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Los penaltis acaban con el sueño del Valencia

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Los penaltis acaban con el sueño del Valencia

Sevilla, 23 abr (OFFICIAL PRESS/EFE).- El Betis, diecisiete años después de su último título (2005), alcanzó otra vez la gloria al proclamarse campeón de la Copa del Rey de 2022 y lograr su tercer título al superar al Valencia en la tanda de penaltis, con un lanzamiento decisivo del canterano Juan Miranda, después de una final que acabó 1-1 en el tiempo reglamentario y en la prórroga.

Miranda convirtió el penalti decisivo (5-4) después de que fallara el único lanzamiento de la tanda el centrocampista estadounidense del Valencia Yunus Musah, lo que desató la euforia en el beticismo, después de muchos años de sequía y de una final muy igualada y competida, en la que la decepción fue para el bando valencianista.

Se medían en La Cartuja dos históricos del fútbol español, ambos con urgencias para tocar la gloria, pues el Betis llevaba diecisiete años sin jugar una final ni levantar un título (el último en 2005) y el Valencia, tras una temporada muy irregular y lejos de la zona europea, lo fiaba todo a esta final para arreglar un curso de nuevo convulso.

Los béticos buscaban su tercer título de Copa, en su quinta final; y los valencianistas, el décimo en la decimoctava, y ambos técnicos, el chileno Manuel Pellegrini y José Bordalás, con dos estilos y filosofías de juego muy dispares, alinearon a sus onces de gala, con seis cambios en el Betis respecto a su último partido de Liga y hasta diez en el Valencia, donde sólo repitió Carlos Soler.

Pellegrini apostó para la final por su compatriota Claudio Bravo en la portería, en lugar del portugués Rui Silva; por los laterales Héctor Bellerín y Álex Moreno; y el argentino Guido Rodríguez y el luso William Carvalho en la media; además de su goleador Borja Iglesias, en vez del brasileño Willian José, como novedades.

Bordalás, por su parte, volvió a su equipo más reconocible con diez cambios respecto al que perdió por 2-0 el pasado martes en Villarreal en LaLiga, con Soler como superviviente y con un ataque formado por el portugués Gonçalo Guedes y Hugo Duro, además de recuperar para la zaga a Paulista, tras dos semanas lesionado.

El Betis empezó mejor, mucho mejor, con su fútbol de toque e imponiéndose al rival manejando bien el balón, lo que rentabilizó pronto, a los 11 minutos, con un golde Borja Iglesias al cabecear, solo en el área y en un despiste de la zaga che, un centro desde la derecha de Héctor Bellerín tras una buena apertura a su banda del galo Nabil Fekir.

La intensidad presidía el juego, con el Betis muy activo en este primer tramo, a pesar de que sus principales figuras, los talentosos Fekir y Sergio Canales, no terminaban de aparecer, aunque lo suplió con las subidas de sus laterales, en especial de Álex Moreno.

El Valencia, a contracorriente, tampoco se arredró. Aunque el bético Juanmi tuvo una buena opción al filo del ecuador de esta mitad y cabeceó fuera un buen centro desde la izquierda, el equipo de Bordalás se rehizo y reaccionó bien al duro golpe recibido, hasta el punto de complicarle las cosas a los de Pellegrini.

Su determinación, sabiendo lo que se jugaba y ante la actitud más contemporizadora de los verdiblancos, le dio sus frutos a la media hora, cuando una rápida contra bien conducida por Ilaix Moriba, un pulmón en la media del Valencia, acabó en un pase en profundidad del guineano a Hugo Duro, quien, con un toque sutil, superó por arriba al chileno Bravo e hizo el 1-1.

En el último cuarto de hora, los béticos trataron de reponerse, de buscar su juego, algo que les costó encontrar ante la buena presión de los levantinos, aunque Canales tuvo una buena ocasión para desnivelar de nuevo el marcador a dos minutos del descanso.

