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Así es Pepe Bordalás, el centurión para reactivar al Valencia

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Alicante, 27 may (EFE).- José Bordalás, nuevo entrenador del Valencia, apasionado del cine histórico y amante del Imperio Romano, afrontará su nuevo reto en el banquillo con el objetivo de devolver al equipo de Mestalla el carácter competitivo y la personalidad tras un par de temporadas repletas de circunstancias negativas.

La llegada del alicantino, que suele rodearse de su propia guardia pretoriana, a la que defiende con vehemencia a cambio de compromiso y fidelidad, supone una terapia de choque para el vestuario. Con independencia de la categoría en la que militen sus equipos, el técnico siempre ha exigido el máximo compromiso y ha sacado todo el rendimiento posible a sus jugadores.

A Bordalás le gusta el buen fútbol, pero mucho más ganar. Con el paso de los años, ha ido moderando su carácter volcánico y ha ampliado su catálogo futbolístico, pasando de la vocación ofensiva de sus inicios a construir equipos mucho más equilibrados y fuertes defensivamente.

Prometedor jugador de finales de los 80, una lesión en la rodilla frustró su carrera y aceleró su paso a los banquillos. El Bordalás futbolista era un atacante fino, zurdo y de calidad. Su primer equipo fue el filial del Alicante, al que convirtió en una máquina goleadora en las categorías regionales. Dio el salto al primer equipo, en Tercera, para pasar al Benidorm, en Segunda B, club en el que había jugado y con el que siempre tuvo una excelente relación.

Cruyfista confeso -llegó a tener una foto del holandés en su perfil de whatsapp-, Bordalás vivió su primera experiencia amarga en Elda, en club con graves problemas económicos. Desilusionado, el alicantino estuvo cerca de dejar los banquillos. Un amigo le ofreció entrenar, casi por hobby, un equipo amateur, el Atlético Muchavista, en Alicante. Bordalás aceptó por compromiso y lo hizo campeón con récord de puntos y ascenso a meses del final del campeonato. “Era una locura. Se lo tomaba en serio. Nos exigía como si fuéramos profesionales”, recuerdan aún los componentes de aquel equipo.

El gran Alicante que patroneó Antonio Solana lo recuperó para su banquillo. El técnico, con un fútbol atractivo, estuvo a punto de ascender dos veces con el Alicante, al que hizo, por primera y única vez en su historia, campeón de Segunda B. El Lorca de Unay Emery se cruzó en su camino y le apeó de un ascenso que parecía cantado.

Lo intentó sin fortuna en el Hércules, el club en el que se formó como jugador, al que salvó de un descenso, siendo destituido, la temporada siguiente, a las pocas jornadas de comenzar el campeonato. Esa espina, la de no haber podido triunfar en el Rico Pérez, en el gran club de su ciudad, aún le acompaña.

Tras hacer campeón al Alcoyano de Segunda B y quedarse de nuevo a las puertas del ascenso, Bordalás firma por un Elche abocado al descenso, pero logró meterlo en su primer año en la pelea por el ascenso. En el segundo, el equipo ilicitano, acostumbrado a penar por Segunda, se convierte en protagonista de la competición y se queda a un gol de Primera en una polémica eliminatoria ante el Granada.

Tras mantener varios meses líder al Elche, Bordalás es destituido en su tercera temporada. Su salida del Martínez Valero supone un punto de inflexión, ya que por fin se decide a probar suerte lejos de Alicante, tierra a la que está arraigado y a la que vuelve siempre que puede.

Por entonces, y a base de decepciones en el momento decisivo, Bordalás ya ha actualizado su ideario de juego, que parte de la premisa de tener intensidad y saber adaptarse a las posibilidades de sus jugadores. Se negocia el estilo y el sistema, pero no el compromiso.

