de este camino”, escribió entonces, visiblemente emocionada por el homenaje.

Un legado que se viste, no se olvida

A diferencia de otras disciplinas efímeras de la fiesta, como la pirotecnia o la creación de monumentos falleros, el arte de la indumentaria permanece. Los trajes de valenciana confeccionados por Carmen seguirán vivos en cada desfile, cada exaltación y cada “mascletà”, recordándonos que fue ella quien los hizo posibles.

Cada vez que uno de sus espolines salga del armario, alguien recordará: «Esto es un Flor».

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