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#LaGranotera| Roger, un ‘palo’ tras un año idílico, por Dani Hermosilla

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DANI HERMOSILLA

Os he de confesar que LaGranotera no iba por estos lares este domingo. Iba a hablaros del equipo, la planificación del Levante UD, de las ideas de la dirección deportiva, de la piedras en el camino —Rober, etc…—, de la excelente política de salidas del club, seguramente, uno de los equipos más importantes del verano en esta faceta… Pero no, hoy tengo, tenemos y queremos hablar de Roger Martí que, en el mejor momento de su carrera, le había puesto un ‘9’ de primera para tener la oportunidad de ser ese futbolista que se barrunta como un buen goleador —así lo ha sido siempre en Segunda— y ahora tenía la oportunidad de serlo. Un jarro de agua fría en la idílica actualidad a la que nos habíamos acostumbrado en el Levante UD toda la temporada pasada y parte de ésta: líder indiscutible, ascenso prematuro, campeonato, parabienes, reconocimientos, premios, traspasos millonarios… y ahora, llega el ‘palo’: la casi segura grave lesión de Roger Martí, el ‘9’ granota, su máximo goleador y a quien también una inoportuna lesión le privó de obtenerl el pichichi de segunda, muy merecido.

A falta de la confirmación  —que nos gustaría que NO fuera ratificada, pero todo apunta a que no será así—, el año de Roger dejará de ser el de la confirmación para convertirse en el de la rehabilitación. Una de las pocas cosas en las que me puedo hacer a la idea cuando escucho una lesión de estas es relacionado con tu vida diaria, con un hobby personal. Si ahora me dijeran que no puedo montar en bicicleta durante los próximos seis meses, me volvería loco. Y, si además, me dicen que no puedo correr, ya ni te cuento. Para un futbolista profesional es, además, su profesión. A pesar de que el club va estar seguro con él, mimándolo y creyendo en él, Roger va a necesitar de algo que ya tuvo y estoy seguro que tendrá: fuerza, coraje y pundonor para recuperar su otra rodilla porque —recordemos— ya sufrió una grave lesión de rodilla cuando jugó cedido en el Real Valladolid en 2014

¡Es una putada!, y perdón por la expresión, pero es lo primero que me vino a la cabeza cuando escuché la noticia. Las lágrimas del killer de Torrent eran de desesperación, de por aquí ya he pasado yo  y de ¿por qué otra vez a mi? El mejor diagnóstico lo hizo él mismo sobre el campo con sus lágrimas que respondían a conocer que algo malo acababa de pasar. Insisto, esperemos que sea menos grave, pero todo apunta al cruzado, y eso son unos seis meses… Es decir, volvería para principios de año, como muy pronto. Y veremos. Sólo se me ocurre eso. Crear un estado de opinión entre todos los granotas de ánimo y apoyo constante a Roger. Que no quede ahora, que estamos impactados por la noticia. Ánimos que le ayuden a afrontar esa travesía que un futbolista —o deportista de élite— pasa día a día cuando se recupera de una grave lesión. Y más, en el caso del él, el año que más ilusión ha puesto en de ser el de su confirmación en la élite. #TodosConRoger, es el hashtag elegido…

Dos delanteros
La de ataque es la linea más decisiva en la élite para cualquier equipo, pero más para uno como el Levante, de la clase media-baja del fútbol español. Es de aquellos 15 equipos que, igual luchan por Europa que por salvarse. ¿De qué depende? Además de suerte en lo momentos puntuales, de tu acierto en la puerta contraria. Necesitas goles que den puntos, curiosamente muchos de los 21 que logró Roger en Segunda División. Ahora, sin el de Torrent, estás huérfano en esa línea, sólo con Álex Alegría, y viene cedido. No sólo hay que buscar el ‘9’ titular, el jugador  top que lidere el ataque —como estaba previsto— sino que has de pensar en un hombre que sustituya a Roger, con la dificultad —económica, fundamentalmente— que eso supone. Doble carga para una dirección deportiva que es consciente que el papel del Levante UD en el mercado es de humildad y paciencia. Los aficionados se impacientan —es lógico, y lo que tienen que hacer— de que faltan fichajes —por cierto, los tres hasta la fecha, con muy buena pinta— Pero ahora se plantea la duda: ¿Qué jugador se firma por Roger? ¿Cuánto cuesta Roger en el mercado? Haberlos, claro que lo hay, pero ¿a qué precio? ¿Tiene el Levante UD capacidad económica para afrontar dos fichajes de dos jugadores top en ataque? La entidad había previsto tirar de ‘reducir deuda’ con la excelente gestión de traspasos. ¿Habrá que pensar en algo diferente? Lo de Roger es inoportuno, se mire por donde se mire. Para el jugador, sin duda; para el club, también. Con perdón —y en valencià— ‘¡quina putada!

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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