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Leo Messi, «un inmenso generador de ingresos», según expertos

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Sergi Escudero

Barcelona, 31 ene (EFE).- El jugador del Barcelona Leo Messi es «un generador inmenso de ingresos para su club, para la ciudad de Barcelona y para LaLiga», entre otros actores que se benefician directa o indirectamente de tener relación con el futbolista argentino, según diferentes expertos económicos consultados por EFE.

«Messi es la parte fundamental de los ingresos atípicos del Barça. Estoy analizando cuánto dinero genera para el club y la cifra está entre 250 y 300 millones de euros anuales. Si su salario bruto es de 140, como mínimo el Barça tiene 100 millones de beneficio», explica a EFE Marc Ciria, financiero y socio fundador de Diagonal Inversiones.

Y añade: «Los patrocinadores ahora renuevan año a año por si Messi se va del Barça. Si Messi se va no digo que dejen de ser patrocinadores, pero sí que renovarán a la baja».

Todos los expertos consultados por EFE están de acuerdo en que Messi genera más dinero para el Barcelona del que le supone al club. Según publicó el diario ‘El Mundo’, el cual tuvo acceso al contrato del jugador con la entidad azulgrana, el gasto para el Barcelona es de un total de 555 millones de euros entre 2017 y 2021.

«Es una realidad que el coronavirus está reduciendo mucho la cantidad de dinero de los patrocinios, pero el acuerdo por 30 millones más variables (que Rakuten firmó con el Barcelona por un año más, hasta 2022) responde a la incertidumbre respecto el futuro de Messi», explicó a EFE Cinto Ajram, ex responsable de activación de patrocinios del club, en una reciente entrevista.

«Cuando tú vendes la marca Barcelona por el mundo pones la cara de Messi. En estas condiciones ninguna marca se atrevería a renovar por tres o cuatro años más porque se desconoce cuál será el valor del club sin este jugador», añadía Ajram, uno de los responsables de que se firmara el contrato con la marca japonesa en 2016 por 55 millones más variables.

Los contratos con Nike, Rakuten y Beko suponen un tercio de los ingresos del Barcelona. El primero está asegurado hasta 2026, pero el de Rakuten finaliza en junio de 2022 y el de Beko acaba dentro de cinco meses.

«Cuando se negocia con un patrocinador en un 90% de las diapositivas de Power Point que el club le muestra aparece la imagen de Messi», desvela Ciria. «Y en las giras de los últimos cinco años el 50% de los ingresos dependieron de que Messi jugase los partidos», informa.

Pero la influencia de Messi en los ingresos del Barcelona va más allá de los patrocinios y las giras. «De los espectadores que van al campo, el 40% son turistas nacionales e internacionales, los cuales aportan mucho dinero al club, y estos vienen a ver al Barça de Messi», explica Ciria.

Uno de los hechos que lo demuestran, según el experto financiero, es que «el 90% del turismo que viene a Barcelona para ver al Barça se compra la camiseta de Messi».

Está de acuerdo con esta visión Nicole Kalemba, doctora en economía y empresa y profesora de la UPF Barcelona School of Management especializada en turismo deportivo: «Está claro que muchos turistas vienen a Barcelona con el propósito principal de poder ver un partido del Barça y, en concreto, para ver a jugar a Messi, uno de los mejores deportistas de todos los tiempos».

Antes de la pandemia del coronavirus, el Barça aportaba el 8% del turismo de la ciudad de Barcelona y el Experience Tour, que incluye la visita al Camp Nou y al museo del club azulgrana, tenía más de dos millones de visitantes anuales.

«La salida de Messi en verano hubiese tenido un grave impacto para Barcelona como destino turístico y muchas otras áreas de negocio se hubiesen visto afectadas. Es uno de sus principales embajadores en el mundo, igual que para Cataluña. Las personas de otros lugares del mundo vinculan estas marcas turísticas con Messi», dice Kalemba.

Y añade que «la presencia de Messi, un jugador que ha desarrollado toda su carrera profesional en el Barça, ayudó mucho a Barcelona y a Cataluña como marcas y a generar demanda como destinos turísticos».

La influencia de Messi se alarga hasta el punto de afectar potencialmente a los derechos televisivos de LaLiga, que deben renegociarse en 2022 en el ámbito nacional y en 2024 en el internacional.

«La marcha de Messi afectaría seguro en la negociación de los derechos televisivos», analizaba Francesc Cruces, vicepresidente de la agencia de márketing deportivo Octagon en España y director académico de la Sports Management School, en otro reportaje publicado por EFE sobre el asunto.

Cruces explica que «en algunos mercados internacionales en los que el fútbol es menos maduro que en Europa los fans son igual o más fieles a las grandes estrellas que a los equipos y eso significa que un jugador como Messi indudablemente va a mover audiencias hacia la competición del club que lo fiche».

Por otro lado, LaLiga ingresó 92,4 millones de euros en la temporada 2019-2020 por patrocinios, una cifra un 18,8% superior a la del curso 2018-2019 a pesar a de la pandemia del coronavirus. La marcha de Messi también podría afectar a los números en este terreno según algunos expertos.

Pero volviendo a estrechar el círculo en la relación entre Messi y el Barcelona, Ciria considera que «Messi está siendo más importante que el propio club a nivel de imagen y esto es un problema que el Barça tiene que arreglar».

Además, el experto financiero dice que echa de menos que «alguien del club salga a defender financieramente porqué a Messi se le paga lo que cobra teniendo en cuenta los ingresos que genera».

A todo esto, el contrato de Messi con el Barcelona finaliza este 30 de junio y desde el 1 de enero el jugador ya tiene la libertad para negociar con otro club.

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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