Salud y Bienestar
Pediatras advierten de un incremento de virus respiratorios en niños, con casos graves
Publicado
hace 4 añosen
Así lo asegura a EFE el presidente de la Fundación Prandi de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria (SEPEAP), Fernando García-Sala, quien recomienda que la vacunación contra la gripe se administre «de forma universal» a la población de entre los 6 y los 59 meses (6 años) de edad.
García-Sala indica que la SEPEAP avala el posicionamiento del Comité de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP), que recomienda la vacunación contra la covid de los niños de 5 a 11 años, ya autorizada por la Agencia Europea del Medicamento (EMA), para no «privar» a la población infantil de los beneficios de ello.
INCREMENTO VIRUS RESPIRATORIOS
Según García Sala, el confinamiento por la covid hizo bajar de forma exponencial las patologías en menores, especialmente de los dos «virus estrella»: la influenza (gripe) y el virus respiratorio sincicial (VRS).
«No hubo prácticamente ningún caso, las consultas estaban vacías de la patología habitual en noviembre, diciembre y enero. Fue una cosa increíble», asevera.
Los niños «no iban al colegio y había muchas medidas de prevención, como mascarilla o lavado de manos. Había una ausencia de estímulos inmunológicos por la falta de exposición a los virus y los contagios bajaran exponencialmente», explica.
Sin embargo, este año se han relajado un poco las medidas, y si los niños han pasado un año sin formarse con los pequeños estímulos antígenos que les hace producir anticuerpos, «al año siguiente son mucho más graves».
Según explica, en los meses de mayo y junio hubo casos de lactantes ingresados en las UCI por el VRS, algo que no tenía «ningún sentido» porque el virus respiratorio sincicial suele darse en los meses de invierno.
Ahora que empieza el frío, señala, empieza a haber mucha patología como cuadros de diarrea, infecciones respiratorias y otros virus, y considera que no tardarán en llegar los casos de gripe.
Lo que preocupa a los pediatras, según García-Sala, es que la sintomatología de la gripe, el VRS o el adenovirus es prácticamente la misma que la covid-19, e incluso pueden coexistir varios virus, y por ello hay que descartar primero que no sea covid porque sería necesario tomar medidas a nivel familiar.
Destaca la importancia del diagnóstico precoz de estos casos y, por ello, reclama que en los centros de salud y las consultas pediátricas se disponga de un test que en pocos minutos determine la afectación de ese menor.
Los menores contagian menos la covid que un adulto, pero en el caso de la gripe, los menores de entre 6 meses a 6 años son los que más contagian a los adultos, advierte.
VACUNACIÓN CONTRA LA GRIPE
Recuerda que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP) abogan por la vacunación universal entres los 6 meses y los 6 años de edad.
Según indica, el Ministerio de Sanidad recomienda administrarla a los que están en grupos de riesgo, a los mayores de 5 años que convivan con pacientes de riesgo o a los menores de esa edad que lo hagan con lactantes.
Asimismo, afirma, es fundamental que las embarazadas se vacunen contra la gripe en cualquier momento de la gestación, porque una afectación por esta enfermedad es en ellas «mucho más grave» que si no está esperando un hijo.
Concha Tejerina
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Salud y Bienestar
Qué significa tener hambre al rato de comer: la señal de que algo va mal
Publicado
hace 3 horasen
11 noviembre, 2025
¿Te ha pasado que terminas de comer y, apenas una hora después, sientes otra vez hambre? No estás solo. Tener hambre al rato de comer es una sensación más común de lo que parece, y puede estar relacionada tanto con lo que comes como con cómo come tu cuerpo. En este artículo te explicamos por qué ocurre, qué causas pueden estar detrás y qué puedes hacer para controlarlo sin pasar hambre ni ansiedad.
¿Es normal tener hambre poco después de comer?
Sentir hambre poco tiempo después de comer puede ser normal en determinadas circunstancias, pero también puede indicar que algo no está funcionando correctamente en tu metabolismo, tus hormonas o tus hábitos alimenticios.
El hambre es un mecanismo fisiológico controlado por una compleja red de hormonas (como la grelina y la leptina), neurotransmisores y señales del sistema digestivo. Cuando el cuerpo necesita energía, se libera grelina, la “hormona del hambre”, que avisa al cerebro de que es hora de comer. Tras una comida completa, deberían aumentar los niveles de leptina y otras hormonas de saciedad, lo que envía al cerebro la señal contraria: la de estar satisfecho.
Si esa sensación de saciedad dura poco o desaparece enseguida, puede que el cuerpo no esté recibiendo los nutrientes o las proporciones adecuadas para mantenerse estable.
Causas más frecuentes del hambre poco después de comer
1. Comidas bajas en proteínas o grasas saludables
Uno de los errores más comunes es comer platos con muchos carbohidratos simples (pan blanco, arroz, pasta o dulces) y pocas proteínas o grasas saludables.
Estos alimentos provocan picos rápidos de glucosa en sangre que, tras una subida, se desploman en poco tiempo. Esa caída brusca de azúcar activa de nuevo el apetito y genera la sensación de hambre, aunque el estómago esté lleno.
Solución: incluye en cada comida una fuente de proteína (pollo, pescado, huevo, tofu o legumbres) y grasas saludables (aguacate, frutos secos, aceite de oliva virgen extra). Te ayudarán a mantener la glucosa estable y a prolongar la sensación de saciedad.
