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¿Por qué se tienen las manos frías?

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¿Por qué se tienen las manos frías?
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¿Por qué se tienen las manos frías? En muchas ocasiones supondrá un simple mecanismo de adaptación de nuestro organismo al medio le rodea. Sin embargo, en un tanto por ciento nada desdeñable de personas, es común presentar una frialdad constante y permanente a nivel de las manos a pesar de no hallarse en un ambiente frío ¿Por qué pasa?

El nivel de temperatura superficial (a nivel de la piel) del cuerpo humano es un fiel reflejo de la temperatura ambiental que le rodea, es decir, en ambientes fríos nuestra temperatura corporal será menor y en ambientes calurosos nuestro calor corporal irá aumentando. Por tanto, presentar las manos frías, supondrá un simple mecanismo de adaptación de nuestro organismo al medio le rodea, con el fin de preservar unos niveles de temperatura corporal central estables y óptimos. La temperatura corporal basal del ser humano, en condiciones de salud, se sitúa entre 36’5º-37ºC.

Tener las manos frías a pesar de no hallarse en un ambiente frío puede ser el primer signo que nos alarme y nos lleve a pensar que puede existir alguna afección que lo provoque, como podría ser, la existencia de un déficit de circulación o riego sanguíneo o bien poca inervación (conducción nerviosa), entre otras explicaciones posibles.

¿Por qué se tienen las manos frías?

Tener algunas áreas corporales permanentemente frías/heladas puede ser signo de padecimiento de:

Enfermedad de Raynaud

Es un trastorno caracterizado por la aparición de crisis paroxísticas (inesperadas) y recidivantes de espasmo arteriolar (arterias de mediano calibre) de localización preferente en las extremidades superiores tras exposición al frío o por tensión emocional del paciente.  Generalmente se produce una isquemia (falta de oxígeno) de uno o varios dedos, generalmente de los cuatro últimos. El espasmo suele progresar en sentido proximal (hacia muñeca, antebrazo..) y afectar a vasos sanguíneos de mayor calibre.

Cuando las crisis no obedecen a una causa conocida se habla de fenómeno de Raynaud primario o Enfermedad de Raynaud. Cuando son consecuencia de otras enfermedades, se habla de fenómeno de Raynaud secundario o Síndrome de Raynaud. Estas enfermedades pueden ser:

  • Enfermedades sistémicas reumatológicas, como puede ser la esclerodermia (enfermedad caracterizada por el engrosamiento y endurecimiento de la piel y el tejido celular subcutáneo),
  • El lupus eritematoso sistémico,
  • La dermatomiositis,
  • El Síndrome de Sjögren,
  • Las vasculitis (enfermedades que cursan con inflamación de los vasos sanguíneos)…;
  • Enfermedades hematológicas como la policitemia vera o las leucemias
  • Causas traumáticas (vibraciones) como ocurre en pianistas, mecanógrafos y obreros que utilizan el martillo neumático; enfermedades cérvico-braquiales: compresiones nerviosas a nivel de columna cervical, etc.

Estados hipotiroideos

Baja producción de hormonas tiroideas, por déficits de función de la glándula tiroides y otras causas, encargadas, entre otras actividades, de asegurar un correcto metabolismo en el organismo humano.  La actividad metabólica corporal estará disminuida y se originará un cuadro de hipofunción corporal generalizada, caracterizado por intolerancia al frío, estreñimiento, sequedad y tumefacción de la piel, fragilidad del pelo, bradicardia -frecuencia cardiaca lenta-, hipotensión arterial, etc.).

Tabaquismo

  • Arteriosclerosis obliterante

Estados de anemia importante o insuficiencia cardíaca

Bajo peso corporal

La existencia de menor proporción de grasa corporal en las personas muy delgadas puede favorecer que se enfríe el cuerpo más fácilmente.

