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De un puño en alto contra el racismo al desafiante gesto de Vinícius a Mestalla

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desafiante gesto Vinícius Mestalla
El delantero brasileño del Real Madrid Vinicius Jr. celebra junto a su compañero Jude Bellingham (d) el segundo gol marcado ante el Valencia durante el encuentro correspondiente a la jornada 27 de Primera División que Valencia y Real Madrid disputaron en el estadio de Mestalla, en Valencia. EFE / Biel Aliño

Valencia, 2 mar (OFFICIAL PRESS- EFE).- Un puño en alto como celebración al gol que dio alas y vida al Real Madrid fue la primera celebración de un comedido Vinícius Junior, pitado por Mestalla como crítica a sus acusaciones de racismo hacia todo el estadio, del que se tomó la revancha en el segundo gol con un gesto llevándose las manos a las orejas, señalando su camiseta y con un desafiante gesto de Vinícius a Mestalla.

Nadie sabía que ocurriría este sábado en el estadio del Valencia, salvo que Vinícius recibiría una hostil acogida como respuesta a su denuncia hace ahora nueve meses por asegurar que todo Mestalla era racista después de que al menos tres personas, identificadas y detenidas por la Policía Nacional, le profirieran insultos racistas.

A sabiendas de todo ello, el Real Madrid entró al estadio por una puerta lateral, en vez de por la avenida de Suecia, donde el año pasado algunos ultras le cantaron “Eres un mono», «negro de mierda» o «Vete al Bioparc” al brasileño.

Los propios aficionados valencianistas aseguraron que su ‘guerra’ no era la de ir contra Vinícius, aunque en las más de 20.000 cartulinas entregadas a los asistentes para protestar contra Lim aparecía la imagen del brasileño con una nariz enorme e impostada para asemejarlo a Pinocho.

Pinochius -Vinicius-, no me importas

“Pinochius, I don’t care” (Pinochius -Vinicius-, no me importas), rezaban estas cartulinas que la propia seguridad del club no dejó entrar, aunque, según Libertad VCF, lo que pretendían era mostrar la desaprobación de la afición del Valencia con su máximo accionista, el singapurense Peter Lim, lo que hizo que la asociación opositora a Meriton tildara de censura este hecho.

Por si eso fuera poco, la salida al césped en el calentamiento ya mostró que este no iba a ser un partido plácido para el brasileño. Pitado desde el primer momento, también fue abucheado en el momento en el que sonó su nombre -también el de Carlo Ancelotti- por megafonía, aunque no fue nada comparado a sus primeros toques al balón en el partido.

Esos abucheos inquietaron al brasileño, que pasó más desapercibido de lo normal durante la primera mitad y que intentó forzar un penalti en una carrera con Dimitri Foulquier, lo que encendió, más si cabe, a la afición valencianista.

“Qué tonto eres”

“Qué tonto eres” o “tonto, tonto” fueron los cánticos que usó Mestalla para referirse al astro brasileño del que tanto se había hablado esta semana, en parte después de que el Valencia decidiera negar la entrada a una productora brasileña que está realizando un documental sobre Vinícius y todo lo que ocurrió el pasado 2023 en Mestalla.

Todas las cámaras miraban a él, pero Vinícius había llegado a Mestalla a jugar. Pese a los pitos cada vez que tocaba el balón o sonaba su nombre por megafonía, lo seguía intentando, como en el minuto 17 cuando filtró a Bellingham un balón con el exterior que dejó solo al británico, que no pudo rematar a puerta.

Lo volvió a intentar minutos más tarde, pero el brasileño no estaba fino. De hecho, una pérdida suya provocó el primer tanto del Valencia después de que Foulquier le robara el esférico y aprovechara el balón para mandar un centro que primero chutó Fran Pérez e instantes después remató Hugo Duro.

El delantero brasileño del Real Madrid Vinicius Jr. celebra el segundo gol marcado ante el Valencia durante el encuentro Valencia y Real Madrid que disputan este sábado en el estadio de Mestalla, en Valencia. EFE / Biel Aliño

El desafiante gesto de Vinícius a Mestalla

Sin embargo, un balón colgado desde la banda a apenas un minuto del descanso y en el que sólo tuvo que ‘empujar’ hacia la portería cambió radicalmente a Vinícius Junior, que celebró el tanto llevando un puño a lo alto y mirando hacia la grada.

Desde ese momento, el brasileño cambió por completo su mentalidad. Ya al inicio de la segunda mitad, empezó a tirar diagonales y comenzó a jugar a su fútbol, mucho más fresco, utilizando el exterior de su bota e intentando cabalgar y regatear a Foulquier, que no obstante le impidió el paso durante muchos momentos del encuentro.

Una entrada sobre Hugo Guillamón en el minuto 72 le costó la amarilla, pero él había hecho ‘clic’ y su fútbol de ‘samba’ había vuelto.

Un provocador sin límites

Apenas tres minutos después, el futbolista aprovechó un centro lateral para, en el segundo palo, cabecear y anotar el segundo del Madrid, que celebró enseñando su camiseta y llevándose las manos a las orejas para “escuchar” a Mestalla.

Aún cabía tiempo para la victoria y Vinícius era el artífice de la reacción y de la remontada. Con el bajón físico de los valencianos, las galopadas del sudamericano aún hacían más daño sobre la defensa valenciana y su superioridad se notaba más sobre el césped, pero no fue suficiente para llevarse los tres puntos a Madrid.

En parte, porque el árbitro, Jesús Gil Manzano, pitó el final justo antes de un cabezazo de Bellingham que hubiera supuesto un triunfo de prestigio y también acariciar una Liga que, aun así, parece encarrilada.

El enfado de Vinícius hizo que se encarase con Hugo Duro, con el cuerpo arbitral y con varios jugadores del Valencia, lo que provocó que el brasileño tuviera que ser escoltado hasta vestuarios con un cabreo monumental entre medias, aunque afortunadamente ya no es por racismo.

Carlos Rosique

Vinícius: «No hemos ganado porque no nos han dejado»

El brasileño Vinícius Junior celebró con un doblete al Valencia en Mestalla su partido 250 con la camiseta del Real Madrid, y criticó la actuación del colegiado Gil Manzano, que pitó el final en un centro que acabó en gol de Jude Bellingham, al afirmar que no ganaron porque no les dejaron.

«Un partido muy difícil, jugar fuera de casa siempre es complicado, pero tras encajar dos goles, hemos conseguido empatar y al final no hemos ganado porque no nos han dejado», aseguró en Real Madrid Tv.

Vinícius mostró su felicidad por su partido 250 con el Real Madrid, el tercer jugador que lo consigue más joven tras Raúl González e Iker Casillas.

«La verdad que es una alegría tremenda, nunca imaginé jugar tantos partidos tan joven. Quiero seguir haciendo historia, estar entre los mejores y entre los jugadores que más han jugado con esta camiseta», dijo.

Por último, pidió el apoyo de la afición del Real Madrid el miércoles en el partido de vuelta de octavos de final de la Liga de Campeones ante el Leipzig. «Tenemos que seguir firmes, que la afición esté con nosotros en un partido importante».

La escalofriante lesión de Diakhaby: primer parte médico

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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