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‘Impotencia en Orriols’, por Dani Hermosilla (@DANIH069)

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DANI HERMOSILLA

Orriols está viviendo una extraña situación. Comenzó el año con la insolencia de un líder que tenía en su campo el famoso fortín de todo aquel que quiere el éxito. Y lo acababa anoche en otra categoría, pero con la sensación de impotencia, la de un equipo al que se le ha olvidado ganar porque no sabe marcar. Si en Sevilla tuvo ocasiones claras para marcar, ante el Leganés, a excepción de los primeros minutos de partido, nada de nada. De más a menos. El Levante comenzó con aproximaciones de peligro —ocasiones claras, la verdad, ni una— y acabó el partido bombeando balones a la espera que algún se filtrara para adentro. Pero no ocurrió.

Y todo empezó desde el once del técnico. Linea de continuidad de Juan Ramón López Muñiz al equipo que se rehabilitó en Sevilla. Recuperar efectivos y moral, la clave. El técnico quiso hacer un pelillos a la mar con el tema Lukic, y le premió con titularidad su buena labor en l Sánchez Pizjuán. Obligó a Enis Bardhi a ver los toros desde la barrera. Nuevamente, el técnico asturiano aplicando su máxima: cuando las cosas van bien, no se tocan. Y así hizo. Sólo una novedad, y obligada. Erik Cabaco era el elegido por delante de Rober Pier. Otro debutante como titular en la liga. Y poco a poco, todas las apuestas de la Dirección Deportiva sobre el césped. Para saber si valen o no, tienen que jugar. Y parece que el míster, por fin, se ha dado cuenta. Vale la justicia de vestuario, pero también vale tener a jugadores para determinadas circunstancias de partido. Algunos —caso Samu, Ivi  incluso Saq— han tenido ocasión de jugar. Otros —Lukic, Cabaco, incluso Luna— si tuvieran esas oportunidades. Tener a jugadores como Lukic, internacional sub 21 y posible mundialista con Serbia, y no utilizarlos como preferencia una opción era mucho.

Lerma, Campaña y prou

De inicio espumoso con ocasiones de Jefferson Lerma y, sobre todo, de José Campaña, con un remate de cabeza que, sólo en el punto de penalti, envió fuera. Ahí finalizó esa inercia de buen juego que llegó desde Sevilla y que se acabó muy pronto. En Orriols el Levante ofrece impaciencia y, lo que es peor, impotencia. Y así lo entiende la afición, que llegó con ganas de animar, y se fue cabreado por un arbitraje esquizofrénico —el peor, imprevisible—. y desanimado. El Levante no arranca en casa y los cálculos de tanto empate te llevan a la época de Mané, con el famoso puntito de la federación que llevó al ascenso en Lleida. Esperemos que sirva. Los empates son indecisión pura. Ni atacas ni defiendes, ni te hacen rico ni te sacan de pobre, ni te alegran del todo ni te entristecen. Pero, ahora, cansan en el sentido de que la tortugueo  con el que caminas te desespera.

¿Problema de delanteros?

El partido ante el Leganés deja la peor de las sensaciones. Reduce el optimismo porque si hasta ahora pensabas que, tal vez, con una victoria recuperas  y el equipo tiene margen de mejora, tras el ejercicio de impotencia de anoche, genera más dudas. El final, colgando balones al área fu otra de las muestras de esa falta de recursos del equipo al que su fútbol ya no le llega, no sólo para ganar, sino para crear ocasiones. En la segunda parte ninguna. Y todo a pesar de que Jaime Latre expulsó, de forma muy rigurosa, al marroquí Amrabat, en la segunda parte por doble tarjeta amarilla, al propinar un codazo al uruguayo Erik Cabaco. Una rigurosa expulsión que acabó por encender los ánimos en un partido en el que los pequeños detalles podían ser decisivos. Tras la expulsión, el Leganés apenas apareció por el área. Los entrenadores tiraron de tópico. ¿Juego contra 10? Hasta cuatro jugadores en punta —Jason, Nano, Unal e Ivi, con Morales desde lateral— ¿Juego con uno menos? Cambio el punta —Guerrero por Beauvie— y juego con tres centrales y dos laterales largos, que también defienden. El partido se convirtió en un frontón. Pudo el Lega haber marcado en el último cuarto de hora de la primera parte, con ocasiones fundamentalmente de Amrabat. Y en la segunda, con una acción del exgranota Nabil El Zhar que, con todo a favor, se emborrachó de balón, y tiró el esférico al lateral de la portería. Tal vez, el Leganés no es el equipo más adecuado para confirmar la reacción como local, pero como se acumula a otras…

