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FÚTBOL| «El Levante se doctora en el Bernabéu», por Dani Hermosilla

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DANI HERMOSILLA

El Levante UD empieza a no tener límite y sigue con la inercia ganadora que le llevó a ascender.  Tres jornadas y continúa invicto. Y lo hace después de sorprender al actual campeón de liga y de Europa en su campo, el Real Madrid. Partido intenso, sufrido, victoria que ha tenido mucho de lo que Juan Ramón López Muñiz ha querido imponer a su equipo. Lógica desde la alineación, esfuerzo e ilusión. «A este equipo da gusto verlo entrenar cada día», asegura el técnico desde la temporada pasada. Y así lo ha mostrado en un escenario idílico como el Santiago Bernabéu. El Levante UD apretó, sobre todo en la segunda parte, cuando los de Zidane le pusieron un punto más de coraje, el típico partido de los blancos en casa.

Ivi y Róber Pier

Ya lo avanzaba en #LaGranotera del viernes. La lógica de grupo hacía que Róber Pier tuviera un guiño de su entrenador, cargado de justicia. A veces, un entrenador no es sólo un estratega, sino un buen conductor de colectivos. Una de las novedades de Muñiz, era el gallego. Acabó titular en Segunda y no había podido debutar. Venía agotado y tocado Enis Bardhi, y ni el marketing hacía cambiar al técnico de su idea. Un escenario como éste para tu jugador más revelador como el macedionio. Ni por esas. Pier por delante de la defensa, y más libertad para Jefferson Lerma. Inicio eléctrico para el conjunto granota.

Minutos de disputa del balón. Un Levante UD atrevido, ambicioso. Y a los diez minutos, el susto. Ivi hace de ratonero, sorprende a Carvajal y en un doble toque bate a Kiko Casilla. Ha sido la clave del partido, sin duda. Se defendía bien el cuadro granota. Sólo las diagonales de a la espalda de los laterales, ponía en peligro la portería de Raúl Fernández. Pero el gol llegaba desde un lanzamiento de falta que Sergio Ramos, llevándose por delante a José Campaña, remataba. Raúl lograba detener, pero el balón le quedaba a Lucas Vázquez, que marcaba a placer. Faltaban diez minutos para el descanso. La lesión de Iván López, el primer problema del partido para Muñiz, que empezaba a ver como el rodillo blanco, aunque no creaba ocasiones, sí que rondaba el peligro.

Raúl Fernández, clave. 

No ha sido un partido brillante, pero sí trabajado por parte del Levante. No contamos más que una ocasión de Alex Alegría en una de la pocas contras que podía armar el cuadro de Muñiz, que trataba de tapar las vías de agua que forzaba el Real Madrid. Y en esas que Raúl Fernández, a quien le llega más competencia en la portería, se ha consagrado también en un escenario idílico, en donde los porteros, eso sí, tienen trabajo a destall. Varias manos, mucha seguridad en las acciones bajo palo, y algún susto, engalanaban una actuación estelar. El palo, en la última ocasión madridista, echó un cable. «Para sacar algo en este estadio, además de trabajar mucho, hay que tener suerte», decía el portero. Y a buen seguro que era la otra clave.

Emmanuel Boateng entraba por Alex Alegría, otra vez con mucho trabajo en sus piernas, pero de forment ni un grà. A un delantero se le pida que haga ocasiones o cree sensación de peligro, y el extremeño no lució ni su clásico juego de espaldas. Tampoco Boateng llegó con claridad al área. Trabajó, sobre todo en acciones a balón parado del Real Madrid, que echó de menos a un Karim Benzemà, que se lesionó en la primera parte, poco después de que lo hiciera el bueno de Iván López. 

Invictos al derbi

La expulsión de Marcelo por agresión a Lerma facilitó el trabajo los últimos minutos. El Levante UD en superioridad respiraba y veía más cerca el empate y el punto. Ahora, el equipo supera la visita al dentista en el qu Muñiz llevaba buen líquido anestesiante. Crece el equipo con la ayuda de un Muñiz que no se agazapa. Debut de Samu Castillejo, primer partido de castigo a Morales que se salda con buen balance. El técnico suma adeptos a la causa, y ahora le toca repartir esfuerzos y honores. Una plantilla amplia que necesitará de mano izquierda para que no se alborote el gallinero. Mientras los resultado acompañen, perfecto. ¿Después? Seguir el guión: igual que cuando algo funciona, no se ha de cambiar; también existe la contraria: cuando algo no funciona, hay que buscar la solución. De momento, viento en popa y a disfrutar el derbi desde la condición de invictos y sin la urgencia que te da los cinco punto sumados. Ahí es nada.

 

Alineaciones
Real Madrid
Casilla; Carvajal, Ramos, Nacho, Theo; Kroos, Llorente (Isco, m. 61); Lucas (Kovacic, m. 71), Asensio, Marcelo; Benzema (Bale, m. 27).

Levante UD
Raúl; Iván López (Pedro López, m. 19), Postigo, Chema, Toño; Rober Pier, Lerma, Campaña, Ivi; Jason y Álex Alegría (Boateng, m. 54).

Goles: 0-1, Ivi, 12′; 1-1, Lucas Vázquez, 35′

Árbitro
Hernández Hernández (comité de Las Palmas). Amonestó a Lerma, Álex Alegría, Ramos, Boateng, Carvajal y expulsó a Marcelo por roja directa.

 

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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