En la reanudación, el Valencia dio un paso adelante, pareció salir más fresco que un Betis en el que apenas aparecían sus hombres más desequilibrantes, Canales, Fekir y Juanmi, con Borja Iglesias peleándose demasiado solo con la poblada zaga valencianista.

El equipo de Bordalás, valiente y menos encorsetado en este inicio del segundo tiempo, rozó el gol a los 51 minutos, pero el remate de Hugo Duro, tras recoger un tiro de Gayá tras una conexión con Gonçalo Guedes, lo despejó, providencial, Claudio Bravo.

El conjunto de Pellegrini, que, a base de posesión y empuje ofensivo, buscó por todos los medios superar a la bien plantada defensa valenciana y apretó de nuevo en una fase en la que el partido se volvió frenético, pero ni Juanmi ni Canales, ahora más activo, aprovecharon sus opciones en el ecuador del segundo tiempo.

El Valencia buscó robar algún balón para meter miedo al Betis, pero fue el Betis el que estuvo más cerca del gol con un disparo de Juanmi, luego sustituido por el veterano Joaquín, al poste derecho de Giorgi Mamardashvili a 12 del final y dos de Fekir y Borja Iglesias, también solventados a la perfección por el georgiano.

Replicó por el equipo che Carlos Soler, tras una contra casi al final de Bryan Gil, que había entrado de refresco, pero el chileno Claudio Bravo, muy solvente siempre, salvo a su equipo, lo que dio paso a la prórroga tras 90 minutos muy intensos y con alternativas.

En ella, nadie arriesgó, todos temerosos de echar a perder todo el esfuerzo de antes, aunque el exvalencianista Joaquín, mucho más fresco, igual que los recién salidos Guardado y Willian José, intentó alguna incursión sin éxito. Mientras, el Valencia, con la entrada de Musah por Foulquier, defendió más que atacó.

La presión se palpaba y nadie quería perder, lo que se acrecentó en la segunda parte de la prórroga, con lo que, a pesar de las escaramuzas de unos y otros y con los cambios de Pellegrini, al meter a Miranda, Tello y Aitor Ruibal por Álex Moreno, Canales y Fekir, que se marcharon exhaustos, se llegó a una tanda de penaltis en la que triunfó el Betis para llevar a la gloria, diecisiete años después, a su afición.

– Ficha técnica:

1 – Betis: Claudio Bravo; Bellerín, Pezzella, Bartra, Álex Moreno (Miranda, m.105); Guido Rodríguez, William Carvalho (Guardado, m.102); Canales (Tello, m.111), Fekir (Aitor Ruibal, m.111), Juanmi (Joaquín, m.86); Borja Iglesias (Willian José, m.102).

1 – Valencia: Mamardahsvili; Foulquier (Musah, m.100), Diakhaby, Gabriel Paulista, Alderete, Gayà; Ilaix Moriba (Thierry Correia, m.79), Hugo Guillamón (Racic, m.85), Carlos Soler; Guedes, Hugo Duro (Bryan Gil, m.85).

Goles: 1-0, M.11: Borja Iglesias. 1-1, M.30: Hugo Duro.

Tanda de penaltis: 1-0, Carlos Soler. 1-1, Willian José. 2-1. Racic. 2-2, Joaquín. 3-2, Guedes. 3-3, Guardado. 3-3, Musah (fuera). 3-4, Tello. 4-4, Gayá. 4-5, Miranda.

Árbitro: Alejandro Hernández Hernández (Comité Las Palmas). Amonestó a los béticos William Carvalho (m.14), Pezzella (m.71), Borja Iglesias (m.95) y Tello (m.113), y por parte del Valencia a Gabriel Paulista (m.5), Guillamón (m.74), Alderete (m.92), Thierry Correia (m.93) y Carlos Soler (m.98).

Incidencias: Final de la Copa del Rey disputada en el estadio de La Cartuja, en Sevilla, que presentó un lleno prácticamente absoluto con 53.387 espectadores en las gradas.

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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