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‘Veintitrés fotografías’, la exitosa novela de la valenciana Sònia Valiente

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'Veintitrés fotografías', la exitosa novela de la valenciana Sònia Valiente
Sònia Valiente

Sònia Valiente publica su primera novela, Veintitrés fotografías, una historia ambientada en su Valencia natal donde ha construido con talento y destreza narrativa una historia coral que aúna el amor y la intriga con un mensaje potente: la búsqueda de la verdad es la búsqueda de una misma.

‘Veintitrés fotografías’, de Sònia Valiente

Sol es una publicista de treinta y ochos años en plena crisis laboral y sentimental. Un día, por impulso, compra una cámara analógica en el Rastro madrileño. Cuando revela el carrete, descubre veintitrés fotografías que muestran la boda de una pareja. Sintiendo una llamada del pasado, se obsesiona con los novios y con un hombre misterioso que destaca entre los in- vitados. Cuando decide investigar sobre ellos, surgen las preguntas: ¿quiénes son los protagonistas de esas fotos?, ¿dónde están?, ¿siguen vivos? Sol todavía no sabe que la historia que encierran esas instantáneas dinamitará su vida por completo.

El paseo de La Alameda, el Mercado de Colón, el Museo de L’Almoina o La Fábrica de Hielo son algunos de los lugares que recorrerá la protagonista. Una trama coral, compleja, en dos planos temporales que enamoró a Plaza y Janés por la construcción de unos personajes tan rotos a los que dan ganas de abrazar. «Nos gustó mucho eso, la soledad de los personajes, –afirma Alberto Marcos, editor de Plaza y Janés– y el personaje de Sol, la protagonista, que busca la verdad pero también a sí misma, una chica perdida que solo quiere encajar. Pero lo que más nos sorprendió, sin duda, es que València es un personaje más. La descripción que hace Sònia del ambiente, de los lugares nos pareció casi un retrato, una foto fija de la ciudad».

«Desde pequeña he sido muy lectora y en los 80 y 90 los grandes libros que caían en mis manos siempre se desarrollaban en otra par- te: París, Boston, Maine, Barcelona, Madrid… Eso, afortunadamente, ha cambiado mucho pero continuaba echando de menos una no- vela en la que los personajes recorrieran las mismas calles que hacía yo. Que tuvieran mis mismos problemas y anhelos. Nada de vidas maravillosas que me quedaban como muy alejadas. Creo que València es un escenario de novela maravilloso porque la ciudad es un crisol social y he querido retratar a personajes que hacen lo que pueden, que están atrapados en vidas que no soportan ya sea en la Gran Vía o en el Barrio de la Luz».

Sònia Valiente

DE ALUMNA A ESCRITORA DE ÉXITO

La intrahistoria de Veintitrés fotografías da para otra novela. Por su sexto aniversario de boda, el marido de Sònia le regaló un curso de escritura creativa de Rosa Montero, de Escuela Cursiva. La escuela online de escritura de Penguin Random House. Después, vinieron dos cursos más y muchos meses de intenso traba-

jo hasta que Valiente finalizó el libro. «Cuando acabé la novela no sabía muy bien qué hacer con ella. Para mí ya era un hito en sí mismo haberla escrito con 47 años. Cuando me enteré que Rosa Montero venía a la Fira del Llibre fui a su firma y me puse a llorar como una tonta. Solo quería darle las gracias por haberme enseñado a sentirme capaz. Me dijo que, si se publicaba, le encantaría leerla». Casi un año después, Valiente se puso en contacto con ella y Montero no solo leyó Veintitrés fotografías sino que la respaldó con una emotiva frase para la faja del
libro. «Los sueños se cumplen» –afirma Valiente– «de alumna de Rosa Montero a publicar en la colección Éxitos de Plaza y Janés, colección donde editan a Stephen King, Julia Navarro o Isabel Allende, ¿te lo puedes creer?»

UNA HISTORIA BASADA EN HECHOS REALES

El germen de la novela Veintitrés fotografías está basado en una historia real que publicaba BBC News en diciembre de 2016: «El misterio de las fotos de boda sin revelar encontradas dentro de una cámara». En este sentido, desde la editorial afirman: «El tema de las fotografías y de la búsqueda de la identidad nos pareció

muy universal. A veces las novelas están ahí. Solo hay que hacerse las preguntas adecuadas como ¿qué haría una mujer con una cámara de fotos analógica que contuviera un carrete? O, ¿qué pasaría si esa mujer tuviera una vida de la que quisiera escapar? Y Sònia lo ha hecho».

«Una primera novela ingeniosa y vibrante que late de vida entre tus dedos y con la que muchas personas se van a sentir identificadas».

Rosa Montero

«Todas las historias deberían tener una canción, un libro y una peli. Y ésta, los tiene».

Máximo Huerta

FRAGMENTOS DEL LIBRO

«El paseo de la Alameda de Valencia es un gran escaparate. La gente bien acude a reunirse en las terrazas, pero sobre todo a dejarse ver».

«Veía desfilar a las Pititas de la ciudad con sus zapatillas «carisísimas», sus gafas enormes. A régimen eterno. Besadas por el sol, estiradas lo normal. Con los pechos en su sitio, y el volumen en mute. Como si tener dinero consistiese precisamente en que no se notara».

«Y, bueno, ella solo está cansada. De irse a la cama baldada. De tener que decidir entre ver una serie o masturbarse antes de dormir y elegir lo primero porque hasta tocarse le produce una pereza indescriptible. Porque ha perdido la cuenta del tiempo que nadie la roza. La cuenta del último abrazo.»

«Hay un momento en las aventuras en el que se pueden parar. Pero simplemente no se quiere. El cerebro solo quiere saciarse. Quiere follar».

