TIPS Y BELLEZA
Estos son los alimentos más saciantes

Publicado
hace 1 mesen
Integrar en nuestra dieta los alimentos más saciantes no tiene que estar relacionado con dietas o intentos de bajar de peso. Deberían formar parte, de manera natural, de nuestro día a día, pues ayudan en gran medida a eliminar el apetito sin necesidad de ingerir gran cantidad de comida.
Ese es el secreto de los alimentos saciantes: en muy poca cantidad se concentra una gran capacidad de elementos nutritivos que nos ayudan a mantener la energía de nuestro cuerpo.
Bien es cierto que están muy relacionados con las dietas y los menús de comida que intentan bajar de peso. Las personas que acuden a nutricionistas y especialistas en la materia suelen salir de sus consultas con un buen consejo: comer más alimentos saciantes.
Pero como decimos, no hace falta tener un problema de peso para introducir en nuestra dieta este tipo de productos.
Suelen ser naturales, bastante accesibles y bien conocidos por la mayor parte de la gente. Lo único que muchos de ellos tienen otras características o propiedades más llamativas que su capacidad de saciar el apetito. Hablamos, por ejemplo, del sabor o su capacidad de mezclar bien con otros alimentos en diferentes recetas.
Pero antes de dejarte una muestra de alimentos saciantes que, tenemos que hacernos una pregunta: ¿por qué nos entra el hambre?
Pueden parecer que significan lo mismo, pero no, los términos hambre y apetito no son sinónimos. Resumiendo, el hambre es un concepto fisiológico y, por su parte, el apetito lo es psicológico.
Ampliando un poco la explicación de la diferencia entre hambre y apetito, se puede decir que el hambre es totalmente involuntaria y no está relacionado con ningún alimento en particular; simplemente se tiene hambre porque el cuerpo necesita energía. Por el contrario, el apetito surge de pronto y se centra en una comida específica. Está muy influenciada por factores externos; es decir, por estímulos ajenos a cualquier razón nutricional: olores, estado psicológico, anímico en ese preciso momento… La frase “comer por los ojos” nos lleva a ver que hay veces que nuestra capacidad de comer se ve influenciada por la vista.
Un ejemplo para entenderlo puede ser el concepto de antojo. Cuando queremos comer algo muy concreto y no tenemos hambre, pero simplemente queremos esa comida en particular en ese mismo momento y de manera urgente. Muchas veces no tiene sentido y no sabemos muy bien por qué nos entra la necesidad de comer esa determinada cosa, pero ocurre con frecuencia.
Dejando a un lado las diferencias entre los conceptos de hambre y apetito, que ya hemos visto que la primera es propia e incontrolable de nuestro cuerpo y que la segunda está más relacionada con lo psicológico, vamos a entrar y conocer qué alimentos podemos incluir en nuestra dieta para que nos sacien.
Para entender cómo unos alimentos, con poca cantidad, pueden dejarnos satisfechos después de comerlos y otros no, tenemos que conocer un concepto relacionado con la nutrición: los macronutrientes.
Todo ser vivo necesita nutrientes. Son los elementos esenciales para la vida, pues nos aportan energía y equilibrio. Los expertos dividen esos elementos en dos grandes grupos.
Uno de esos grupos son los llamados micronutrientes. Aquí nos encontramos con las vitaminas y los minerales, encargados de que el equilibrio del organismo sea óptimo. En el otro grupo, el de los macronutrientes, están las sustancias que nos aportan energía y son las proteínas, los hidratos de carbono y las grasas.
Como decíamos, es en este último subgrupo de nutrientes donde está la clave para entender por qué un alimento sacia y otro no, aun comiendo la misma cantidad en gramos.
De los tres macronutrientes que hemos mencionado, la grasa es, sin duda, el que más calorías nos ofrece y, sin embargo, el que menos nos quita el hambre. Por tanto, apostar por alimentos ricos en proteínas e hidratos de carbono, los otros dos macronutrientes, hará que nuestro cuerpo se sacie de manera óptima que si ingerimos más grasas.
Hay un elemento físico relacionado directamente con la capacidad de un alimento de ser saciante. Se trata del número de veces que hay que masticarlo. Y en ese apartado, los frutos secos tienen mucho ganado.
Aparte de ser ricos en fibra y que ayudan a controlar el nivel de colesterol, los frutos secos sacian de manera increíble el apetito. Son un alimento sano y el mejor complemento para desayunos, meriendas o cuando aprieta el hambre entre horas.
Alimento ya integrado plenamente en la dieta de muchas personas, la avena tiene un alto nivel de proteínas, más que otros cereales, lo que ayuda a que sacie de manera efectiva el hambre durante horas.
Suele tomarse en copos para desayunar, ya que, de esta manera, se consigue aguantar toda la mañana sin picar nada. Además, tiene mucha fibra, lo que ayuda al sistema digestivo a funcionar mejor.