Alcorcón, al que acerca al ascenso, y sobre todo Deportivo Alavés y Getafe, a los que devuelve a Primera con dos ascensos consecutivos, marcaron el inicio de su viaje a la élite. En su debut en Primera, con el equipo madrileño, demostró que la categoría no le venía grande. Y que ese espíritu competitivo, agresivo y exigente vale tanto para los campos de tierra como para competir en Europa.

Pablo Verdú

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Topuria pone pausa a su reinado: ¿qué sucede detrás del campeón invicto?

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El campeón invicto de la UFC, Ilia Topuria, ha sorprendido a sus seguidores al anunciar que no peleará durante el primer trimestre de 2026. Con un mensaje breve pero contundente en su cuenta de X (antes Twitter), Topuria ha explicado que atraviesa “un momento difícil” en su vida personal y que su prioridad actual es centrarse en sus hijos y resolver esta situación familiar lo antes posible.

“No pelearé en el primer trimestre del año que viene. Estoy pasando por un momento difícil en mi vida personal. Quiero centrarme en mis hijos y resolver esta situación lo antes posible. No quiero retrasar la división”, afirmó el luchador, conocido como “El Matador”.


La pausa que sacude la división de peso ligero

Hasta ahora, se esperaba que Topuria realizara su primera defensa del título de peso ligero en los primeros meses de 2026. Sin embargo, su decisión ha obligado a la UFC a reorganizar la división. La promotora ha confirmado un combate interino por el título entre Justin Gaethje y Paddy Pimblett, programado para el evento UFC 324 en enero de 2026, con el objetivo de mantener la división activa mientras su campeón principal está ausente.

Pese a la pausa, Topuria sigue en un momento histórico de su carrera: el pasado mes de junio conquistó el cinturón de peso ligero al noquear a Charles Oliveira en UFC 317. Con este triunfo, se convirtió en uno de los pocos luchadores de la historia en ostentar títulos en dos divisiones distintas, pluma y ligero, consolidando su estatus como uno de los máximos exponentes del octágono.


Rumores y situación personal: el motivo de la ausencia

Aunque Topuria no ha entrado en detalles, los medios especializados señalan que su decisión estaría vinculada a su vida familiar. En las últimas semanas, los rumores apuntan a que el luchador podría estar atravesando problemas con su mujer, Giorgina Uzcategui, con quien tiene una hija en común. Estos conflictos podrían haber motivado que Topuria priorice el bienestar de sus hijos y su estabilidad familiar.

Por su parte, Uzcategui no ha confirmado ni desmentido las especulaciones, aunque su último mensaje en redes, previo al anuncio de Ilia, refleja fuerza y determinación: “Mantener la voz firme, esa mirada que no baja la cabeza, ese valor que nace de saberse valiosa y la absoluta confianza de que no hay nada oculto, que no ha de salir a la luz”.


El mensaje a sus fans y la UFC

Topuria ha querido tranquilizar a sus seguidores, asegurando que regresará a la UFC una vez resuelva los asuntos personales que requiere su atención. “La UFC programará los enfrentamientos necesarios, y en cuanto se resuelva el asunto, les informaré que estoy listo para mi regreso”, declaró.

El luchador, con un récord perfecto de 17-0, sigue siendo uno de los talentos más destacados del MMA mundial, y su vuelta será uno de los eventos más esperados del año. Mientras tanto, la división de peso ligero vivirá un inicio de 2026 con emoción garantizada gracias al combate interino entre Gaethje y Pimblett.


Conclusión: ¿un campeón centrado en lo importante?

Ilia Topuria demuestra con este parón que, pese a su estatus de estrella en el octágono, prioriza su vida personal y familiar. Su ausencia temporal plantea preguntas sobre la división, pero confirma que incluso los campeones más invictos necesitan tomarse un respiro para resolver lo que realmente importa.

Con su regreso todavía por confirmar, todos los ojos estarán puestos en Topuria cuando decida volver al octágono, listo para retomar su camino hacia la historia del MMA.

 

 

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