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Salud y Bienestar

Los perros, posibles causantes de la hepatitis en niños

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EFE/ José Manuel Vidal/Archivo

Los casos de hepatitis pediátrica aguda siguen en aumento en todo el mundo. Actualmente, se tiene registro de más de 200, sin que la comunidad científica conozca aún la razón por la que los contagios continúan proliferando. Recientemente científicos del Reino Unido, donde se identificó el primer brote de esta enfermedad, apuntan a que su transmisibilidad podría guardar relación con los perros.

Según ha informado la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido, los cuestionarios realizados entre los familiares de los menores afectados arrojan “números relativamente altos” de familias con perros o expuestas a estos animales. De los 92 casos analizados, 64 muestran vínculos con perros.

‘Correlación no implica causalidad’

Si bien es cierto de que se trata de un porcentaje significativo, las autoridades británicas no descartan que esta cifra pueda ser solo una coincidencia, considerando que una gran cantidad de familias tiene perros en casa. Al respecto, se debe tener en cuenta que correlación no indica causalidad. “Se está explorando la importancia de este hallazgo”, han explicado los científicos británicos.

El adenovirus F41 podría ser el responsable

Una de las hipótesis con más peso es que el origen de esta misteriosa enfermedad se deba al adenovirus F41, un serotipo que hasta ahora se asociaba a casos de gastroenteritis en niños, pero que nunca había originado síntomas tan graves.

Muchos de los menores afectados por los nuevos casos de hepatitis han dado positivo en adenovirus, pero no todos, por lo que este factor no explica —o, al menos, por sí solo— la gravedad de los cuadros clínicos. De los 13 primeros casos notificados en Escocia, se sabe que tres dieron positivo en SARS-CoV-2 y otros cinco, negativo. Por otra parte, cinco de los 13 niños con hepatitis dieron positivo en la prueba de adenovirus.

Existe la posibilidad de que el F41 haya tenido alguna mutación que facilite la infección del hígado o bien que se esté produciendo coinfección con algún otro virus. Tampoco se puede descartar que se trate de un virus no descrito o sobre el que no se haya establecido esta sintomatología. Incluso, que el coronavirus SARS-CoV-2 pueda haber favorecido otras infecciones.

El Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades ha informado que no se ha identificado ningún vínculo con la vacuna contra la COVID-19. Tampoco se ha detectado ninguna exposición común a alimentos o bebidas contaminados ni hábitos personales compartidos entre los niños que pudieran suponer un riesgo. «Las investigaciones toxicológicas están en curso, pero se considera más probable una etiología infecciosa dado el cuadro epidemiológico y las características clínicas de los casos», han indicado.

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¿Sabes por qué no hay que chupar las cabezas de las gambas?

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PEXELS

Las gambas son uno de los mariscos más populares en la gastronomía, especialmente en celebraciones y cenas festivas. Su carne tierna y sabrosa es un manjar que muchos disfrutan en una gran variedad de platos, pero una parte de la gamba que causa controversia es su cabeza. Hay quienes disfrutan chupar las cabezas de las gambas para aprovechar todo su sabor, mientras que otros se abstienen de hacerlo por diversas razones. Entonces, ¿es seguro chupar las cabezas de las gambas? Aquí te contamos por qué es recomendable evitar esta práctica.

Las cabezas de las gambas: ¿una fuente de sabor o de riesgo?

Las cabezas de las gambas contienen una gran cantidad de jugos y una sustancia gelatinosa que, para muchos, tiene un sabor muy intenso y delicioso. Sin embargo, esta «delicadeza» puede ser más problemática de lo que parece.

1. Posibles contaminantes y toxinas

Una de las razones principales para evitar chupar las cabezas de las gambas es que estas partes del marisco pueden concentrar una gran cantidad de contaminantes. Las gambas, como otros mariscos, filtran el agua mientras se alimentan, lo que significa que las toxinas, los metales pesados, los pesticidas y los productos químicos presentes en el agua pueden acumularse en sus sistemas digestivos, especialmente en las cabezas.

Cadmio: el peligro oculto

Uno de los metales pesados más peligrosos que se acumula en las cabezas de los crustáceos es el cadmio, un metal tóxico que puede tener efectos nocivos a largo plazo. El cadmio se encuentra principalmente en la cabeza de las gambas, cigalas, langostinos, cangrejos y otros crustáceos, ya que es una zona donde se concentra una mayor cantidad de residuos provenientes de su sistema digestivo.

Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), es conveniente «limitar en la medida de lo posible» el consumo de la carne localizada en la cabeza de estos crustáceos para evitar la acumulación de cadmio en nuestro organismo. Este metal pesado es altamente perjudicial para la salud humana, ya que se acumula lentamente en los órganos, principalmente en el hígado y los riñones.

El cadmio tiene un potencial cancerígeno y su eliminación del organismo es extremadamente lenta, lo que significa que puede permanecer en el cuerpo durante años, incluso décadas. El cadmio tarda entre 10 y 30 años en eliminarse, lo que incrementa su peligrosidad con el paso del tiempo.

2. Bacterias y parásitos

El consumo de mariscos crudos o mal cocidos, incluida la práctica de chupar las cabezas, puede aumentar el riesgo de contraer infecciones bacterianas o parasitarias. Las gambas pueden albergar bacterias como Vibrio o Salmonella, que son responsables de enfermedades transmitidas por alimentos. Aunque el proceso de cocción suele eliminar estas bacterias, algunas veces los jugos concentrados en las cabezas pueden no estar completamente libres de bacterias, especialmente si las gambas no se han cocinado de manera adecuada.

3. El sistema digestivo de las gambas

En el sistema digestivo de las gambas, particularmente en las cabezas, se encuentran restos de su alimentación, como pequeños organismos o residuos que no siempre son visibles a simple vista. Al chupar la cabeza, podrías estar ingiriendo estos residuos, que, aunque no sean peligrosos en su mayoría, pueden resultar poco agradables o incluso causar malestar digestivo en algunas personas, sobre todo si el marisco no ha sido completamente fresco.

4. El impacto en la salud de los consumidores vulnerables

Para ciertos grupos de personas, como las mujeres embarazadas, los niños pequeños, las personas con sistemas inmunológicos comprometidos o las personas mayores, el riesgo asociado a consumir mariscos en mal estado o mal cocidos es aún mayor. Las toxinas, bacterias y parásitos presentes en las gambas pueden ser peligrosos para su salud, por lo que se recomienda tener precauciones adicionales en el consumo de mariscos, especialmente de las partes más propensas a concentrar estos riesgos, como las cabezas.

Beneficios de evitar chupar las cabezas de las gambas

  • Reducción del riesgo de enfermedades: Al evitar chupar las cabezas, reduces la posibilidad de ingerir contaminantes y bacterias presentes en los jugos o residuos del sistema digestivo de la gamba.
  • Sabor más controlado: Si bien las cabezas de las gambas pueden tener un sabor fuerte, se pueden aprovechar de forma más segura en caldos o sopas, donde el sabor se extrae y se distribuye en toda la preparación. De esta forma, puedes disfrutar del sabor sin los riesgos asociados.
  • Mejor digestión: Al no consumir las partes menos apetitosas de la gamba, como los residuos de su sistema digestivo, tu sistema digestivo podrá trabajar de forma más eficiente.

¿Es necesario evitarlo por completo?

Si bien no es necesario evitar por completo chupar las cabezas de las gambas, es importante ser consciente de los riesgos potenciales. Para quienes no quieran prescindir de esta costumbre, es fundamental asegurarse de que las gambas estén bien cocidas y sean de buena calidad, procedentes de fuentes fiables y limpias.

Si eres una persona que disfruta de este ritual, ten en cuenta que la seguridad alimentaria siempre debe ser la prioridad. Si tienes dudas sobre la frescura o la procedencia de las gambas, lo mejor es optar por disfrutarlas de manera más segura, como en platos cocidos donde los contaminantes puedan ser eliminados mediante un buen proceso de cocción.

Conclusión

Si bien las cabezas de las gambas pueden parecer deliciosas y ofrecer un sabor profundo, existen riesgos asociados con chuparlas, especialmente en cuanto a toxinas, bacterias y otros contaminantes que pueden concentrarse en esa parte del marisco. El cadmio, un metal pesado presente en las cabezas de los crustáceos, es uno de los principales peligros, ya que puede acumularse en el organismo y tener efectos tóxicos a largo plazo. La mejor opción es disfrutar de las gambas de manera segura, cocinándolas adecuadamente y considerando aprovechar sus cabezas en caldos o sopas para extraer su sabor de manera más controlada y saludable.

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