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Final de la Supercopa (1-1). Esta vez la tanda de penaltis no sonrió al Villarreal

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Belfast, 11 ago (EFE).- Una tanda de penaltis histórica llevo el pasado mes de mayo al Villarreal a conseguir la Liga Europa, el primer título de su palmarés, aunque en esta ocasión le tocó vivir el lado amargo de la lotería de los once metros ante el Chelsea, tras una disputada final que concluyó los 120 minutos con empate a un gol, después de que el conjunto londinense se adelantara en el primer tiempo con un gol de Hakim Ziyech y Gerard Moreno empatara en la segunda.

Los de Tuchel que fueron superiores en el primer tiempo pero se toparon con un atrevido Villarreal en el segundo, en el que tuvieron contra las cuerdas al campeón de la Champions, estrellaron dos balones en los palos. Los españoles pagaron el esfuerzo físico en la prórroga donde se defendieron panza arriba ante un Chelsea superior para forzar una tanda de penaltis, que finalmente se llevaron los ingleses por 6-5.

Unai Emery planteó un partido en el que optó por ceder al balón a su rival y juntar mucho dos líneas de cuatro jugadores en la zona baja del campo para dejar al Chelsea sin espacios, una estrategia que propicio un dominio absoluto del equipo inglés, aunque sin crear excesivo peligro más allá de un remate de pillo de Werner y un disparo de N’Golo Kante desde la frontal.

El Chelsea encontró la mejor fórmula en su ataque en el emparejamiento entre Marcos Alonso y Yeremi Pino. El carrilero del Chelsea, que firmó una gran primera mitad, habilitó a la media hora con un balón al espacio a Harvetz que centró raso al área donde Werner dejó pasar el balón para Ziyech, que entrando en segunda línea, anotó el 1-0.

Respondió el Villarreal con una gran ocasión de Dia que salvó con el pie el meta Mendy, aunque el Chelsea imprimió una marcha más en los minutos finales y pudo incrementar su renta, aunque fue Albert Moreno el que pudo empatar en el último suspiro tras una gran acción de Gerard Moreno.

En la reanudación de nuevo los palos evitaron el empate del Villarreal, tras un mal saque de puerta de Mendy que cazó Dia y habilitó a Gerard que ajustó su disparo cruzado pero el meta del Chelsea tocó lo justo para que el balón fuera repelido por el poste.

El Villarreal cambió por completo la decoración del partido en la segunda mitad, empezó a dominar y a llegar con mucho peligro al área de un Chelsea, que ahora sí con más espacios buscaba una salida rápida para poner tierra de por medio aunque se encontró a un rival que replegaba bien y rápido.

Touchel realizó en el ecuador del segundo acto un triple cambio para dar mayor frescura a su equipo y tratar de cambiar la dinámica en la que había entrado el encuentro con una mayor presencia de jugadores en la medular, aunque el Villarreal seguía a lo suyo, poniendo en serios apuros al campeón de la Champions de la mano de un Gerard excelso.

El Villarreal merecía el empate y se hizo con justicia con la enésima recuperación alta que provocó una nueva llegada de los castellonenses, en la que Dia devolvió de tacón a Gerard que colocó el balón en la escuadra para igualar por fin el choque.

La igualada y el desgaste físico motivó que los de Emery dieran un paso atrás lo que aprovechó el Chelsea para tomar de nuevo las riendas de un partido que se encaminó hacia la prórroga, una tortura para los dos equipos muy castigados físicamente en este epílogo de la temporada.

Emery cambió el dibujo y pasó a jugar con tres centrales frente a un Chelsea que tomó la iniciativa de forma contundente y que pudo adelantarse en el minuto 99 en una clara ocasión de Pulisic. El Villarreal, en un ejercicio de resistencia ante la considerable merma física de sus jugadores, se defendía como podía ante un rival volcado en busca del triunfo pero Asenjo salvo a los suyos a disparo de Mount en el segundo tiempo de la prórroga.

Pese a que la tanda de penaltis empezó bien para el Villarreal tras parar Asenjo el primer lanzamiento de Harvetz, la tanda se igualó tras el error de Mandi y en el séptimo penalti del Villarreal, Kepa detuvo el lanzamiento del capitán Raúl Albiol para dar el título al Chelsea.

Ficha Técnica.

1. Chelsea: Mendy (Kepa, m.119), Rüdiger, Zouma (Christensen, m.66), Chalobah, Marcos Alonso, Hudson-Odoi (Azpilicueta, m.82), Kanté (Jorginho, m.65), Kovacic, Ziyech (Pulisic, m.43), Werner (Mount, m.65) y Harvetz.

1. Villarreal: Asenjo, Alberto Moreno (Morlanes, m.85), Albiol, Pau Torres, Pedraza (Estupiñán, m.58); Foyth, Capoue (Mario Gaspar, m.70), Trigueros (Moi Gómez, m.70); Yeremi Pino (Mandi, m.90), Gerard Moreno y Dia (Raba, m.85).

Goles: 1-0, m.27; Ziyech. 1-1m.73: Gerard.

Árbitro: Sergei Karasev (RUS). Amonestó por el Villarreal a Yeremi (m.61) y Raba (m.119), y por el Chelsea a Rüdiger (m.45) y al técnico Tuchel (m.45).

Incidencias: Final de la Supercopa de Europa disputada en el Windsor Park de Belfast con 13.000 espectadores.

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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