Salud y Bienestar
Vitrificación de ovocitos, la solución efectiva para prevenir la infertilidad asociada a la edad
Publicado
hace 7 añosen
Uno de los cambios sociales más constatados en los últimos años es el del aumento de la esperanza de vida, y con ello, de la longevidad. Un deseo hecho realidad para muchos que, sin embargo, también presenta algunos condicionantes y factores de riesgo a tener en cuenta como las enfermedades asociadas a la edad.
Todos estos aspectos se han abordado en el ‘Longevity World Forum’, el primer encuentro sobre longevidad y Genómica de Europa, que se ha celebrado en València, con la finalidad de mejorar la calidad de vida y prevención de las enfermedades asociadas al envejecimiento.
Estas jornadas, que han servido para presentar los últimos avances en medicina de precisión, han contado con la presencia de líderes mundiales de la comunidad científica, cuyas sesiones se han centrado en profundizar en la genómica de la longevidad, en el papel de la dieta y el ejercicio físico para mejorar la calidad de vida, así como en la medicina preventiva de enfermedades relacionadas con la longevidad.
Arancha Galán Rivas, embrióloga y subdirectora del Laboratorio FIV de IVI Valencia, ha sido una de las responsables en exponer una de las técnicas de reproducción asistida como una de las formas de prevenir la infertilidad asociada a la edad: la vitrificación de ovocitos.
Estudios recientes confirman la maternidad tardía como una de las consecuencias del cambio social, pero cabe tener en cuenta que, a mayor edad, menor es la tasa de fecundidad, cuyo porcentaje de éxito de embarazo natural decae de manera exponencial a partir de los 35 años.
La vitrificación de ovocitos es una de las soluciones más efectivas que dan respuesta no solo a ese deseo de ser madre a una edad más avanzada, sino, tal como ha explicado la embrióloga Arancha Galán, también sirve de garantía para aquellas mujeres que se someten a esta técnica por “razones médicas como puede ser sufrir un cáncer, o enfermedades que requieren de quimioterapia, o bien, aquellas que padecen endometriosis o tienen una reserva ovárica baja”.
Galán ha especificado que estudios llevados a cabo por la Fundación IVI señalan que “el perfil de mujer que opta por la vitrificación es, en su mayoría, soltera, heterosexual, con formación universitaria y con una edad comprendida entre los 36 y 39 años. Hoy en día, con la preserva de la fertilidad por motivos sociales, conseguimos un alto porcentaje de supervivencia de los ovocitos vitrificados en pacientes de hasta 35 años, con una tasa que supera el 90%, un resultado muy en línea con la necesidad de adelantar la edad a la que se preserva la fertilidad”. Y es que “el riesgo de no poder tener hijos cuando se desean aumenta hasta un 35% a partir de los 40 años”, ha recalcado Galán.
Por tanto, la vitrificación se presenta como una de las opciones “más seguras, eficaces, rentables económicamente y éticamente aceptables” para asegurar un embarazo a una edad más tardía. Galán ha remarcado que el coste de congelar ovocitos es más ventajoso que los procesos de Fecundación In Vitro (FIV), “especialmente en aquellas mujeres de 35 años que posponen su maternidad hasta los 40 años”. Esto se debe a la posibilidad de emplear óvulos que mantienen la misma calidad que tenían antes de su vitrificación.
Con la rapidez con que avanza la ciencia, la embrióloga de IVI Valencia ha señalado el trasplante ovárico de células madre (ASCOT) como otra de las técnicas que en un futuro próximo cobrarán protagonismo para potenciar la fertilidad, especialmente en aquellas pacientes con baja reserva ovárica. De hecho, se han conseguido cinco embarazos y ya han nacido tres bebés fruto del uso de esta innovadora técnica, en el que IVI es pionero.
Publicado
hace 2 díasen
26 noviembre, 2025
Las gambas son uno de los mariscos más populares en la gastronomía, especialmente en celebraciones y cenas festivas. Su carne tierna y sabrosa es un manjar que muchos disfrutan en una gran variedad de platos, pero una parte de la gamba que causa controversia es su cabeza. Hay quienes disfrutan chupar las cabezas de las gambas para aprovechar todo su sabor, mientras que otros se abstienen de hacerlo por diversas razones. Entonces, ¿es seguro chupar las cabezas de las gambas? Aquí te contamos por qué es recomendable evitar esta práctica.
