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#LaGranotera| ‘Todo en contra en el Camp Nou, pero…’, por Dani Hermosilla

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DANI HERMOSILLA

Con todo en contra iniciamos esta LaGranotera. Bajas de pesos pesados, visita al líder, campo maldito en el que el Levante UD nunca ha puntuado, un equipo que en la liga está en depresión, sobre todo en casa. Un Barça que regresa a la liga después de dejar muy encarrilada la liga tras su victoria en el Santiago Bernabéu allá en el previo navideño de Nochebuena, con empacho de clásico… Un Levante UD que dio una imagen de impotencia y poca seguridad ante el Leganés… Las sanciones de Bardhi, Morales y Campaña, tres pesos pesados en el equipo, hace que muchos aficionados con los que ya me he encontrado me digan: que no nos metan muchos. Mal consuelo, que seguro que el técnico no tiene, pero que todos barruntamos sin querer asumirlo.

Una pena. Otro Levante UD, de otro momento de la temporada, iría al Camp Nou ilusionado. Futbolistas encantados de jugar en un campo enorme, de los que apetece jugar. Curiosamente, dos de estos futbolistas sancionados —Morales y Bardhi— ya no jugaron en el Santiago Bernabéu en la tercera jornada de liga, cuando el Levante UD, todavía con la inercia del subidón del ascenso y el buen inicio liguero, empató en el campo del campeón de la Champions, y donde jugó un partido más que aceptable… Morales pagó su mala boca en el partido en casa ante el Deportivo, y recibió  dos partidos de sanción: de golpe se perdió dos de los partidos más atractivos para un futbolista: el del Bernabéu y el derbi contra el Valencia CF en Orriols. Ahí es nada. Su boca (ante el Leganés), también le ha costado el del Camp Nou. Tres partidos-clave en el que el máximo referente del levantinismo no va a estar.

El otro ausente, Bardhi que, aunque fue convocado al Bernabéu no jugó por aquello del virus Fifa, y tampoco jugó ni un sólo minuto. Ahora, tras ver la quinta tarjeta ante el Leganés, tampoco podrá jugar en el Camp Nou. Una lástima. El caso de Campaña destaca porque su ausencia no limpia su expediente liguero —se quedará apercibido de sanción— porque tras ver la quinta ante el conjunto madrileñi, fue expulsado cuando ya estaba en el banquillo, tras su sustitución. Imperdonable.

Todo en contra, pero… 

Pues eso, que todo parece en contra. Estos partidos son armas de doble filo para el equipo que se lleva todo el favoritismo, que no es otro que el Barça. Eso sí, en 99 de 100 partidos seguramente, el cuadro culé no tendría problemas en superar e incluso golear a un equipo como el Levante UD, y más con la plaga de bajas que tiene, y a las que se suman Chema Roger quien, aunque ha recibido el alta médica, todavía no tiene el alta deportiva y tendrá que ir entrando poco a poco en el grupo. La clásica defensa avanzada granota  y la debilidad de un equipo que, aunque en las dos últimas salidas con resultado positivo —ante el Sevilla en liga y el Espanyol en Copa—, ha sido más dominador del juego que otra cosa, y ha jugado los mejores minutos de la temporada, no parece que le pueda llegar para soprender al once de Valverde. Por eso, nada hace aventurar que el equipo no salga tocado de lo que Joaquín Caparrós dio a conocer como la visita al dentista —a su Levante le cayeron siete en l debut liguero, con la baja de un Vicent Iborra que acababa de firmar su traspaso al Sevilla—. 

El pero… El partido de Copa ante el Espanyol me deja algún rayo de ilusión, aunque no exactamente para el partido del Barça. En el Bernabéu, recuerdo, el Levante UD se defendió bien. El plus de motivación de jugar en un campo y ante la expectación que siempre generan estos partidos, puede jugar a favor del conjunto de Muñiz que, seguramente, tirará de un equipo más aguerrido, como ya hizo en Chamartín. Allí Rober Pier hizo pareja en el centro del campo con Jefferson Lerma, algo que podría repetir en el Camp Nou, aunque muy seguramente con Doukouré, ya recuperado de su lesión. La opción de doblar el lateral (bien Luna-Toño o incluso Pedro López-Coke), también podría ser una opción. Jugar en punta con Ivi o incluso Samu, también, dado que Nano Mesa sale de un proceso gripal, y Boateng, que sigue apuntando maneras —a mi entender— le puede venir un poco grande el partido, y tal vez sería mejor protegerlo  e incorporarlo poco a poco en empresas más asequibles. Espero un Levante UD más protegido. No es para menos ya que, excepto ChemaMuñiz ha convocado a todos los defensas y centrocampistas disponibles (tampoco tiene más futbolistas, por cierto): Toño, Róber Pier, Coke, Postigo, Cabaco, Pedro López, Luna y Shaq, Doukouré, Samu, Lerma, Ivi, Lukic, Jason y Hacen. O sea, incluyendo los canteranos El Hacen  y Shaq. Ahí es nada.

En definitiva, que no pinta bien el partido del Camp Nou, no hay nada que nos lleve al optimismo de puntuar en el campo del líder destacado de la Liga. Lo normal, que te goleen. Un exceso de confianza local y toda la suerte del mundo pueden obrar la sorpresa. Esto es fútbol. Y cuando menos lo esperas, te puede llegar la alegría. El Levante UD es un buen equipo fuera de casa, los futbolistas que salgan tendrán la motivación de querer mostrar su valía. No están Morales, Bardhi ni Campaña. Nuestros delanteros no hacen gol, algunos jugadores llegan muy justos —caso de Pedro López o Doukuré—, pero… ya sabéis lo del topicazo: fútbol es fútbol… No queda otra…

FOTO: Gol de Ivi en el Santiago Bernabéu en el partido ante el Real Madrid (1-1)

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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