Signos y síntomas de las manos frías

Las manos frías pueden acompañarse de otros signos clínicos como puede ser:

  • Coloración lívida con palidez extrema, amoratada o azulada (cianosis) de la piel de los dedos.
  • Tumefacción.
  • Ausencia de sangrado con el pinchazo.
  • Sensación de “acorchamiento” de las manos, sensación de parestesias (“hormigueos”, “agujetas o pequeños pinchazos de aguja”) o incluso, insensibilidad total de la piel.
  • Puede constatarse también sensación de verdadero dolor de las manos en el paciente que las padece.
  • Aparición de grietas, sequedad cutánea, heridas o, incluso úlceras y  los molestos sabañones (hinchazón, de color rojo, lisa o ampollosa y ulcerada y que pica mucho. Aparece como una reacción anormal al frío y se observa, principalmente, en el dorso de los dedos de los pies y de las manos, los glúteos, la nariz, las orejas, etc).
  • En los casos extremos de congelación se observarán áreas de necrosis cutánea y gangrena (piel muerta).

¿Se puede tratar?

  • Si se puede tratar la causa subyacente que lo ha provocado, sí es posible su cura.
  • Es necesario suprimir el tabaquismo, ya que favorece el estrechamiento y bloqueo de las arterias.
  • Como medida general más importante, abrígate a conciencia y no te olvides de proteger del frío, sobre todo, las partes más vulnerables del cuerpo (serían las partes más distantes al corazón, como pueden ser los dedos de las manos o de los pies, la nariz, las orejas, etc.), mediante guantes, bufandas, orejeras, pasamontañas, etc.
  • Realiza masajes suaves y frecuentes en las manos, con la finalidad de aumentar el aporte de riego sanguíneo a la zona.
  • Las personas afectas de alguno de los casos de Raynaud se benefician del uso de ropa holgada y de evitar los actos de presión sobre los dedos. El fenómeno de Raynaud puede  desaparecer de forma espontánea pero suele avanzar en uno de cada tres pacientes.

Lo que debes saber…

  • En un tanto por ciento nada desdeñable de personas, es común presentar una frialdad constante y permanente a nivel de las manos a pesar de no hallarse en un ambiente frío.
  • El fenómeno/enfermedad/síndrome de Raynaud, estados hipotiroideos, el tabaquismo o estados de anemia importantes son algunas de las causas que podrían explicarlo.
  • Tratar la causa cuando se puede permite su cura, así como adoptar otras medidas como evitar el tabaquismo, abrigar las zonas corporales más distales del corazón (manos, pies, nariz, orejas…), masajear estas zonas…

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¿Sabes por qué no hay que chupar las cabezas de las gambas?

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chupar cabezas de gambas
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Las gambas son uno de los mariscos más populares en la gastronomía, especialmente en celebraciones y cenas festivas. Su carne tierna y sabrosa es un manjar que muchos disfrutan en una gran variedad de platos, pero una parte de la gamba que causa controversia es su cabeza. Hay quienes disfrutan chupar las cabezas de las gambas para aprovechar todo su sabor, mientras que otros se abstienen de hacerlo por diversas razones. Entonces, ¿es seguro chupar las cabezas de las gambas? Aquí te contamos por qué es recomendable evitar esta práctica.

Las cabezas de las gambas: ¿una fuente de sabor o de riesgo?

Las cabezas de las gambas contienen una gran cantidad de jugos y una sustancia gelatinosa que, para muchos, tiene un sabor muy intenso y delicioso. Sin embargo, esta «delicadeza» puede ser más problemática de lo que parece.

1. Posibles contaminantes y toxinas

Una de las razones principales para evitar chupar las cabezas de las gambas es que estas partes del marisco pueden concentrar una gran cantidad de contaminantes. Las gambas, como otros mariscos, filtran el agua mientras se alimentan, lo que significa que las toxinas, los metales pesados, los pesticidas y los productos químicos presentes en el agua pueden acumularse en sus sistemas digestivos, especialmente en las cabezas.

Cadmio: el peligro oculto

Uno de los metales pesados más peligrosos que se acumula en las cabezas de los crustáceos es el cadmio, un metal tóxico que puede tener efectos nocivos a largo plazo. El cadmio se encuentra principalmente en la cabeza de las gambas, cigalas, langostinos, cangrejos y otros crustáceos, ya que es una zona donde se concentra una mayor cantidad de residuos provenientes de su sistema digestivo.

Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), es conveniente «limitar en la medida de lo posible» el consumo de la carne localizada en la cabeza de estos crustáceos para evitar la acumulación de cadmio en nuestro organismo. Este metal pesado es altamente perjudicial para la salud humana, ya que se acumula lentamente en los órganos, principalmente en el hígado y los riñones.

El cadmio tiene un potencial cancerígeno y su eliminación del organismo es extremadamente lenta, lo que significa que puede permanecer en el cuerpo durante años, incluso décadas. El cadmio tarda entre 10 y 30 años en eliminarse, lo que incrementa su peligrosidad con el paso del tiempo.

2. Bacterias y parásitos

El consumo de mariscos crudos o mal cocidos, incluida la práctica de chupar las cabezas, puede aumentar el riesgo de contraer infecciones bacterianas o parasitarias. Las gambas pueden albergar bacterias como Vibrio o Salmonella, que son responsables de enfermedades transmitidas por alimentos. Aunque el proceso de cocción suele eliminar estas bacterias, algunas veces los jugos concentrados en las cabezas pueden no estar completamente libres de bacterias, especialmente si las gambas no se han cocinado de manera adecuada.

3. El sistema digestivo de las gambas

En el sistema digestivo de las gambas, particularmente en las cabezas, se encuentran restos de su alimentación, como pequeños organismos o residuos que no siempre son visibles a simple vista. Al chupar la cabeza, podrías estar ingiriendo estos residuos, que, aunque no sean peligrosos en su mayoría, pueden resultar poco agradables o incluso causar malestar digestivo en algunas personas, sobre todo si el marisco no ha sido completamente fresco.

4. El impacto en la salud de los consumidores vulnerables

Para ciertos grupos de personas, como las mujeres embarazadas, los niños pequeños, las personas con sistemas inmunológicos comprometidos o las personas mayores, el riesgo asociado a consumir mariscos en mal estado o mal cocidos es aún mayor. Las toxinas, bacterias y parásitos presentes en las gambas pueden ser peligrosos para su salud, por lo que se recomienda tener precauciones adicionales en el consumo de mariscos, especialmente de las partes más propensas a concentrar estos riesgos, como las cabezas.

Beneficios de evitar chupar las cabezas de las gambas

  • Reducción del riesgo de enfermedades: Al evitar chupar las cabezas, reduces la posibilidad de ingerir contaminantes y bacterias presentes en los jugos o residuos del sistema digestivo de la gamba.
  • Sabor más controlado: Si bien las cabezas de las gambas pueden tener un sabor fuerte, se pueden aprovechar de forma más segura en caldos o sopas, donde el sabor se extrae y se distribuye en toda la preparación. De esta forma, puedes disfrutar del sabor sin los riesgos asociados.
  • Mejor digestión: Al no consumir las partes menos apetitosas de la gamba, como los residuos de su sistema digestivo, tu sistema digestivo podrá trabajar de forma más eficiente.

¿Es necesario evitarlo por completo?

Si bien no es necesario evitar por completo chupar las cabezas de las gambas, es importante ser consciente de los riesgos potenciales. Para quienes no quieran prescindir de esta costumbre, es fundamental asegurarse de que las gambas estén bien cocidas y sean de buena calidad, procedentes de fuentes fiables y limpias.

Si eres una persona que disfruta de este ritual, ten en cuenta que la seguridad alimentaria siempre debe ser la prioridad. Si tienes dudas sobre la frescura o la procedencia de las gambas, lo mejor es optar por disfrutarlas de manera más segura, como en platos cocidos donde los contaminantes puedan ser eliminados mediante un buen proceso de cocción.

Conclusión

Si bien las cabezas de las gambas pueden parecer deliciosas y ofrecer un sabor profundo, existen riesgos asociados con chuparlas, especialmente en cuanto a toxinas, bacterias y otros contaminantes que pueden concentrarse en esa parte del marisco. El cadmio, un metal pesado presente en las cabezas de los crustáceos, es uno de los principales peligros, ya que puede acumularse en el organismo y tener efectos tóxicos a largo plazo. La mejor opción es disfrutar de las gambas de manera segura, cocinándolas adecuadamente y considerando aprovechar sus cabezas en caldos o sopas para extraer su sabor de manera más controlada y saludable.

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