Síguenos

Deportes

Mestalla decidirá el pase a la final de Copa tras arrancar un empate ante el Betis (2-2)

Publicado

en

Mestalla dictará sentencia, pero este Valencia CF quiere la Copa a pesar de recibir dos golpes duros tras dos saques de esquina. Cuando más se empinaba el camino hacia la final, el conjunto de Marcelino se levantó; primero apareció Gameiro trazando un excelente desmarque antes de regalarle un gran pase a Cheryshev, que no lo iba a desaprovechar para anotar de cabeza el 2-1 final. No les pareció suficiente, había que pelear hasta el final y en el tiempo añadido, volvió a aparecer Gameiro, en esta ocasión para anotar el 2-2 tras un excelente pase de Rodrigo.

Nadie dijo que iba a ser fácil alcanzar la final de la Copa, sabían que se iba a sufrir, pero nadie puede dar nunca por “muerto” a este Valencia CF, que se jugará la clasificación para la gran final en Mestalla, con toda su gente.

Con la lección muy bien aprendida antes de salir al escenario, el Valencia CF aguardó atrás viendo cómo el Real Betis tocaba y tocaba el balón, pero alejado de la zona de peligro. El orden, la concentración y la sincronización de movimientos convertían al conjunto dirigido por Marcelino en un bloque sólido, esperando elegir bien el momento para lanzar la orden y salir a la velocidad de la luz buscando la meta rival.

Cuando Dani Parejo avisó con un lanzamiento tras recibir de tacón el balón de Rodrigo en una salida al contragolpe, el conjunto verdiblanco se dio cuenta que el Valencia CF iba muy en serio a por el partido. Claro en qué momentos había que lanzar el ataque, en defensa no se quería dejar ni respirar, y cuando algún bético se atrevía a desafiar a la línea defensiva, Garay o Paulista aparecían para apagar cualquier atisbo de peligro. La situación estaba bajo control, siendo muy superiores del minuto 15 al 33 de encuentro, con recuperaciones rápidas tras pérdida y encerrando al rival.

Fue ahí cuando el Valencia CF hizo méritos suficientes para adelantarse en el marcador, justo después de que Jaume blocara un lanzamiento lejano de Canales, obligando a Joel a llevar su elasticidad a la máxima expresión para desviar a contrapié un remate de Rodrigo y un cabezazo de Santi Mina, que acabó escupiendo el larguero. Daba gusto ver al Valencia CF, valiente sobre el césped.

Pero para estar en una final también hay que sufrir, porque el corazón se puso en un puño cuando Guardado buscó el gol con una volea con su izquierda que salió quitándole el polvo al palo. ¡Uff! Volvió el Betis a adueñarse del balón, salvo en una gran acción individual de Piccini que acabó con un centro que iba envenenándose al segundo palo y que desvió la zaga local a córner. Al Valencia CF le sobró el último minuto del primer tiempo. No contaba con lo que iba a ocurrir tras un saque de esquina que sacó Joaquín en corto para Canales, que centro largo al segundo palo para que peinara Sidnei antes de que cabeceara a gol Loren.

Golpe duro, que se llevó otro mazazo en el minuto 53 tras otro saque de esquina. Joaquín vio que no había nadie cubriendo el primer palo y sorprendió con un gol olímpico que necesitó validar el colegiado con el VAR. La acción llegó unos minutos después de que un nuevo centro de Piccini lo desviara Javi García hacia su propia portería que no entró de milagro. Y se pasó del hipotético 1-1 al 2-0, lo que llevó a Marcelino a mover al equipo, dando entrada a Gameiro y Kondogbia.

Había que ir hacia arriba, pero sin encajar otro gol que multiplicaría las dificultades en el objetivo de estar en la final. Jugar al ataque con cabeza, la que puso Cheryshev para rematar el centro de Gameiro tras un excelente desmarque, y llevar el 2-1 al marcador electrónico. Lo merecía el Valencia CF. Y sobre el césped se pedía cabeza, pero sin renunciar a anotar otro gol que igualara la eliminatoria.

La seguridad en cada uno de los movimientos que buscaron los dos equipos en el primer tiempo se metió en el cajón, el partido se convirtió en un duelo eléctrico, con muchos espacios. ¡Nadie podía garantizar que se mantuviera el 2-1 en el mercador! ¡Qué emoción! Este Valencia CF nunca se rinde a pesar de recibir dos golpes duros. A dos minutos para el final, de nuevo Gameiro se asoció con Cheryshev, que envió el balón al larguero con un gran remate de cabeza. ¡Qué lástima! Pero lo mejor aún estaba por llegar. Hasta el final hay que pelear, y en el tiempo de descuento, Rodrigo trazó un milimétrico pase para que Gameiro anotara el 2-2 y le da una ligera ventaja al Valencia CF para estar en la final.

Ficha técnica:

2. Real Betis: Joel Robles, Mandi, Bartra (Javi García, min. 9), Sidnei, Junior (Francis, min. 79), William, Guardado, Canales, Lo Celso, Joaquín © y Loren (Jesé, min. 77).

2. Valencia CF: Jaume, Piccini, Garay, G. Paulista, Gayà, Coquelin (Kondogbia, min. 57), Parejo ©, Carlos Soler (Wass, min. 77), Cheryshev, Rodrigo y Santi Mina (Gameiro, min. 57).

Goles: 1-0, min. 44: Loren. 2-0, min. 53: Joaquín. 2-1, min. 69: Cheryshev. 2-2, min. 90+1: Gameiro.

Fuente: Valenciacf

Advertisement
Click para comentar

Tienes que estar registrado para comentar Acceder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Deportes

Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

Publicado

en

Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

Puedes seguir toda la actualidad visitando Official Press o en nuestras redes sociales: Facebook, Twitter o Instagram.

Continuar leyendo