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El Valencia gana en Riazor y consolida sus aspiraciones Champions (1-2), por @JordiSanchiss

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Gol Guedes Valencia CF

Con 40 puntos cierra el Valencia la primera vuelta de la Liga. Un registro espectacular, fiel reflejo de lo que el equipo de Marcelino está demostrando sobre el terreno de juego y que le permite seguir de cerca al Atlético de Madrid en la clasificación y sacarle ya 8 puntos al Real Madrid, que lleva un partido menos.

No fue nada fácil obtener la victoria ante un Deportivo correoso y con jugadores de ataque de mucho nivel.  El Valencia se trabajó los 3 puntos con un 11 incial repleto de rotaciones respecto al que goleó en la Copa. La delantera, totalmente renovada y en el medio campo debutó Coquelin, que cumplió de sobra, y también jugó Maksimovic, que fue de menos a más para acabar siendo de los mejores.

Salió con mucho ímpetu el Deportivo, volcado sobre la derecha valencianista, donde se ubicaban dos jugadores no habituales en banda, Vezo y Makdimovic. El peligro fue constante en los minutos iniciales, pero los centrales lo resolvieron con eficacia. Pronto equilibró el juego el Valencia, provocando tres córners casi consecutivos. En uno de ellos Maksimovic remató desviado.

Y también desde la esquina pudo marcar el Depor, con un cabezazo en semifallo que repelió el larguero de Neto. Y Guedes, prácticamente en su primera interveción, se inventó un chut con efecto que sacó Rubén como pudo. ¡Qué calidad la del portugués!

Era un partido de alternativas, y en un nuevo centro de Luisinho desde la izquierda, Borges volvió a evidenciar su supremacía aérea con otro remate de cabeza que en esta ocasión se perdió por encima de la portería.  También demostró Guedes que era el más peligroso del bando contrario, con otro disparo potente que se fue alto. Gonçalo, a pesar de la dureza sin castigo sufrida por parte de Guilherme, demostraba en una acción tras otra que era el mejor futbolista sobre el terreno de juego.

Y tuvo que ser él, quien tras un pase de Rodrigo, chutó raso y duro pero centrado, el resto lo hizo el portero Rubén Martínez, que vio como se le colaba el balón por debajo de sus manos. 0-1, gol de Guedes. Decir que llovía y eso pudo favorecer el error quizás sea decir demasiado, en unas tierras en las que entrenarse día a día bajo la lluvia es lo normal.

Con el marcador a favor, aún pudo el Valencia ampliarlo antes del descanso, en jugadas siempre protagonizadas por Guedes, que sembraba el pánico cada vez que desbordaba dentro del área. Pero la primera parte acabó con la ventaja mínima, y con un Valencia crecido y un Deportivo tocado.

También el arranque del segundo tiempo fue para los locales, que en una llegada desde atrás de Guilherme a punto estuvo de empatar, ante un conjunto valencianista un tanto dormido. La entrada al campo de Emre Çolak acentuó el dominio blanquiazul.

Un saque de falta de Parejo, que sigue siendo la brújula del equipo, fue rechazado por Rubén en el primer aviso de que las constantes vitales de su equipo comenzaban a recuperarse. Y tras la insistencia de Mina en la presión a Albentosa llegó el segundo. Combinación entre Parejo y Guedes, que cede a Rodrigo, su chut rebota en Mosquera y se convierte en el 0-2. Ya lleva 9 el delantero internacional.  La suerte había sonreído una vez más al Valencia, aunque dicen que hay que buscarla.

El mismo Rodrigo pudo conseguir el tercero ya en el tramo final. Su sustituto, Zaza, también estuvo cerca de conseguirlo. Pero quien marcó fue el Depor en el 87, como consecuencia de un despiste en cadena de la defensa visitante. Andone remató a placer tras una falta previa a Garay. 1-2 y el Depor que se metía en el partido, aunque con poco tiempo delante, el suficiente para que Adrián fallara el gol del empate en tiempo añadido.

Si este grupo sigue trabajando igual, siendo solidario y competitivo como hasta ahora, soñar esta permitido. El título liguero, con el Barça a pleno rendimiento, es imposible, pero clasificarse para la Champions es una aspiración más real que se puede alcanzar, y que ya sería un exitazo. Y la Copa, también es otro motivo para ilusionarse. El Valencia ha vuelto, y parece que esta vez para quedarse.

1 RC Deportivo: Rubén, Juanfran, Albentosa, Sidnei, Luisinho, Celso Borges (Çolak, 51’), Guilherme, Mosquera © (Fede Valverde, 69’), Lucas Pérez, Adrián y Andone.

2 Valencia CF: Neto, Vezo, Garay, Paulista, Gayà, Coquelin (Montoya, 82’), Parejo ©, Maksimovic, Santi Mina (Vietto, 72’), Guedes y Rodrigo (Zaza, 80’).

Goles: 0-1, min. 36: Guedes. 0-2, min. 63: Rodrigo. 1-2, min. 87: Andone.

Árbitro: D. Alberola Rojas (Comité Castellano-Manchego). Amonestó al local Mosquera (46’); y a los valencianistas Parejo (62’) y Gayà (92’).

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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