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Manuela Trasobares tras ser homenajeada por Nebulossa: «Las zorras nos hemos de empoderar»

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Manuela Trasobares zorras
Manuela Trasobares-INSTAGRAM

Castelló, 7 feb (OFFICIAL PRESS-EFE).- La artista, escritora, cantante y expolítica transexual Manuela Trasobares, inspiración para la canción que representará a España en Eurovisión, se muestra contenta y llena de felicidad por el reconocimiento a su figura y su mensaje reivindicativo y proclama: «Las zorras nos hemos de empoderar y hacernos con el mundo».

En una entrevista concedida a EFE, Trasobares (Figueres, 1962) no puede ocultar su felicidad. Que el grupo de Ondara (Alicante) Nebulossa ganara el Benidorm Fest con «Zorra», un tema con claras alusiones a su figura y que, además, dedicara su victoria a «todas las Manuela Trasobares» ha «conmovido mucho» a la artista catalana afincada en la provincia de Castellón, exconcejal de Geldo y candidata en 2008 al Congreso por Esquerra Unida.

Trasobares explica que ve poco la televisión y fue una amiga quien le contó que en el vídeo de una de las canciones seleccionadas para el Benidorm Fest la chica iba disfrazada de ella y recreaba el icónico momento en el que lanzó una copa al suelo en un programa de Canal 9 en 1996.

Mery, vocalista de Nebulossa, explicó que ese momento televisivo le «marcó mucho», así como su trasfondo, que reivindicaba «el empoderamiento» de su discurso, «de por qué una mujer no puede vestirse con toda su lujuria y abrirse totalmente al mundo».

Manuela Trasobares homenajeada por Nebulossa

Reconoce Trasobares que todavía no ha podido hablar con los componentes de Nebulossa, pero que le gustaría hacerlo, especialmente por la trascendencia y el impacto mediático que ha tenido «Zorra» que hacen que ella se sienta ahora «muy dentro de Eurovisión».

Y es que es un certamen que ella sigue normalmente y que recuerda con cariño en sus años de mayor esplendor con actuaciones como las de Salomé, Abba, Sergio y Estíbaliz, Azúcar Moreno, Karina o, más recientemente, Dana International.

Sobre el mensaje de «Zorra», asegura que «tiene un discurso tan internacional que se puede identificar cualquiera en Europa o en el mundo».

La canción «es una tesis doctoral», ensalza para señalar: «Estamos empoderando lo que en su momento hizo el colectivo LGTBI con el término ‘maricón’: fue una bofetada al fascismo, que utilizaba tan mal la palabra, porque la convirtieron en un himno».

Otro tema en el que Trasobares hace hincapié es en el «edadismo» y destaca la importancia de que una mujer madura no solo represente a España en Eurovisión, sino que lo haga con ese mensaje. «Basta ya con ese patriarcado que solo quiere a niñas jóvenes y virginales», clama.

«Apostar por el empoderamiento de las mujeres de 50, 60 y 70 años»

«Una mujer con 40 años es llevada muchas veces al desván de los olvidos» y por ello es necesario, a su juicio, «apostar por el empoderamiento de las mujeres de 50, 60 y 70 que digan: estoy en el candelero y luchando por abrirme camino como si fuera una moza, sin sentirme acomplejada».

Es un mensaje que exige que no se les mire «de reojo» porque están «en pie, en primera fila y luchando». Eso, añade, «empodera mucho» y la representa, porque ella, «con unos cuantos años más que Mery», apunta, tiene «muchas ganas de hacer cosas», pese a algún problema de salud que supera con un «carácter fuerte, ilusión, una sonrisa y la actitud de enfrentarse a todo».

Manuela Trasobares sigue cantando, pintando y haciendo esculturas y su vida es «una constante revolución». Su libro «Voluntad filosófica», editado por la editorial Hidroavión, una reflexión filosófica sobre la evolución de las sociedades y la actuación del poder sobre la sociedad, también la mantiene ocupada con la promoción por toda España.

«Orgull de Comunitat»

Y asegura a EFE que incluso podría plantearse volver a la política, tras haberse convertido en la primera concejala trans de España -en el municipio de Geldo- ante actitudes de políticos como las del vicepresidente y conseller valenciano de Cultura, Vicente Barrera (Vox), quien este martes se desmarcó de la campaña de la Generalitat «Orgull de Comunitat» que busca «visibilizar y celebrar la diversidad y promover una sociedad en la Comunitat Valenciana inclusiva y respetuosa».

Lo haría además para defender los derechos de las personas con discapacidad y diversidad funcional, a las que ve «olvidadas», además de a las mujeres que están «muy débilmente defendidas» por las administraciones.

«Hay gente con dolencias, con discapacidades, las mujeres que todavía están por debajo de los hombres, hay machismo y patriarcado en el Congreso de los Diputados con partidos que con total desfachatez presumen del retroceso social», apostilla para defender que «jamás» hay que abandonar «la lucha» por esos derechos.

