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España podría quedarse sin bebidas alcohólicas: Peligra el ron, whisky, vodka y ginebra

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bebidas alcoholicas

España podría quedarse sin existencias de bebidas alcohólicas como ginebra, ron, whisky y vodka. Así lo ha advertido la patronal Espirituosos de España (FEBE), que afirma que ya hay bares, discotecas y pubs que están sufriendo las consecuencias de este desabastecimiento que, de momento, no afecta a supermercados.

Este es el comunicado íntegro:

La crisis generada por el Covid19 impactó de la peor manera en el sector de bebidas espirituosas. De hecho, de todos los sectores de bebidas el que más ha sufrido ha sido el de las bebidas destiladas. Las caídas registradas el pasado año rondaron valores de entre el -30% y el -50% (en algunos casos singulares incluso hasta el -80%), dependiendo del nivel de exposición a la hostelería y al turismo.

El cierre de la hostelería, nuestro principal canal de ventas, supuso que en 2020 se dejaran de poner en el mercado más de 67 Millones de litros de bebidas espirituosas, mientras que los ligeros aumentos en la alimentación en ningún caso compensaron las pérdidas.

A pesar de ser un sector compuesto por empresas centenarias que han vivido muchas vicisitudes desde hace más de tres siglos, difícilmente podrá encontrarse un momento igual en el sector.

Tras pasar lo peor de la pandemia, en estos momentos el sector debería de estar pensando en su recuperación y en alcanzar los niveles previos al Covid, para lo que es necesario un plan de recuperación económica basado en dinamizar la economía, generar empleo y avanzar en la recuperación, siempre desde el equilibrio fiscal y comercial, teniendo en cuenta las necesidades de todos los sectores afectados, en especial a los que más han caído con apoyo de los fondos Next Generation.

Sin embargo, la recuperación se está viendo ahora lastrada por una enorme inestabilidad en los mercados, una crisis mundial en el transporte que afecta a las importaciones y exportaciones, y también al aprovisionamiento de materias primas.

El Covid y la falta de demanda provocó que los stocks cayeran a niveles mínimos.

Ahora tanto la cadena de suministro y el reaprovisionamiento de la hostelería, tanto de la que venía operando como la que recientemente ha recuperado la normalidad, están aumentando su actividad con expectativas de consumo para recuperar los niveles de 2019.

Desde Espirituosos España queremos dejar claro que la actual coyuntura no es consecuencia de un aumento de consumo, sino derivada de una crisis de transporte y materias primas.

Los casos de roturas de stock, no se están produciendo por un aumento exponencial de consumo. Es más, aún queda mucho camino para recuperar los niveles pre-Covid, algo que en ningún caso se vislumbra alcanzar hasta 2023, y ello además dependerá de los planes de recuperación antes mencionados. Hay que recordar que la crisis económica de la que nos estábamos recuperando hasta que apareció el Covid, redujo las ventas de espirituosos por encima del 30%.

Desmentir por tanto de manera categórica que los incrementos de consumo inmoderados o las conductas abusivas estén detrás de esta situación, que esperamos sea coyuntural y que afecta de manera desigual a las empresas productoras y comercializadoras de bebidas espirituosas en nuestro país.

El encarecimiento y la limitación de las fuentes de energía, complicado por cuestiones geopolíticas y el post Brexit, que está siendo difícil de digerir especialmente en transporte y despachos en frontera, han tensionado gravemente el comercio internacional.

Todo ello está teniendo un impacto en toda la cadena de valor necesaria para la comercialización de bebidas espirituosas, incluido el aprovisionamiento de botellas, cartones, aluminio y en las materias primas necesarias para la destilación de alcohol.

Causas sobrevenidas ajenas al sector, como la crisis mundial de suministros, están afectando negativamente el desempeño de un buen número de empresas, haciendo que sus líneas de producción y suministro no funcionen de forma regular.

Desde Espirituosos España, confiamos en que esta situación sea coyuntural.

 

Y agradecemos las gestiones que se están haciendo en materia de aprovisionamiento y costes de la energía, pero consideramos que sería necesario que el Gobierno incluyera también la carestía de las materias primas, la crisis del transporte y la agilización de los procesos aduaneros en ese mismo horizonte.

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Las frases más duras del rey Juan Carlos sobre Letizia en ‘Le Figaro’

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rey Juan Carlos Le Figaro
Rey Juan Carlos

Con aspecto cansado y apoyado en un bastón tras sus múltiples operaciones de cadera y rodilla, el rey emérito Juan Carlos I abre las puertas de su refugio en Abu Dabi al medio francés Le Figaro y rompe su silencio tras años de exilio, concediendo una entrevista que ya ha levantado polémica dentro y fuera de España.

En la conversación, el monarca reflexiona sobre su reinado, su legado y su situación actual, marcada por la soledad, la distancia de su familia y el peso de los escándalos. “Ahora que mi hijo me ha dado la espalda por obligación y mis supuestos amigos han desaparecido, veo que nunca fui libre”, confiesa.


“La democracia no cayó del cielo”

El rey emérito recuerda la Transición española como “uno de los logros más importantes de su vida” y defiende su papel como garante de la democracia.

“La democracia no cayó del cielo”, afirma, insistiendo en que “si pudo llegar a ser rey, fue gracias a Franco”.