2. Exceso de azúcares o carbohidratos refinados
Los productos ultraprocesados, los zumos industriales o los cereales azucarados generan lo que se conoce como “montaña rusa de glucosa”. Este fenómeno hace que, tras un pico energético momentáneo, tu cuerpo reclame más comida rápidamente.
Solución: opta por carbohidratos complejos y de bajo índice glucémico, como avena, arroz integral, legumbres o pan de centeno, que se digieren más lentamente y mantienen estables los niveles de energía.
3. Comer demasiado rápido
Cuando comes con prisa, el cerebro no tiene tiempo de procesar la señal de saciedad. El cuerpo necesita entre 15 y 20 minutos para activar la respuesta hormonal que indica que has comido suficiente. Si terminas antes, es muy probable que al poco rato vuelvas a tener hambre.
Solución: mastica despacio, evita distracciones como el móvil o la televisión y da tiempo a tu cuerpo a “registrar” la comida.
4. Falta de fibra en la dieta
La fibra es uno de los componentes más importantes para regular el apetito. Aumenta el volumen de los alimentos en el estómago, ralentiza la digestión y ayuda a mantener estable el azúcar en sangre.
Si tu dieta es pobre en frutas, verduras o cereales integrales, es normal que la sensación de saciedad desaparezca enseguida.
Solución: añade más fibra soluble (presente en avena, manzana, lentejas o chía) para mantenerte lleno durante más tiempo.
5. Desequilibrio hormonal
En mujeres, especialmente en etapas de perimenopausia o síndrome premenstrual, los niveles de estrógenos y progesterona pueden alterar las señales de hambre y saciedad.
También en hombres y mujeres con resistencia a la insulina o hipotiroidismo, el apetito puede dispararse incluso tras comidas completas.
Solución: si notas que este patrón se repite con frecuencia, consulta con un endocrino. Un análisis hormonal puede detectar desequilibrios que estén afectando tu metabolismo.
6. Deshidratación
A menudo confundimos hambre con sed. El hipotálamo —la parte del cerebro que regula ambas sensaciones— puede enviar señales similares cuando el cuerpo necesita agua.
Solución: antes de picar algo, bebe un vaso de agua y espera unos minutos. Si la sensación desaparece, probablemente tu cuerpo solo necesitaba hidratarse.
7. Falta de sueño y estrés
Dormir poco o vivir en estado de estrés continuo aumenta la grelina (hormona del hambre) y reduce la leptina (hormona de la saciedad). El resultado: más apetito, más ansiedad por comer y más dificultad para controlar los impulsos, sobre todo por alimentos calóricos y dulces.
Solución: procura dormir entre 7 y 8 horas por noche y busca técnicas que te ayuden a gestionar el estrés, como el ejercicio físico, la meditación o pasear al aire libre.
8. Consumo excesivo de alcohol o cafeína
El alcohol inhibe temporalmente la producción de leptina, mientras que la cafeína puede alterar el equilibrio del azúcar en sangre. Ambos factores provocan un efecto rebote de hambre tras su consumo.
Solución: reduce el alcohol y limita la cafeína a dos tazas de café al día. Si te apetece una bebida caliente, elige infusiones naturales o descafeinadas.
Cómo saber si lo que sientes es hambre real o emocional
A veces, el hambre no tiene nada que ver con la necesidad de comer, sino con una respuesta emocional.
El hambre emocional aparece repentinamente, suele dirigirse hacia un tipo concreto de alimento (dulce, salado o ultraprocesado) y no desaparece aunque comas.
Por el contrario, el hambre fisiológica crece gradualmente y puede satisfacerse con casi cualquier tipo de comida.
Truco: antes de comer, pregúntate si es hambre o aburrimiento, ansiedad, estrés o cansancio. Identificar la diferencia es clave para mantener una relación sana con la comida.
Consejos para evitar tener hambre al poco tiempo de comer
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No te saltes comidas. Saltar comidas desequilibra tus hormonas y aumenta el riesgo de atracones.
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Incluye proteínas y grasas saludables en cada plato. Ayudan a mantener estable el azúcar en sangre.
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Prioriza alimentos reales. Evita ultraprocesados y apuesta por frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos.
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Mantente hidratado. Muchas veces el cuerpo pide agua, no comida.
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Descansa lo suficiente. Dormir bien mejora el control del apetito.
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Gestiona el estrés. Evita que el cortisol dispare el hambre emocional.
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Escucha a tu cuerpo. Come despacio, sin distracciones y solo hasta sentirte satisfecho.
Cuándo consultar con un especialista
Si sientes hambre de forma constante después de comer, incluso tras menús equilibrados y con horarios regulares, puede ser un signo de resistencia a la insulina, hipoglucemia reactiva o alteraciones hormonales.
Un endocrino o nutricionista puede ayudarte a encontrar la causa exacta y ajustar la dieta a tus necesidades metabólicas.
Conclusión: el hambre temprana es una señal que el cuerpo envía, no un fallo
Tener hambre poco después de comer no siempre es un problema, pero sí una alerta de que algo puede mejorarse en tu alimentación, tu descanso o tu equilibrio hormonal.
Escuchar al cuerpo, elegir alimentos saciantes y mantener hábitos saludables son las claves para controlar el apetito sin renunciar al placer de comer.
Cuando el cuerpo recibe los nutrientes adecuados, el hambre deja de ser una lucha y se convierte en un mensaje de equilibrio interno.
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