Rosabel Tavera

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El misterio del nicho 1501 del cementerio de Valencia

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El misterio del nicho 1501
El misterio del nicho 1501 del cementerio de Valencia

El Cementerio General de València esconde una curiosa historia en la que el amor, la desgracia, el terror y la fortuna se dan la mano. La historia de un nicho, el nicho de Emilia. Un enigmático caso que parece salido de la mente de Edgar Allan Poe Lovecratf, pero que es real y nos vuelve a confirmar que la realidad supera siempre a la ficción.

Para conocer quien descansa en el nicho 1501 y la historia olvidada que allí yace, debemos trasladarnos hasta finales del siglo XIX. Vicente García Valero era un actor y autor teatral nacido a mediados del siglo XIX que se enamoró perdidamente de Emilia Vidal Esteve. A pesar de su juventud, él contaba con 15 años y ella con 13 no tardaron mucho en casarse.

El trabajo de Vicente le llevó a trasladarse a Madrid, donde un día la alegría se transformó en desgracia cuando la joven falleció 1876 por un brote de fiebres tifoideas. 

El misterio del nicho 1501

Su cuerpo fue enterrado en una fosa común debido a que la familia no podía costear los gastos, pero el actor quiso recuperar el cuerpo de su amada costara lo que costara y finalmente logró exhumarla de manera clandestina casi dos años más tarde en el día de Nochebuena de 1877. Cuentan que Vicente tuvo que sobornar con dinero al sacerdote que pocas semanas atrás había enterrado a la chica.

Cuando abrió el féretro, Vicente relató que la joven «parecía como dormida». Tal vez lo viera así fruto de su enamoramiento ya que por el tiempo transcurrido su estado debía ser el de putrefacción y descomposición.

250 pesetas fue el precio que le tocó pagar, sin duda toda una pequeña fortuna para la época, para hacerse con el nicho número 1501 a perpetuidad. Y allí en el Cementerio General de València descansa desde entonces.

El tiempo pasó y Vicente se casó con Ángela, la hermana de su difunta esposa. Pero la historia no queda ahí, ya que el matrimonio tuvo una hija, a la que curiosamente llamaron Emilia, el mismo nombre que el amor de su vida.

Porque Vicente seguía obsesionado con su primera mujer. No la podía olvidar, y así lo demostraba cada año, mandando todos los 1 de noviembre dinero al cementerio para que limpiaran el nicho y lo adornaran de flores, hechos que relata él mismo en su libro ‘Páginas del pasado’.

Pero la desgracia volvió de nuevo a su vida con la muerte de su hija a la edad de 4 años y la de su esposa. Duro es el testimonio de un cartero, que fue testigo de la muerte de la pequeña cuando acudió a la casa para entregar un correo y le abrió la puerta Vicente con su hija en brazos. El cartero pensó que la niña estaba dormida y García Valero le respondió «no, está muy dormida, esta muerta.»

Pero en la mente de Vicente permanecía Emilia. No podía olvidar su recuerdo y tal vez fuera por eso que se volviera a casar con la otra hermana, Amparo. ¿Buscaba en ellas a su amada?

El décimo 1501

Si el relato hasta el momento es ya sorprendente todavía faltaba una última vuelta de tuerca. Un nuevo giro que hace de esta, una historia increíble pero cierta. Vicente, dedicó su vida al teatro, repartiendo su tiempo entre Madrid y València, pero tomando como residencia la capital de España. Allí le inundó la pena y tristeza por estar tan lejos del nicho de su amor a pesar de encargarse desde la distancia de su cuidado.

Hasta que un día dejó de enviar dinero. Era el 1 de noviembre de 1911 y su situación económica había empeorado por lo que no pudo hacer que limpiaran la lápida y le colocaran flores. Pero por fin a Vicente García Valero le iba a sonreír la suerte. El destino o lo que ahora llaman karma o tal vez, quien sabe si su amor, le iba a devolver todo el cariño que le había dedicado Vicente durante años.

Caminando por una administración de lotería próxima al teatro Apolo, Vicente vio un décimo y lo compró. Era el 1501.  En el sorteo del 10 de octubre de 1912 su número fue premiado con 6000 pesetas de la época. “Tantos años enviando dinero a mi amada y ahora es ella la que me lo devuelve”, exclamó Vicente según narra en su libro de memorias.

Ahora Vicente podía seguir pagando los arreglos y cuidados de la lápida cada 1 de noviembre. Y así lo hizo hasta que le llegó la muerte en Madrid el 12 de octubre de 1927. Y allí lejos de su amada se piensa que está enterrado.

Hoy en día nadie se acuerda ya del nicho 1501. La inscripción de la lápida está casi borrada por el paso del tiempo. “Recuerdo de V. García Valero” se puede leer.

Pero desde hace unos años, alguien coloca flores en el nicho 1501…

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