El triángulo amoroso formado por Lady Di, el príncipe Carlos y Camilla Parker Bowles ha estado en boca de todos, pero no es de extrañar si tenemos en cuenta que hablamos de un matrimonio de la corona británica.
El primer encuentro entre Carlos y Camilla
No se sabe bien la fecha exacta, pero sí se sabe qué se dijeron los duques de Cornualles cuando se conocieron. Fue Camilla quien rompió el hielo con esta mítica frase: «¿Sabía que mi bisabuela fue amante de su tatarabuelo?». En aquel momento aún era Camilla Shand y hacía referencia a la aventura que tuvieron el rey Eduardo VII y su bisabuela, Alice Keppel. Aquella frase le pareció muy tierna al príncipe Carlos, que le arrancó una sonrisa. Así comenzaría su historia de amor aunque aún no lo sabían.
Eran almas gemelas
Eran perfectos el uno para el otro, tenían el mismo sentido del humor y compartían gustos y aficiones como la equitación, el polo, la pintura o la jardinería. Todo parecía estar a favor de esta relación, todo menos la corona. A pesar de los deseos de Carlos por hacer a Camilla su esposa, la Familia Real británica no podía permitir este enlace por una norma en la que se establece que el heredero al trono debía casarse con una mujer virgen.
Por eso, Carlos decidió poner tierra de por medio y alejarse unos meses pensando que esto ayudaría a la pareja, pero sucedió todo lo contrario. Él se fue con la Royal Navy en enero de 1973 y Camilla se casaría con Andrew Parker Bowles en julio de ese mismo año. Aquello dejó destrozado al príncipe Carlos que pensaba que lo suyo sería para siempre. Ahora con el tiempo hemos descubierto que era verdad.
Diana Spencer: la elegida
En 1981 la monarquía británica se desesperaba por encontrar una mujer al príncipe Carlos. El tiempo apremiaba y era su obligación casarse y tener descendientes. Entre las múltiples opciones se eligió a Diana Spencer, una joven de 19 años y de una de las familias más antiguas y prestigiosas de Reino Unido. Lo que parecía una fortuna se convirtió en una maldición. Diana fue elegida por su ingenuidad y su virginidad, dos características imprescindibles para la tarea que le aguardaba.
Lady Di descubrió casi al principio de su matrimonio que su marido no la quería, que jamás se había enamorado de ella y sufrió mucho por ello. Aun así, ella tuvo que mantener la imagen del matrimonio perfecto y enamorado. Esa fue la tarea más difícil, fingir una felicidad absoluta cuando en realidad ambos terminaron odiándose.
La famosa conversación del ‘tampax’
La dicha de Carlos y Camilla producía la infelicidad de Diana; pero estaban enamorados y no lo podían evitar. Lady Di intentó llevar la infidelidad de su marido con la mayor discreción posible; pero en 1992 se filtraron unas conversaciones grabadas entre Carlos y Camilla de tan solo tres años antes, cuando aún estaba casado con Diana. Un rumor que acabaría por confirmarse en una entrevista al príncipe Carlos donde se sinceraba y reconocía que había sido infiel a Lady Di. Una entrevista que no solo sentó mal a Diana, que apareció con el ya conocido como ‘vestido de la venganza’ reivindicando su lugar, sino también en la Casa Real inglesa, que no aprobó el comentario de Carlos en televisión.
Un divorcio muy esperado
Finalmente en 1996 se divorciaban. La situación era insostenible y la reina Isabel II decidió tomar parte en el conflicto para no ensuciar más la imagen de la monarquía. Diana siguió viviendo en el palacio de Kensington para mantener una buena relación con la familia real y estar cerca de sus hijos; pero a partir de ese momento se centró en otras tareas, aquella que la convertirían definitivamente en el princesa del pueblo.
Tan sólo un año antes Camilla había hecho lo mismo con Andrew Parker Bowles. Así habían conquistado los dos de nuevo su libertad, una sensación que se vio reforzada tras la muerte de Lady Di en 1997, lo que les permitía vivir su historia de amor sin depender del letrero de «amantes».
En 1999 hacían su primera aparición pública con cierto miedo por la opinión del pueblo inglés, pero para sorpresa de todos aquello fue aprobado por todos. En 2003 pudieron vivir juntos en su residencia de Clarence House y solo tres años después, en 2006, consiguieron casarse en una discreta boda con los hijos de ambos apoyando el gran amor que siempre se habían manifestado.
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