Las cabezas de las gambas contienen una gran cantidad de jugos y una sustancia gelatinosa que, para muchos, tiene un sabor muy intenso y delicioso. Sin embargo, esta «delicadeza» puede ser más problemática de lo que parece.
Una de las razones principales para evitar chupar las cabezas de las gambas es que estas partes del marisco pueden concentrar una gran cantidad de contaminantes. Las gambas, como otros mariscos, filtran el agua mientras se alimentan, lo que significa que las toxinas, los metales pesados, los pesticidas y los productos químicos presentes en el agua pueden acumularse en sus sistemas digestivos, especialmente en las cabezas.
Uno de los metales pesados más peligrosos que se acumula en las cabezas de los crustáceos es el cadmio, un metal tóxico que puede tener efectos nocivos a largo plazo. El cadmio se encuentra principalmente en la cabeza de las gambas, cigalas, langostinos, cangrejos y otros crustáceos, ya que es una zona donde se concentra una mayor cantidad de residuos provenientes de su sistema digestivo.
Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), es conveniente «limitar en la medida de lo posible» el consumo de la carne localizada en la cabeza de estos crustáceos para evitar la acumulación de cadmio en nuestro organismo. Este metal pesado es altamente perjudicial para la salud humana, ya que se acumula lentamente en los órganos, principalmente en el hígado y los riñones.
El cadmio tiene un potencial cancerígeno y su eliminación del organismo es extremadamente lenta, lo que significa que puede permanecer en el cuerpo durante años, incluso décadas. El cadmio tarda entre 10 y 30 años en eliminarse, lo que incrementa su peligrosidad con el paso del tiempo.
El consumo de mariscos crudos o mal cocidos, incluida la práctica de chupar las cabezas, puede aumentar el riesgo de contraer infecciones bacterianas o parasitarias. Las gambas pueden albergar bacterias como Vibrio o Salmonella, que son responsables de enfermedades transmitidas por alimentos. Aunque el proceso de cocción suele eliminar estas bacterias, algunas veces los jugos concentrados en las cabezas pueden no estar completamente libres de bacterias, especialmente si las gambas no se han cocinado de manera adecuada.
En el sistema digestivo de las gambas, particularmente en las cabezas, se encuentran restos de su alimentación, como pequeños organismos o residuos que no siempre son visibles a simple vista. Al chupar la cabeza, podrías estar ingiriendo estos residuos, que, aunque no sean peligrosos en su mayoría, pueden resultar poco agradables o incluso causar malestar digestivo en algunas personas, sobre todo si el marisco no ha sido completamente fresco.
Para ciertos grupos de personas, como las mujeres embarazadas, los niños pequeños, las personas con sistemas inmunológicos comprometidos o las personas mayores, el riesgo asociado a consumir mariscos en mal estado o mal cocidos es aún mayor. Las toxinas, bacterias y parásitos presentes en las gambas pueden ser peligrosos para su salud, por lo que se recomienda tener precauciones adicionales en el consumo de mariscos, especialmente de las partes más propensas a concentrar estos riesgos, como las cabezas.
Si bien no es necesario evitar por completo chupar las cabezas de las gambas, es importante ser consciente de los riesgos potenciales. Para quienes no quieran prescindir de esta costumbre, es fundamental asegurarse de que las gambas estén bien cocidas y sean de buena calidad, procedentes de fuentes fiables y limpias.
Si eres una persona que disfruta de este ritual, ten en cuenta que la seguridad alimentaria siempre debe ser la prioridad. Si tienes dudas sobre la frescura o la procedencia de las gambas, lo mejor es optar por disfrutarlas de manera más segura, como en platos cocidos donde los contaminantes puedan ser eliminados mediante un buen proceso de cocción.
Si bien las cabezas de las gambas pueden parecer deliciosas y ofrecer un sabor profundo, existen riesgos asociados con chuparlas, especialmente en cuanto a toxinas, bacterias y otros contaminantes que pueden concentrarse en esa parte del marisco. El cadmio, un metal pesado presente en las cabezas de los crustáceos, es uno de los principales peligros, ya que puede acumularse en el organismo y tener efectos tóxicos a largo plazo. La mejor opción es disfrutar de las gambas de manera segura, cocinándolas adecuadamente y considerando aprovechar sus cabezas en caldos o sopas para extraer su sabor de manera más controlada y saludable.
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