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Valencia

La dedicatoria de una viuda en la esquela de su marido se hace viral

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València, 9 feb (EFE).- Cuando su marido murió después de un año y medio impedido y con Alzheimer, Maruja Tatay, de 72 años, quiso mostrar su gratitud a los numerosos agentes de la Policía Nacional que en este tiempo han pasado por su casa para ayudarle, por lo que redactó una esquela que ha emocionado a muchos policías.

«Si no hubiera sido por ellos, no sé qué habría sido de mi marido», reza la esquela publicada el pasado viernes en València y que se ha reenviado por numerosos grupos de Whatsapp policiales de toda España, en la que la viuda reivindica «el cariño y la asistencia de la Policía del 091» y destaca que «siempre han estado ahí».

«Escribí lo que me salió del corazón, no sé si estará bien o estará mal, no tengo estudios», explica a EFE Maruja Tatay, quien señala que en estos meses en que su marido, Julio Miralles, se iba deteriorando cada vez más y se caía mucho habrá llamado «más de treinta veces» a la Policía y habrán pasado por su casa «más de doscientos agentes».

Su marido tenía 75 años, pesaba 140 kilos y debido a su enfermedad se tiraba de la cama o se soltaba de la silla de ruedas y se escurría hasta el suelo, ante lo que Maruja, que se encargaba sola de cuidarlo -relata que su único hijo murió hace siete años y no tiene ninguna ayuda- llamaba al 091 para que lo levantaran.

Asegura que han sido tantos los agentes que la han ayudado que «no sabía cómo agradecerlo», por lo que optó por hacerlo mediante una esquela en la prensa, «de las grandes», con un mensaje que escribió en un papel y cuya publicación gestionó el tanatorio, «para que todo el mundo sepa que estas personas se merecen un monumento».

«Dicen que es su trabajo, pero coger ese cuerpo que pesaba tanto, los días que hiciera falta… Como ellos no habrá en el mundo», señala la viuda, quien destaca el «cariño y la paciencia» con que los policías trataban a Julio pese a no conocerles de nada.

Afirma que no sabría reconocer a los agentes que han estado alguna vez en su casa si los viera por la calle debido a las mascarillas, pero insiste en que siempre que ha llamado han acudido con rapidez y con los refuerzos que hiciera falta, incluso más de una vez en un mismo día.

Maruja asegura que, de no ser por esta ayuda, no habría podido tener tanto tiempo en casa a su marido, a pesar de que no quería dejarlo en una residencia después de 46 años de casados, muchos de los cuales regentaron una droguería familiar.

Confiesa que ha pasado momentos muy tristes, aunque también se ha reído con su marido enfermo, como cuando le decía que estaba más delgada y se le estaban quedando piernas «de gallina», aunque se queda con un momento de lucidez de los últimos días, cuando al preguntarle quién era ella le respondió: «La mujer que más quiero».

Fuentes policiales han señalado a EFE que les ha llegado «al alma» el gesto de esta mujer y el hecho de que en un momento «tan complicado», cuando estaba enterrando a su marido, le vinieran a la cabeza todos los que agentes que habían pasado por allí y quisiera agradecerles su atención.

Explican que son muchos los agentes que recuerdan haber pasado por esta casa de València en alguna ocasión, algunos incluso más de una vez, y que la mujer «es un encanto, siempre se deshacía en gratitud» e incluso se disculpaba por molestarles.

Maruja cuenta emocionada que ha recibido la llamada de un subdirector de la Policía para darle el pésame y decirle también que si necesita alguna cosa no tiene más que llamar al 091. «No puedo decir que no, ahora estoy sola en una casa grande», finaliza.

Loli Benlloch

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Valencia

“El pueblo salva al pueblo», el grito desesperado de los voluntarios de la DANA

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“El pueblo salva al pueblo" DANA
Situación de las inundaciones en Paiporta

València, 2 nov (OFFICIAL PRESS-EFE).- La sensación de impotencia por no poder hacer más con los medios de que disponen y la urgencia de vehículos que retiren los objetos que han quedado inservibles por la dana de las vías públicas es el grito desesperado de los voluntarios y vecinos de Aldaia (Valencia), que manifiestan con un lema: «El pueblo salva al pueblo».

«Ves las noticias y hablan mucho de Paiporta, Catarroja, Massanassa, que me parece muy bien porque lo necesitan, pero Aldaia parece que no existe. Ni siquiera cuando salen los pueblos afectados sale. Que crucen el puente y vean cómo está y vean si la gente necesita ayuda de verdad», claman tres jóvenes voluntarios de Alaquàs de camino a la población vecina, ataviados con guantes de látex y mascarilla porque les han dicho que el agua está empezando a ser «tóxica».

Lamentan que haya solo un camión de la UME para todo el pueblo cuatro días después de la tragedia y piden que no vayan a «hacerse la fotito y a quedar bien» porque ha sido el pueblo el que ha salvado al pueblo, «no el Gobierno ni nadie».

«Ni tenemos fuerza ni material» para poder mover los coches y quitarlos, y encima se aprovechan las noches para robar en los coches, lo poco que queda en ellos.

Piden a los gobernantes que bajen al barro y miren de primera mano cómo está el pueblo, y se articulen las ayudas que ya existen, por ejemplo uno de los hoteles de Alaquàs que en los últimos tiempos ha acogido a inmigrantes para alojar a los vecinos que se han quedado sin poder vivir en sus casas.

La ayuda de los jóvenes está siendo vital

Un vecino del barrio La Saleta, Satur Moral, no recuerda que nunca haya entrado agua en su casa y por eso la inundación del pasado martes pilló a todos por sorpresa y sin haber sido advertidos. «Cuando nos llegaron los avisos, yo tenía el agua por las rodillas y ya no podía hacer nada, ya no podía reaccionar, solo pudimos encogernos de hombros y ver cómo pasaba el agua, a esperar que remitiera».

PAIPORTA (VALENCIA), 02/11/2024.- Varias personas trabajan en las labores de limpieza en la localidad valenciana de Paiporta, este sábado. Por tercer día consecutivo una marea de voluntarios ha llegado este sábado a barrios del sur de la ciudad de València y a los pueblos de la comarca vecina de l’Horta Sud asolados por la dana para luchar contra un fango, donde grupos especializados de los equipos de intervención buscan cadáveres en garajes o fosos aún anegados.EFE/ Kai Försterling

Lo peor fueron los primeros días sin luz ni agua, sin cobertura y sin internet, y cuando bajó el nivel de agua se dio cuenta de la magnitud del desastre y de que su casa estaba «patas arriba» sin poder echar mano de una manguera, ni poder usar los inodoros o las duchas, ni siquiera lavar la ropa o los platos.

«Una impotencia total, porque no puedes hacer nada», relata Satur, que el primer día, el miércoles, estuvo incomunicado junto con el resto de vecinos de una calle donde se apilaron numerosos vehículos arrastrados por las aguas y hasta hoy sábado «no ha venido nadie a decirme si necesito algo», en alusión a entidades públicas.

Y asegura tener «clarísimo» que es gracias a la ayuda ciudadana como están saliendo del caos, con un agradecimiento especial a los jóvenes. «La gente joven es maravillosa», dice emocionado.

Según un vecino afectado por las inundaciones, Jesús Pérez, residente de la calle San Vicente, hace falta comida, agua, manos para quitar los escombros y maquinaria, aunque reconoce que él cuenta con mucha ayuda.

Esta calle es una vía estrecha y larga, una de las más afectadas, y se generaron taponamientos a causa de los vehículos arrastrados, palés y contenedores flotantes, de ahí la dificultad de acceder a vaciar la calzada.

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