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Valencia

Firmas para no usar dromedarios en la Cabalgata de Alcoy

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El Rey Melchor saluda desde su dromedario a varios niños durante la tradicional Cabalgata de Reyes de Alcoy. EFE/Morell/Archivo

Alcoy (Alicante), 3 ene (OFFICIAL PRESS- EFE).- Fundación Franz Weber (FFW) ha recogido 77.000 firmas para no usar dromedarios en la Cabalgata de Alcoy.

La ONG naturalista ha abierto una petición en el portal Change.org para recoger firmas en contra del uso de animales en actos de Reyes Magos como la cabalgata de Alcoy, la más antigua de España y donde se utilizan dromedarios.

La iniciativa ha recogido más de 77.000 firmas para que en localidades como Alcoy “el consistorio deje de realizar convenios o contratos con entidades que promueven estos espectáculos lamentables”, han explicado en su comunicado.

Políticas de protección animal

Los naturalistas han señalado que el proyecto de ley estatal que reglamentará las políticas de protección animal “no acaba con este uso de fauna silvestre sino que se limita a desarrollar una nueva regulación, por lo que muchas cabalgatas a lo largo de la geografía española podrían continuar”.

Según la Fundación, “frente a los desfiles éticos y responsables, el caso de Alcoy evidencia cómo caricaturizar el sufrimiento animal con dromedarios, que sufren un intenso ruido ambiental, tocamientos de las personas asistentes y una música ensordecedora promovida por la propia contratada”.

En la petición, la ONG naturalista propone sustituir estos animales por “pasacalles y representaciones teatralizadas, incluso modelos animatrónicos como ya ocurre en diferentes partes del mundo”.

Cabalgata de Alcoy

Tiene lugar al anochecer del día 5 de enero.

Su celebración se viene realizando de forma continuada desde 1885, si bien sus antecedentes documentales se remontan al año 1866. Es, sin lugar a dudas, una de las Cabalgatas de Reyes Magos más antiguas de cuantas se celebran en España y, posiblemente, en el mundo. En noviembre de 2001, la Cabalgata de Reyes Magos de Alcoy mereció la declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional.

En la Cabalgata participan más de mil alcoyanos y alcoyanas: pajes y antorcheros, servidores y escoltas; carros engalanados y carrozas; las bandas de música locales y los grupos de danzas ‘Carrascal’ y ‘Sant Jordi’.

Los camellos de la Cabalgata

Todos conocen su papel y aúnan su esfuerzo para dar calor y brillantez a la visita de Melchor, Gaspar y Baltasar, que avanzan con suntuosidad sobre elegantes camellos.

Ellos son el centro de la atención de miles de miradas y a ellos les aproximan a los más pequeños para recibir una caricia o un beso. La luz de las antorchas contribuye a dotar de magia este espectáculo visual que se enriquece y gana en suntuosidad con melodías musicales escritas para la ocasión, que interpretan las tres bandas de la localidad (‘Corporación Musical Primitiva’, ‘Sociedad Música Nueva’ y ‘Unión Musical’) y diferentes agrupaciones de dulzainas y tambores.

Una legión de pajes -els negres- son los encargados de entregar a los niños sus regalos. Y para ello se sirven de largas escalas de mano con las que ascienden a los balcones de las casas. Centenares de paquetes ordenados en los camiones que siguen a la comitiva, consiguen ser distribuidos entre los destinatarios.

El séquito de los Reyes llega a la Plaza y los Soberanos descienden de sus cabalgaduras y caminan hacia el Nacimiento. El momento de la Adoración al Niño Jesús se adorna con el efecto de las bengalas distribuidas entre el público, y el acto se solemniza con fuegos de artificio y efectos de megafonía con la interpretación del ‘Mesías’ de Haendel.

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Valencia

VÍDEO| El desgarrador testimonio de Santiago Posteguillo, afectado por la DANA

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Santiago Posteguillo DANA
Santiago Posteguillo

Santiago Posteguillo denuncia la falta de ayuda tras la DANA en Valencia: «Es muy cruel no avisar, pero aún más no ayudar»

El escritor valenciano expresa su indignación por la inacción institucional tras la catástrofe

El reconocido escritor de novela histórica Santiago Posteguillo, uno de los afectados por la DANA que azotó Valencia, compartió su experiencia personal ante el Senado. En un emotivo discurso, Posteguillo relató el desamparo vivido en Paiporta, donde reside a escasos metros del barranco del Poyo, y criticó la falta de apoyo de las instituciones, calificando de «cruel» no solo la falta de avisos ante el desastre, sino sobre todo la ausencia de ayuda tras el mismo.

Un relato de desesperación y abandono institucional

Durante su intervención en la Cámara alta, Posteguillo destacó la «sensación de abandono» experimentada por él y muchos otros en las zonas afectadas por las inundaciones. En su relato, mencionó que al día siguiente de la catástrofe, y después de enfrentar seis horas de torrente ininterrumpido, esperaba la llegada de cuerpos de rescate, sin embargo, «al amanecer no había nadie».

La situación era tan extrema que en plena plaza encontró el cadáver de una joven con su madre, sin que la Policía o el Ejército acudieran al lugar.

Posteguillo hizo hincapié en la falta de coordinación y respuesta institucional, recordando que no fue hasta el tercer día que comenzaron a llegar los primeros voluntarios, mientras los vecinos enfrentaban «saqueos», «coches volcados» y «barro por todas partes».

«Es incomprensible que en un escenario del siglo XXI, en una ciudad como Valencia, la respuesta haya sido tan lenta y tan insuficiente», reflexionó el autor.

La crítica a la actuación de las instituciones en plena catástrofe

En su discurso, el escritor comparó la reacción de los representantes públicos actuales con los de la antigua Roma, ironizando que, mientras hace 2.000 años los dirigentes «se mataban entre ellos», hoy «apuñalan al pueblo».

La contundente declaración refleja el sentimiento de indignación de miles de valencianos, quienes, según Posteguillo, se han sentido «traicionados» por las instituciones que, en teoría, debían protegerlos.

Un escape entre la devastación y la autogestión de los vecinos

Describiendo escenas de una devastación que «no había visto en la vida», Posteguillo relató su recorrido a pie hacia su residencia en Valencia. A su paso, encontró «colas de personas con cubos en busca de agua», edificios destrozados y cadáveres que aún no habían sido retirados.

«No se pueden imaginar lo que está pasando esta gente en Paiporta, Algemesí y Alfafar», explicó el novelista, lamentando la escasez de recursos para aquellos que necesitan «más que solo palas» para limpiar calles y reanudar la vida cotidiana.

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