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Y al séptimo partido…. cayó (2-0) , por Dani Hermosilla

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DANI HERMOSILLA 

El Levante volvió a perder en liga, tras seis jornadas invicto… e imbatido. Encajó después de permanecer seis partidos con el marcador a cero. Derrota sin discusión ante un Alcorcón mejor. Lo peor, además de la derrota, la lesión de Jose Campaña, que no pudo acabar el partido al retirarse cojeando ostensiblemente.

Triste forma de acabar una racha. Un partido malo, muy malo. Pero un accidente, seguro. No, no podemos hablar de falta de actitud —algo recurrente en el mundo del fútbol cuando se pierde— Simplemente, no fue tu día. El contrario, además, jugó un gran partido. Hay que jugar mucho y bien para ganar a un equipo como el Levante UD que, a pesar del resultado, nunca se descompuso. Eso sí, nunca tuvo claro ni su juego ni vio de cerca el gol.

Triste, por el juego, sí. Pero también porque todo fue en contra. Para empezar un penalti ridículo, por cómo se hizo y por pitarlo el colegiado. Un gol en propia meta antes del descanso. El juego aéreo fue un dolor de cabeza. Y las pérdidas continuas. Para colmo de males, una dura entrada de Pablo Pérez a Jose Campaña, dejó a los dos equipo con un jugador menos. A lo locales, porque la entrada le supuso la expulsión a Pablo Pérez, que acababa de salir desde el banquillo. Y al Levante porque Campaña se tuvo que retirar, lesionado y Muñiz ya había quemado sus naves con los tres cambios. Veremos el alance de su lesión.

Alcorcón intenso

Julio Velázquez, el técnico del Alcorcón, inculcó a su equipo por dónde tenía que atacar al rocoso Levante. En Santo Domingo, a los 25 minutos, se dejó esa imbatibilidad que le acompañó seis partidos y que le ayudó a lograr otras tantas victorias. La salida de los madrileños, fulgurante. Incluso Rober Pier tuvo que salvar un balón que se colaba en la portería de Raúl, ya batido, bajo palos.

Incómodo, agresivo en un campo en el que juega  con escuadra y cartabón, a las mil maravillas. Así fue el Alcorcón. No se encontró cómodo el Levante en ningún momento. Pero las complicaciones le llegaron cuando más se había soltado ese dominio local. Los duelos eran todos para los amarillos. Y así, imposible ganar. A verlas venir. No por falta de atención. Sino porque delante había un equipo hecho y derecho.

Un ataque con centro lateral sobre el área, acabó en manotazo de Toño interpretado como penalti. Como siempre digo. Nos lo pita a nosotros, y lo vemos normal. Pero no, en mi opinión no hay más acción que un contacto de brazo en alto y cara del rival. Nada más. Nada de penalti. Pero tampoco fue injusto el resultado. La caraja granota era importante. Sin el balón y sin oler ni un balón (nada de recuperación)

Casadesús a escena

Eso sí, Muñiz fiel a su manual. Gol en contra, cambio rápido. Puede extrañar la primera vez. Pero a estas alturas, ya no. Natxo Insa, ya sin máscara, al banquillo. No acaba de rular la dupla Insa-Lerma. Y mira que parece interesante verlos juntos. Consciente de lo que le preparaba su colega, el técnico quiso protegerse en el medio. Pero el centro fue en su totalidad de los madrileños. Sólo sendos tiros de Campaña e Insa (antes de la sustitución), pobre bagaje de un Levante desconocido.

Y como cuando las cosas van mal, pueden empeorar… A poco del descanso, Sergio Postigo desvió a su propia portería un centro desde la linea de fondo. Un 2-0 antes del descanso. No se recuerda. El Levante no recibía dos goles en un mismo partido en liga desde que cayó derrotado en el Campo del Girona, su principal rival en la lucha por el liderato.

Verza, a escena

Diagnótico: Insa-Lerma, no funcionó. Al menos en Alcorcón. Verza sustituyó al colombiano. Buscando más toque y balón. Tímidas acciones con ocasión para Jason y Roger. Pero nada. Cuando se estiraba el Alcorcón creaba peligro de verdad. Primero Alejo obligaba a Raúl a sacar una mano prodigiosa. El balón se colaba por la escuadra. Del córner, Owona enviaba el balón al larguero, con un claro dominio del juego aéreo en todo el partido.

Más cambios modo-Muñiz. Rubén por Pedro López. De perdidos, al río. Pero no era el día. Ni tampoco hubo suerte. No llegó Postigo a un centro de falta lanzado por Rubén. Todo lo que generó el equipo, muy aislado. Sin continuidad. No le pilló el punto al conjunto de Velázquez que, esta vez, superó a su colega. Cierto que podemos decir que ante el Getafe, el Girona e, incluso, la semana pasada contra el Numancia, el Levante jugó un tanto a merced. En Santo Domingo, nunca tuvo la sensación de controlar el partido. Ni con empate a cero.

Sin desconfianzas

Nada de desconfianzas nos deja  el equipo. Simplemente, el Alcorcón fue mejor, más agresivo, más acertado y más afortunado. Marcó en dos acciones que no mereció. Pero tuvo el gol y Raúl y el larguero lo impidieron. Sorprende la escasa aportación de Roger al juego (no hablamos de marcador o rachas goleadores). Pasó desapercibido. Al equipo le faltó generar juego para llegar con claridad arriba. Toca remar. La semana que viene, a arreglar las cosas ante el Nàstic con la ayuda de Orriols.

2. ADA Alcorcón

Dimitrovic; David Navarro, Owona, Toribio, Bellvis, Nelson, Kadir, Iván Alejo (Carlos Martín Luque, 65′), Oscar (Pablo Pérez, 70′), Víctor Pérez (Carlos Carbonell, 80′) y David Rodríguez.

0. LEVANTE UD

Raúl Fernández; Pedro López (Rubén, 65′) , Róber, Sergio Postigo, Toño; Lerma (Verza, 46), Natxo Insa (Víctor Casadesús, 29), José Campaña; Morales , Jason y Roger.

Goles: 

1-0, David Rodríguez, de penati, 25′

2-0, Sergio Postigo, 40′ (pp)

Arbitro: Pérez Pallás.

Tarjeta amarilla: Toribio, Pedro López, Toño y David Navarro.

Tarjetas rojas: Pablo Pérez (m.77), por dura entrada a José Campaña a la altura del tobillo.

Estadio Santo Domingo

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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