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INFORME| Roger, el mejor delantero de un @LevanteUD ascensor

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Roger Martí es, sin duda el delantero con mejores números de cuantas plantillas del Levante UD han tenido la suerte de haber ascendido a Primera División, hecho que aunque no es todavía una realidad, está a pocos días de materializarse dada la enorme ventaja de puntos que tiene el cuadro de Orriols. 

Es más, Roger prácticamente dobla al resto de máximos artilleros de los exitosos equipos de ascenso. Esta temporada, los 10 goles de Jason están más en la media de los logrados en anteriores ascensos de categoría. Los números del killer de Torrent están sólo a la altura de Paco Salillas, otro mítico delantero granota que, no obstante, no protagonizó ni un sólo ascenso a Primera División —sí logró, con Pep Balaguer en el banquillo, el ascenso de Segunda B a Segunda División A en la campaña 98-99, en la que hizo 10 goles en tan sólo 23 partidos— En la temporada 99-00, Salillas fue el máximo goleador del equipo con 20 tantos, los mismos que hoy tiene Roger, pero a falta de ocho jornadas para el final.

El Levante UD, lógicamente, ha tenido grandes goleadores, incluso en Segunda División, donde destacan el argentino Gaby Amato (14 goles), el brasileño Cícero Ramalho (12), pero sobre todo en Primera División, en esta etapa moderna  en las que los 15 goles de Arouna Koné, o los 13 goles de Felipe Caicedo o los 7 de la media temporada que estuvo Obafemi Martins, permitieron al equipo levantinista permanecer esas seis temporadas en Primera División, su mayor ciclo de éxito en toda la historia.

A continuación, os ponemos la tabla de goleadores de los cuatro ascensos de la era moderna. Aparte queda el mítico ascenso del 63, en que Wanderlei (11 goles), y Ernesto Domínguez y Diego Torrents (10), además de Manuel Haro (9) y Serafín García (8), fueron los máximos goleadores. El gol muy repartido en el primer gran ascenso granota a Primera División.

TABLA-GOLEADORES-LEVANTE-ASCENSOS

La doble ‘R’ de Manolo Preciado 
Alberto Rivera, el menudo centrocampista, y el argentino Gustavo Reggi, los máximos goleadores del Levante UD que Manolo Preciado llevó al sueño del segundo ascenso de categoría, perseguido desde la década de los 60. Con Pedro Villarroel al frente del club, el equipo del técnico cántabro se especializó en ser un equipo rocoso y en el que los tres delanteros del equipo —Edwin Congo (8), Gustavo Reggi (12)  y David Aganzo (9)—, acompañado por un Rivera que, por ser un especialista desde los once metros, tuvo protagonismo, fueron claves ofensivas. El gol, como en el resto de ascensos excepto el actual, muy repartido.

Riga y Harte, con Mané
El Levante de José Manuel Esnal Mané —que había sustituido a José Luis Oltra al inicio de temporada que, como ésta fue la única tras el descenso de la campaña anterior— se caracterizó por ser muy discreto, poco brillante y sacó de cada punto —recordemos aquello del puntent de la Federació, que decía Mané cuando le preguntaban por los empates— un escenario ideal para el ascenso. El estrafalario holandés Mustapha Riga (11) fue el máximo artillero con once dianas. Al igual que pasó con Rivera en el ascenso de Preciado, un defensa como el galés Ian Harte (9) alcanzó la segunda plaza de máximo goleador del equipo, gracias a su extraordinaria pierna izquierda (y duro disparo), que le permitió marcar de penalti. La nómina de delanteros, con Manchev (6), Reggi (3), Congo (2), etc… no dieron la talla. Un equipo con poco gol pero con mucha eficiencia.

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Rubeninho y Javi Guerra, la pólvora de Luis García
El tándem que dio brillo al equipo de Luis García que, gracias a una fenomenal segunda vuelta, acabó, inesperadamente con sus huesos en Primera División. Ahí es nada. Rubén Suárez (13), un centrocampista con una zurda de oro y uno de los futbolistas que más han llegado a la afición del Levante UD, fue el máximo artillero, eso sí bien acompañado por un ‘9’, con denominación de origen española y de los de más calidad que se recuerda en el conjunto granotaJavi Guerra sí fue un delantero rompedor, pero no alcanzó ni por asomo las cifras que ha logrado Roger esta temporada. Otro delantero muy querido, como fue el caso de Juanlu (10) , también fue una gran aportación ofensiva para aquel equipo que lideró Luis García Plaza. Ni que decir tiene que los goles de Xisco Muñoz (6) y de Rafa Jordà (5), un especialista en romper partidos trabados gracias a su altura y las posibilidades del equipo de realizar un juego más directo, fueron también importantes. Gol repartido

Roger&Jason, dinamita para Muñiz
Made in Buñol, así es el gol esta temporada en el Levante UD de Juan Ramón López Muñiz. Pero quien más destaca es Roger Martí, el delantero de Torrent que, tras sendas cesiones a Valladolid Zaragoza, ha regresado para liderar el ataque granota, ahora sí como titular indiscutible. El bueno de Roger pasará a la historia como uno de los mejores goleadores de todos los tiempos de la entidad que cuenta con su recinto deportivo en el barrio de Orriols. Bien acompañado por otro futbolista que ha roto esta temporada, como es el caso de Jason Remeseiro. Ni que decir tiene que, entre los dos han marcado el 62,5% de los goles del equipo esta temporada, concretamente 30 del total de 48 goles que ha marcado el equipo, aunque hay que tener en cuenta que todavía restan ocho partidos de liga. El Levante no se ha destacado por ser un equipo muy goleador —las dos máximas goleadas y las dos únicas veces que el Levante UD ha marcado más de tres goles en un mismo partido, precisamente ante los dos equipos de Roger: 4-2 al Zaragoza en Orriols; y 0-4 al Valladolid en Zorrilla. Lejos están el resto de artilleros del Levante UD esta temporada:  Campaña (4), Chema (3) y Casadesús, Lerma y Morales (2).

 

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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