València, 25 dic (EFE).- Las multitudinarias protestas de aficionados para forzar la marcha del Valencia de Peter Lim, máximo accionista del club, han sido una de las claves del año 2021 en una entidad en la que la reanudación de las obras del nuevo estadio y la inyección económica del fondo CVC han centrado su vida extradeportiva.
Además, entre los aspectos que han marcado el año se encuentran el interés del Príncipe de Johor en el club, la propuesta de compra que presentó Miguel Zorío, el futuro de la Actuación Territorial Estratégica (ATE) para la finalización del estadio y la ampliación de capital aprobada.
En el tramo final del primer trimestre del año, el príncipe de Johor, uno de los sultanatos de Malasia, desveló en las redes sociales su interés por entrar en el Valencia.
Las conversaciones con Lim, con el que tiene amistad, incluyeron una reunión el 15 de marzo en la que finalmente no se concretó una entrada que podría haberse producido con la compra de un paquete accionarial y la cesión de la gestión.
No ha sido la única propuesta que se ha presentado por el club. En septiembre el exvicepresidente Miguel Zorío presentó otra propuesta, que dijo haber enviado a Lim, para comprarle las acciones por 248 millones y que contaría con 120 millones más para acabar el estadio.
Esa propuesta, según dijo, iba a ser financiada por un banco extranjero y una constructora internacional y la pagaría el propio club con créditos a no más del 3’5 por ciento y no más de treinta años con los ingresos de la venta de acciones entre seguidores y empresas y con los beneficios extra que supondría acabar el estadio.
Ni Lim ni Anil Murthy, presidente del club, hablaron nunca de la proposición del príncipe de Johor, pero el club sí que emitió un comunicado en nombre del máximo accionista en el que dudó de la solidez de la opción planteada por Zorío y la rechazó de plano al considerar que buscaba desestabilizar al club.
Menos concretas pero con mucha más repercusión han sido las protestas de los grupos de oposición a Lim para pedir su marcha. La primera manifestación en su contra, en mayo, reunió a unos 8.000 seguidores, mientras que, según la Policía Local, cerca de 15.000 salieron a la calle a pedir su marcha el 11 de diciembre.
Además, en el minuto 19 (una referencia al año de la fundación de club, 1919) de los últimos tres encuentros en Mestalla se han producido masivas protestas con cánticos y carteles contra el máximo accionista.
Esas protestas han estado promovidas por el grupo Libertad VCF, que durante 2021 ha conseguido llevar a juicio (será en marzo de 2022) algunos de los acuerdos de la última junta de accionistas, pero que no pudo conseguir que el juez aceptara su petición de suspender la de 2021 por la obligatoriedad de disponer de 3.598 títulos.
En esa junta, la mayoría accionarial de Lim sirvió para aprobar el balance de la pasada campaña con 31,2 millones de pérdidas, un presupuesto que prevé vender jugadores por 37 millones, pérdidas de 36 y una ampliación de capital de 38, trece de los cuales serían por compensación de los préstamos que el máximo accionista ha realizado al club.
La complicada situación económica llevó a LaLiga a situar al Valencia en la cola de la clasificación de gasto permitido en la plantilla (‘fair play’) y le estableció un tope para esta campaña de treinta millones de euros, lo que supondría bajar el coste de la plantilla actual casi setenta.
El principal argumento que tiene el club para esperar una mejoría económica es el acuerdo entre LaLiga y el fondo CVC, firmado a principios de diciembre, y que debe proporcionar un préstamo sin coste cercano a los 120 millones de euros, cuyo grueso se utilizaría para retomar este verano las obras del nuevo Mestalla y tenerlo acabado en dos años.
Esa previsión, opina la entidad, debe permitir al club el mantenimiento de los beneficios urbanísticos de la ATE concedidos en su día y que podrían suponer entre quince y veinte millones de euros. El consell ha iniciado el proceso para darla por acabada, pero dio noventa días al club para presentar un plan con garantías que le permitiera salvar sus prerrogativas.
El horizonte de acabar el estadio en un par de años debe servir por una parte para aumentar los ingresos corrientes del club en su nueva casa pero, sobre todo, para impulsar la venta de la parcela del actual Mestalla, clave en los planes de supervivencia de un club que ha vuelto a vivir un convulso año lejos del césped.
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