La patata es uno de los alimentos que más juego nos dan en la comida. Sus múltiples variedades y su capacidad para ser elaborada de formas diferentes es algo a tener en cuenta, ya que no disfruta de una gran fama entre los amantes de las dietas equilibradas. Que la patata engorda, se ha digo millones de veces; pero no, la patata no engorda. Todo depende de la forma en la que se prepare y se coma.
Una patata cortada en pedazos, frita en aceite de girasol y salseada con kétchup es, cuanto menos, una comida poco saludable si lo tomamos como rutina. Sin embargo, la misma patata cocida o al horno, puede ofrecernos multitud de beneficios.
Al freírla, las propiedades saludables de la patata se diluyen, pero al cocerla tenemos un alimento rico y muy sano que nos puede saciar el hambre sin problema.
Frutas como la manzana pueden ayudarnos dejar de tener hambre de manera inmediata. Es el alimento todoterreno: posee mucha agua y fibra, combate el estreñimiento y tiene pocas calorías.
También las naranjas, las uvas y otro tipo de frutas ayudan a saciar el apetito.
Animal rico en Omega 3, lo que significa que, además de sacianros, nos ayudan a mantener sano y equilibrado el sistema cardiovascular y colesterol.
Como ves, este es un pequeño grupo de alimentos sacian nuestra hambre. Hay otros muchos, como sopas, verduras o legumbres de las que hablaremos más en profundidad en siguientes artículos.
Publicado
hace 1 semanaen
6 agosto, 2025Sudar es una función natural del cuerpo, pero cuando ese sudor se convierte en mal olor en las axilas, la incomodidad puede afectar tu confianza, tus relaciones sociales e incluso tu día a día. Y aunque los desodorantes comerciales prometen mucho, no siempre son suficientes… sobre todo si sufres de transpiración excesiva.
Por eso hoy te traemos 5 trucos contra el mal olor en las axilas que quizás aún no has probado, pero que sí funcionan de verdad. Son soluciones prácticas, naturales y adaptables a diferentes tipos de piel. ¡Vamos a descubrirlos!
Puede que no lo sepas, pero algunos alimentos afectan directamente el olor corporal. Ingredientes como el ajo, la cebolla, el curry y otros alimentos con compuestos azufrados pueden hacer que el sudor se vuelva más intenso y desagradable.
Además, las comidas muy grasas o con exceso de aceites procesados también pueden alterar tu aroma natural. Intenta llevar una dieta más equilibrada y notarás un cambio en pocos días.
El vello en las axilas atrapa sudor, calor y bacterias: la combinación perfecta para producir mal olor. Según estudios dermatológicos, la depilación frecuente ayuda a mantener la zona más limpia y reduce significativamente la proliferación de bacterias.
No importa si eliges rasurado, cera o depilación láser: mantener la piel libre de vello facilita la higiene y la eficacia de los productos que uses.
Los tejidos sintéticos como el poliéster o el nylon atrapan la humedad y el calor, generando un ambiente ideal para el mal olor. En cambio, las prendas de algodón, lino o lana merina permiten que la piel respire y reduzca la sudoración.
Y no solo importa lo que usas, sino cómo lo lavas. Asegúrate de lavar bien las prendas que están en contacto directo con las axilas (camisetas, sujetadores, ropa de deporte). Sécalas completamente antes de guardarlas para evitar que se acumulen bacterias por la humedad.
Mucha gente se aplica el antitranspirante en la mañana… y ahí está el error. Para que realmente funcione, debe aplicarse por la noche, cuando el cuerpo está en reposo y no transpira tanto.
Esto permite que el producto penetre mejor y forme una barrera más efectiva para bloquear las glándulas sudoríparas. Recuerda que el desodorante solo combate el olor, mientras que el antitranspirante reduce la sudoración.
El sudor causado por estrés, ansiedad o tensión emocional es diferente. Proviene de las glándulas apocrinas (ubicadas principalmente en axilas e ingles) y tiene una composición que, al contacto con las bacterias, genera mal olor rápidamente.
¿Solución? Incorpora prácticas de relajación en tu rutina: meditación, respiración profunda, yoga o simplemente caminar al aire libre. Si reduces el estrés, también disminuyes el sudor emocional y su olor asociado.
Además de estos trucos, hay algunos remedios naturales contra el mal olor de axilas que vale la pena mencionar:
Vinagre de manzana: aplícalo con un algodón diluido en agua antes de bañarte. Sus propiedades antibacterianas ayudan a neutralizar olores.
Bicarbonato y limón: mezcla ambos y forma una pasta. Aplícala por la noche y enjuaga por la mañana. Actúa como desodorante natural.
Recuerda hacer una prueba en una pequeña zona de la piel antes de usar cualquier remedio para evitar reacciones adversas.
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