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El Valencia remonta en la prórroga ante un Cartagena con diez en la segunda parte (1-2)

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Cartagena-Valencia
El defensa del Valencia C.F José Luis Gayà (c) celebra con sus compañeros tras marcar el 1-2 durante el partido de dieciseisavos de final de Copa del Rey jugado ante el Cartagena en el estadio Cartagonova. EFE/Marcial Guillén

Cartagena, 7 ene (OFFICIAL PRESS-EFE).- El Valencia Club de Fútbol logró el objetivo de acceder a los octavos de final de la Copa del Rey al ganar remontando por 1-2 en la prórroga al Fútbol Club Cartagena, que es el colista de Segunda División, pero que fue ganando hasta el minuto 73 y eso que se quedó con un jugador menos por la discutida expulsión de Iván Calero en el minuto 46.

El Cartagena salió al campo con una gran ambición y afán ofensivo. Así, en el minuto 2 Iván Calero disparó fuera por poco y en el 4 Alfredo Ortuño logró el 1-0 con un buen control y un mejor remate tras pase en profundidad de Damián Musto.

Los blanquinegros siguieron dominando ya con la ventaja en el marcador a un rival que no se encontraba a sí mismo y corría más detrás del balón que moviéndolo.

El primer tiempo acabó con polémica por la rigurosa expulsión con tarjeta roja directa de Iván Calero por una falta a Fran Pérez que, según Jorge Figueroa Vázquez, tuvo la dureza suficiente como para indicarle el camino de los vestuarios al defensa local.

Prácticamente con esa acción se llegó al descanso y en el vestuario Rubén Baraja tomó medidas e introdujo dos cambios claramente ofensivos -Sergi Canós y Roman Yaremchuk por Fran Pérez y Hugo Guillamón-.

Obviamente el encuentro cambió en el 11 contra 10 y los valencianistas se hicieron con la iniciativa ante un adversario encerrado pero que defendió bien.

Los de la capital del Turia, ya con José Luis Gayà y Hugo Duro en el campo, veían pasar los minutos sin neutralizar sus desventaja a pesar de los balones colgados al área en busca, sobre todo, de la cabeza de Yaremchuk y algún tiro peligroso, como el de Diego López que despejó la zaga blanquinegra.

Intentándolo desde lejos, como hacían los de Baraja, era complicado voltear el marcador pero precisamente de ese modo estableció el empate con un gran chut de Sergi Canós después de un saque de esquina botado en corto en el minuto 73. El centrocampista aprovechó el pase de Gayà. Los cambios surtieron efecto y dos de los salidos al terreno de juego en la segunda parte fueron protagonistas.

Con el 1-1 el choque entró en una fase de juego insulso sin que el balón rondara el peligro en ninguna de las dos áreas. El técnico visitante agotó los cambios en el partido dando entrada al joven David Otorbi, de 16 años y dos meses y medio -nació el 16 de octubre de 2007- e internacional sub-17, quien se convirtió en el futbolistas más joven en debutar con el Valencia en toda su historia.

El encuentro, después de un remate de cabeza desviado por parte de Yaremchuk, se fue a la prórroga, todo un logro para un orgulloso Efesé.

En 14 segundos Jaume Doménech evitó el gol de Lautaro de León «Lauti» con un tiro de éste desde fuera del área y en el posterior córner Pedro Alcalá remató fuera por poco. Dos avisos de las intenciones del cuadro dirigido por Julián Calero en el tiempo extra.

La réplica la puso Yaremchuk, con un tiro a la media vuelta que se le fue por encima del larguero y en la primera jugada de la segunda parte de la prórroga Gayà castigó un error defensivo del rival. Su centro chut desde fuera del área entró en la portería con el portero Raúl Lizoain y la defensa del Efesé no entendiéndose.

Tras ese mazazo y con el lógico cansancio por llevar más de una hora jugando con uno menos el Cartagena siguió buscándolo. Un tiro de Tomás Alarcón desviado y tres saques de esquina pero sin acierto. La victoria se la llevó el Valencia con una remontada sin brillo ante el colista de Segunda. Estará en el bombo de los octavos de final.

Ficha técnica del Cartagena-Valencia:

1. Fútbol Club Cartagena: Raúl Lizoain; Iván Calero, Alcalá, Gonzalo Verdú (Jony Álamo, m.67), Fontán (Umaro Embaló, m.106), Jairo (Lauti, m.90+1); Musto, Luis Muñoz (Kiko Olivas, m.96), Mikel Rico (Iván Ayllón, m.85), Tomás Alarcón; y Alfredo Ortuño (Jansson, m.67).

2. Valencia Club de Fútbol: Jaume Doménech, Thierry Correia, Mosquera, Cenk, Jesús Vázquez (Gayà, m.61); Pepelu (Pablo Gozálbez, m.100), Hugo Guillamón (Yaremchuk, m.46), Javi Guerra; Diego López (David Otorbi, m.81), Fran Pérez (Canós, m.46) y Alberto Marí (Hugo Duro, m.61).

Goles: 1-0, M.4: Alfredo Ortuño. 1-1, M.73: Canós. 1-2, M.106: Gayà.

Árbitro: Jorge Figueroa Vázquez, del comité andaluz. Mostró la tarjeta amarilla a los locales Alcalá (m.40), Luis Muñoz (m.43), Fontán (m.45+4) y Musto (m.47) y a los visitantes Pepelu (m.40) y Cenk (m.58). Expulsó con la cartulina roja directa al local Iván Calero (m.45+1).

Incidencias: Partido correspondiente a los dieciseisavos de final de la Copa del Rey de fútbol que se disputó en el estadio Cartagonova de Cartagena ante unos 9.000 espectadores.

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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