«Y continuó caminando, conteniendo la respiración, en un estado de apnea permanente mientras esperaba para respirar el próximo fin de semana, el próximo puente, el ansiado ve- rano».

«Liarse con alguien comprometido es convertirse en su tamagotchi. Dependencia máxima. La verás cuando ella quiera, follaréis cuando ella pueda».

«Siempre ha pensado que se puede saber mu- cho de las personas por su modo de hacer las fotos. Las fotografías cuentan una historia, pero también retratan al autor sin remedio».

SÒNIA VALIENTE: LA AUTORA

Sònia Valiente (Valencia, 1975) es periodista de formación y vocación. Licenciada en Publicidad y doctora cum laude en Comunicación, ha desarrollado su trayectoria profesional tanto en agencias como en medios de comunicación (RTVV, Mediaset, Vocento) siendo columnista de Las Provincias durante más de una década.

Autora de diferentes libros de marketing y divulgación, Veintitrés fotografías es su primera novela con Plaza & Janés.

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El misterio del nicho 1501 del cementerio de Valencia

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El misterio del nicho 1501
El misterio del nicho 1501 del cementerio de Valencia

El Cementerio General de València esconde una curiosa historia en la que el amor, la desgracia, el terror y la fortuna se dan la mano. La historia de un nicho, el nicho de Emilia. Un enigmático caso que parece salido de la mente de Edgar Allan Poe Lovecratf, pero que es real y nos vuelve a confirmar que la realidad supera siempre a la ficción.

Para conocer quien descansa en el nicho 1501 y la historia olvidada que allí yace, debemos trasladarnos hasta finales del siglo XIX. Vicente García Valero era un actor y autor teatral nacido a mediados del siglo XIX que se enamoró perdidamente de Emilia Vidal Esteve. A pesar de su juventud, él contaba con 15 años y ella con 13 no tardaron mucho en casarse.

El trabajo de Vicente le llevó a trasladarse a Madrid, donde un día la alegría se transformó en desgracia cuando la joven falleció 1876 por un brote de fiebres tifoideas. 

El misterio del nicho 1501

Su cuerpo fue enterrado en una fosa común debido a que la familia no podía costear los gastos, pero el actor quiso recuperar el cuerpo de su amada costara lo que costara y finalmente logró exhumarla de manera clandestina casi dos años más tarde en el día de Nochebuena de 1877. Cuentan que Vicente tuvo que sobornar con dinero al sacerdote que pocas semanas atrás había enterrado a la chica.

Cuando abrió el féretro, Vicente relató que la joven «parecía como dormida». Tal vez lo viera así fruto de su enamoramiento ya que por el tiempo transcurrido su estado debía ser el de putrefacción y descomposición.

250 pesetas fue el precio que le tocó pagar, sin duda toda una pequeña fortuna para la época, para hacerse con el nicho número 1501 a perpetuidad. Y allí en el Cementerio General de València descansa desde entonces.

El tiempo pasó y Vicente se casó con Ángela, la hermana de su difunta esposa. Pero la historia no queda ahí, ya que el matrimonio tuvo una hija, a la que curiosamente llamaron Emilia, el mismo nombre que el amor de su vida.

Porque Vicente seguía obsesionado con su primera mujer. No la podía olvidar, y así lo demostraba cada año, mandando todos los 1 de noviembre dinero al cementerio para que limpiaran el nicho y lo adornaran de flores, hechos que relata él mismo en su libro ‘Páginas del pasado’.

Pero la desgracia volvió de nuevo a su vida con la muerte de su hija a la edad de 4 años y la de su esposa. Duro es el testimonio de un cartero, que fue testigo de la muerte de la pequeña cuando acudió a la casa para entregar un correo y le abrió la puerta Vicente con su hija en brazos. El cartero pensó que la niña estaba dormida y García Valero le respondió «no, está muy dormida, esta muerta.»

Pero en la mente de Vicente permanecía Emilia. No podía olvidar su recuerdo y tal vez fuera por eso que se volviera a casar con la otra hermana, Amparo. ¿Buscaba en ellas a su amada?

El décimo 1501

Si el relato hasta el momento es ya sorprendente todavía faltaba una última vuelta de tuerca. Un nuevo giro que hace de esta, una historia increíble pero cierta. Vicente, dedicó su vida al teatro, repartiendo su tiempo entre Madrid y València, pero tomando como residencia la capital de España. Allí le inundó la pena y tristeza por estar tan lejos del nicho de su amor a pesar de encargarse desde la distancia de su cuidado.

Hasta que un día dejó de enviar dinero. Era el 1 de noviembre de 1911 y su situación económica había empeorado por lo que no pudo hacer que limpiaran la lápida y le colocaran flores. Pero por fin a Vicente García Valero le iba a sonreír la suerte. El destino o lo que ahora llaman karma o tal vez, quien sabe si su amor, le iba a devolver todo el cariño que le había dedicado Vicente durante años.

Caminando por una administración de lotería próxima al teatro Apolo, Vicente vio un décimo y lo compró. Era el 1501.  En el sorteo del 10 de octubre de 1912 su número fue premiado con 6000 pesetas de la época. “Tantos años enviando dinero a mi amada y ahora es ella la que me lo devuelve”, exclamó Vicente según narra en su libro de memorias.

Ahora Vicente podía seguir pagando los arreglos y cuidados de la lápida cada 1 de noviembre. Y así lo hizo hasta que le llegó la muerte en Madrid el 12 de octubre de 1927. Y allí lejos de su amada se piensa que está enterrado.

Hoy en día nadie se acuerda ya del nicho 1501. La inscripción de la lápida está casi borrada por el paso del tiempo. “Recuerdo de V. García Valero” se puede leer.

Pero desde hace unos años, alguien coloca flores en el nicho 1501…

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