Muchas bajas para el Camp Nou y trifulca en el vestuario

Con la expulsión de Amrabat se calentó el choque. El Leganés dejó de jugar al fútbol, y pasó a destruir más que a buscar la victoria. El resultado era importante. Una victoria granota igualaba a ambos equipos en la clasificación, mientras que el empate dejaba las cosas como están. Así, tras la expulsión del jugador local, el partido se embroncó, el Leganés optó por no disputar, perdió tiempo, se encerró en su campo y tiró balones fuera para desesperación del público y del quipo granota. 

Ni que decir tiene que esa tensión se vivió en los últimos minutos. Si antes fue Lerma el que la había visto (en la primera parte), en la segunda la vieron Bardhi —que sustituyó a Lukic al cuarto de hora de la segunda parte— Morales y Campaña —estos dos últimos por protestar— y los tres se pierden el partido del Camp Nouel primero de liga tras las vacaciones de Navidad ante el líder, el FC Barcelona. Además, Campaña, que fue sustituido por el Nano Mesa para buscar más profundidad, vio la segunda amarilla y fue expulsado —por una segunda amarilla por protestar— cuando ya había sido cambiado y permanecía en el banquillo. Jaime Latre se acercó y lo expulsó, igual que hizo con un miembro del banquillo visitante. La expulsión hace que, en vez de limpiar expediente, Campaña no juegue contra el Barça, contra quien cumplirá el partido de sanción por ser expulsado, y además se quedará con las cuatro tarjetas amarillas que ya tenía acumuladas. Jugada perfecta (ironía).

El partido prosiguió en el túnel de vestuarios en el que hubo un enfrentamiento entre jugadores de ambos equipos, unos gritos que pudieron ser escuchados por los periodistas desde la sala de prensa, y que tuvo que provocar la actuación de la Policía para calmar los ánimos.

Por puntos, tal vez el equipo no deja demasiadas dudas. 18 puntos, a dos jornadas del final de la primera vuelta, no es mala cifra. Por sensaciones, sí. La reacción en Sevilla no tuvo continuidad. ¿Que no se perdió? Sí, eso es lo bueno. Pero si no marcas, lo máximo a lo que aspiras es el empate. Consuela, pero no convence. El inicio de la segunda vuelta es de aúpa, pero fuera de casa. Lo que podía ser un hándicap, se plantea ahora como una oportunidad. Esperemos. Pero hay que empezar a sumar de tres en tres. Los esfuerzos de empatar en Madrid, Sevilla o Cornellà es el mismo en réditos que lo que hizo el peor Athletic que recuerdo en Orriols hace un par de semanas. Y eso, no es plan.

 

FICHA TÉCNICA

LEVANTE UD

Oier; Pedro López (Ivi 73), Sergio Postigo, Cabaco, Luna; Lukic (Bardhi, 56), Lerma, Campaña (Nano Mesa, 75); Morales, Jason y Enes Unal

CD LEGANÉS

Cuéllar; Zaldúa, Dos Santos, Ezequiel, Diego Rico; Rubén Pérez, Gumbau; El Zhar (Raúl, 82), Eraso, Amrabat; Bauvie (Guerrero, 85).

Árbitro: Santiago Jaime Latre (Colegio Aragonés)

Tarjetas amarillas:

LEVANTE UD: Lerma, Morales, Bardhi y Campaña (2). Jose Campaña recibió la segunda tarjeta tras ser sustituido, cuando se encontraba en el banquillo viendo el final del partido. La expulsión supondrá un partido de sanción, y se volverá a quedar apercibido, a una tarjeta de la suspensión por acumulación de amonestaciones. Además de CampañaBardhi y Morales no estarán en el próximo partido de liga ante el líder, el FC Barcelona en el Camp Nou.

LEGANÉS: Zaldúa, Dos Santos, Gumbau y Amrabat (2), por lo que fue expulsado en el minuto 67.

Estadi: Camp d’Orriols, 14.000 espectadors

Incidencias: Al final del partido, Amrabat, jugador del Leganés, agredió presuntamente a un miembro del cuerpo médico del Levante que, a falta de confirmación oficial, presentaría una denuncia por agresión en las próximas horas. El tumulto, que fue presenciado por varios testigos, fue reducido por miembros de las fuerzas de seguridad presentes en cada partido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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