Una declaración que sorprendió al periodista francés, quien le advirtió de la polémica que podrían generar sus palabras. Juan Carlos responde con naturalidad:

“¿Por qué mentir, si fue una persona que me hizo rey, y en realidad me hizo rey para crear un régimen más abierto?”.

Estas afirmaciones forman parte de su nuevo libro, Reconciliación, una obra de 500 páginas que se publicará el 5 de noviembre en Francia y en diciembre en España. Según el propio monarca, Felipe VI mostró su preocupación por el tono “sin filtros” del texto.

“Quienes esperen revelaciones trascendentales se sentirán decepcionados”, advierte el emérito, que asegura haber dudado antes de escribir sus memorias:
“Me di cuenta de que los hijos y nietos de mis amigos no tenían idea de quién era Franco ni de la Transición democrática. Creí necesario dar testimonio directo de lo que viví durante treinta y nueve años de servicio a mi país”.


La melancolía del exilio

Sentado entre olivos centenarios en el jardín de su residencia en la isla de Nurai —una propiedad cedida por el jeque Mohammed Ben Zayed, presidente de Emiratos Árabes—, Juan Carlos I se muestra melancólico y nostálgico.

“Verse obligado al desarraigo y al aislamiento al final de la vida no es fácil. Estoy resignado, herido por una sensación de abandono. Hay días de desesperación y de vacío”, admite.

Desde su marcha en agosto de 2020, el rey apenas ha tenido contacto con su familia, salvo con su nieto Froilán, que vive con él en Abu Dabi. Reitera que su autoexilio fue voluntario, para “no obstaculizar el buen funcionamiento de la Corona ni a mi hijo en el ejercicio de sus funciones soberanas”.

Aun así, deja entrever una fractura emocional con Felipe VI:

“Mi hijo me dio la espalda por sentido del deber. Entiendo que, como rey, deba mantener una postura pública firme, pero sufrí su insensibilidad”.

El emérito recuerda una conversación con su hijo durante la Navidad de 2020, que define como “encerrada en el silencio de la incomprensión y el dolor”.


Juan Carlos I: errores, decepciones y la “debilidad” de Corinna Larsen

Entre la nostalgia y el arrepentimiento, el monarca asume haber cometido errores.

“Soy consciente de haber decepcionado. Tengo numerosas debilidades”, confiesa, señalando que fue víctima de “errores de juicio nacidos del amor y la amistad”.

Sobre sus relaciones más controvertidas, hace una referencia directa a Corinna Larsen, a quien califica como “un grave error”.

“Fue un grave error haber aceptado el regalo de cien millones de dólares del rey Abdulá de Arabia Saudí, pero todos los procesos judiciales han sido desestimados y no se me ha imputado nada”.

Reconoce también que fue “cegado por un cierto séquito malévolo” y que confió en empresarios que lo involucraron “en un embrollo financiero que se escapó de sus manos”.


Letizia y Sofía: la otra cara de la monarquía

El rey dedica unas líneas a las dos reinas de su vida. De Sofía, habla con afecto y nostalgia:

“La llamo ‘Sofi’. Lamento que no me acompañe en mi vida en Abu Dabi”.

Sin embargo, su tono cambia al referirse a la reina Letizia.

“Tengo un desacuerdo personal con Letizia. No contribuyó a la cohesión de nuestras relaciones familiares”, admite.

Esta confesión, una de las más comentadas de la entrevista, deja entrever el distanciamiento histórico entre el emérito y la actual reina consorte, cuya llegada a la familia real marcó un cambio de estilo y tensiones en el entorno monárquico.


La herencia a Leonor y el mensaje a Felipe VI

En un tono más conciliador, Juan Carlos envía un mensaje a su hijo Felipe VI:

“España no es automáticamente un país monárquico. Es responsabilidad del rey moldear la monarquía cada día”.

También dedica unas palabras a la princesa Leonor, heredera al trono:

“Que tenga seguridad en sí misma, que cumpla con su deber con simpatía y amabilidad, que sea garante del respeto a la Constitución Española”.


“Hubo tres golpes el 23-F”

El capítulo sobre el golpe de Estado del 23-F es uno de los más reveladores. Juan Carlos I asegura que no fue un solo golpe, sino tres:

“El golpe de Tejero, el de Armada y el de los cargos electos cercanos al franquismo”.

“Alfonso Armada estuvo a mi lado durante diecisiete años. Lo quise mucho, y me traicionó. Convenció a los generales de que hablaba en mi nombre”, explica.

El monarca también recuerda que, durante sus primeros años de reinado, tuvo el poder de refrendar penas de muerte, aunque nunca tuvo que ejercerlo:

“Si hubiera dicho que no, los generales me habrían derrocado”.


“Nunca fui libre”

En el cierre de su entrevista con Le Figaro, el rey Juan Carlos hace una reflexión que resume su sentir:

“A pesar de mis problemas de movilidad y los intentos de desacreditarme, desde mi nacimiento no he sido dueño de mi destino. Di libertad a los españoles al establecer la democracia, pero nunca pude disfrutar de esa libertad para mí”.

Con esta confesión, el emérito deja claro que, a sus 87 años, se siente prisionero de su propia historia, atrapado entre el peso de su legado y las consecuencias de sus decisiones personales.

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