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El Valencia le planta cara al líder y sigue en la lucha por la Liga (1-1), por @JordiSanchiss

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Gol Rodrigo peluca Jaume Ortí Valencia

No podía haber mejor homenaje a Jaume Ortí que un Valencia competitivo e implicado, un grupo de futbolistas que ha tuteado al todopoderoso Barcelona, que llegaba a Mestalla con la posibilidad de asestar un golpe casi definitivo al campeonato. Pero no, el equipo de Marcelino, empujado por una afición que volvió de demostrar su grandeza, no perdió contra el líder y, a pesar de no conseguir la victoria, sigue invicto tras 13 jornadas y peleando en la parte más noble de la clasificación.

Muestra del compromiso de estos jugadores son las lesiones de Zaza y Guedes. El portugués jugó con un dedo del pie fisurado, de hecho pasará inmediatamente por el quirófano y estará unas cuatro semanas de baja. Aún así, lo dio todo sobre le campo. El goleador, por su parte, tiene el menisco tocado y se le puede bloquear totalmente en cualquier momento, pero su desgaste frente al Barça fue espectacular, representa el espíritu de este nuevo Valencia.

El partido tuvo de todo: presión, tensión, pasión, alternativas y mucha polémica. Iglesias Villanueva no concedió un gol clarísimo de Messi a la media hora de juego y se comió dos penaltis de Umtiti en la reanudación.

El minuto de silencio en memoria de Ortí no fue tal, se convirtió espontáneamente en una emotiva y estruendosa ovación. Con su famoso ‘palmito’ sobre el césped y los videomarcadores emitiendo imágenes suyas, la despedida tributada fue sublime.

En cuanto al fútbol, el Valencia renunció al balón en la primera parte, por completo, quizás de manera exagerada. Se dedicó a tapar las acometidas de los jugadores blaugranas, y en ese aspecto no lo hizo mal, porque minimizó su potencial atacante a pesar de entregar toda la posesión.

Pero los valencianistas solo vivían para ejercer labores defensivas. La ansiedad o las expectativas creadas bloqueaban sus piernas y su cerebro cuando recuperaban el balón, que volvía sin remedio a pies del rival de manera instantánea.

El Barça se fue encontrando cómodo en su papel de favorito y asumió el control. Busquets dirigía las operaciones desde atrás, y Messi era emboscado en cada jugada, pero una genialidad suya siempre es posible. De sus pies nació una jugada polémica clave.

Chut desde la frontal, se le escapa el balón a Neto y entra claramente. Gol que no concedieron ni el árbitro ni su asistente. Tenían motivos los barcelonistas para quejarse, y lo hicieron, tanto que se descuidaron y a punto estuvo de marcar Zaza en la contra posterior, prácticamente la única en todo el primer tiempo.

En el tramo final los locales cogieron algo de aire, más que nada para llegar al descanso sin tanto agobio, tras aguantar permanentemente asfixiados. El segundo acto fue otra historia. El Valencia dio un paso adelante, o el conjunto de Valverde uno hacia atrás. El caso es que la decoración fue distinta. En cinco minutos ya se veía que la dinámica era otra. Los hombres de Marcelino buscaban la portería de Ter Stegen sin tanta precaución defensiva.

Por cambiar, hasta la tendencia del arbitraje varió. Iglesias Villanueva no señaló un penalti de Umtiti, que pisó a Guedes dentro del área. El mismo defensa había empujado minutos antes a Kondogbia con la misma complacencia del colegiado, quien además no se atrevió a sacar ni una amarilla a los barcelonistas, y merecieron más de una. Aunque el entorno culé siempre dirá que el primer error en un partido es el que más perjudica, y no le faltará razón.

Con el partido un tanto roto, Guedes combina con Gayà que apura hasta línea de fondo y mete un pase preciso para que Rodrigo remate a placer y coloque el 1-0 en el marcador. El delantero celebró el tanto homenajeando a Ortí al colocarse la famosa peluca naranja que tan popular hizo el expresidente. Una gran jugada y una celebración de 10.

El encuentro estaba donde quería el Valencia. Resultado a favor y con el Barça volcado y dejando espacios a sus espaldas. Guedes se movía a sus anchas por la izquierda y Rodrigo entre líneas. Parejo y Kondogbia, por fin, se igualaban e incluso superaban a sus contrincantes del centro del campo. En un par de contras pudo llegar el segundo, sobre todo en una que Guedes no acertó a culminar.

Pero con este Barcelona no te puedes fiar. Suárez avisó con una derechazo que repelió Neto, y luego apareció Messi. No estuvo a su nivel habitual, la vigilancia fue continua y eficaz, pero durante un solo segundo le concedieron un solo metro, y no perdonó. El astro argentino dibujó un pase exquisito y perfecto a la espalda de la defensa y Jordi Alba, un ex de la casa, empató el partido. 1-1. La efusividad del lateral para celebrar el gol no gustó en Mestalla. Se supone que se respeta al equipo que te crió futbolísticamente, pero está visto que solo se supone.

Quedaban pocos minutos para la conclusión y se presumía un tramo final con un Valencia tocado y pidiendo la hora. Sucedió lo contrario. Marcelino estuvo más acertado en los cambios que Valverde, y reforzó sobre todo la zona de ataque, de hecho los locales pudieron llevarse los tres puntos con dos ocasiones en el descuento. Un chut de Andreas y otro de Zaza rozaron el gol de la victoria. El italiano lo merecía, su lucha hasta la extenuación fue premiada con una ovación tras otra, y de haber marcado lo habrían sacado a hombros.

Así se consumió este partidazo que nos deja a un Barcelona que demostró su poderío ante un Valencia que aguantó en los peores momentos para discutirle el liderato tras el descanso. Dos estilos, dos conceptos futbolísticos que no defraudaron a nadie.

Pero goles y puntos aparte, este encuentro siempre será recordado como el primero sin Jaume Ortí en la grada. El presidente del pueblo, el presidente de mi pueblo ha dejado un vacío irremplazable. ‘Allà on estigues, esta crònica va per tu, bonico. Amunt sempre!’.

1. Valencia CF: Neto, Montoya, Garay (Ruben Vezo, m. 86), Gabriel Paulista, Gayà, Parejo, Carlos Soler (Santi Mina, m. 89), Kondogbia, Guedes, Rodrigo (Andreas, m. 81) y Zaza.

0. FC Barcelona: Ter Stegen, Semedo (Aleix Vidal, m. 79), Umtiti, Vermaelen, Jordi Alba, Rakitic (Deulofeu, m. 68), Busquets, Iniesta (Denis Suárez, m. 72), Paulinho, Messi y Suárez.

Goles: 1-0. M. 60: Rodrigo. 1-1. M. 82: Jordi Alba.

Árbitro: Iglesias Villanueva, del comité gallego. Amonestó a Kondogbia, Gabriel Paulista, Rodrigo, y Andreas del Valencia CF.

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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