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«Ivi salva un partido extraño en Orriols» , por Dani Hermosilla (2-2)

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DANI HERMOSILLA

«Si hoy el Levante está más acertados, perdemos el partido», así concluía su rueda de prensa Pepe Mel. Un buen resumen a lo visto en Orriols. Cuatro de seis puntos posibles, un buen balance. Al Levante le queda camino hacia el gol. En lo positivo, la remontada y la gran cantidad de llegadas al área contraria, y el acierto a pelota parada y la ambición y capacidad de reacción. En lo negativo, lo que le cuesta al Levante defender por el centro, cuando Chema y Sergio Postigo, habían sido lo más seguro en la temporada del ascenso. Generar fútbol es bueno, convertirlo en goles, lo difícil. Ivi marcaba, de un penalti más que dudoso, un gol justo por lo visto y vivido y convertía en empate un partido extraño. La expulsión de Morales con 1-2 era un nuevo handicap. Y Muñiz, una vez más, ambicioso y agresivo.

El gol de Fede Cartabia a los 3 minutos de partido, tras un error en cadena de la defensa, marcaba el ritmo posterior del choque. Cuesta arriba para los de Muñiz que, aunque mejoraban las prestaciones ofensivas del equipo, encontraban dificultades a la espalda y, sobre todo a balón parado. Morales, Jason, pero sobre todo José Campaña, llevaban continuo peligro, pero era más sensación, que peligro de verdad. Bueno, algunas ocasiones, también.  El peso del partido, para el Levante. El Dépor se dejaba hacer. Cierto que, aunque el Levante llegó mucho al área, no generaba excesivas ocasiones. A Álex Alegría le costaba mucho rematar. Su juego al rechace, perfecto. Pero de cara a puerta, casi inédito.

Campaña, el mejor de los granota en la primera parte, tenía la mejor ocasión cuando, desde la frontal, y con todo a favor, lanzaba el balón por encima del larguero. Encontrar portería es una de las asignaturas pendientes para los hombres de Muñiz. Eso si, Rubén era el mejor del Deportivo, sacando un par de manos a disparos levantinistas, sobre todo una inmensa en la primera parte a cargo de Jason, el segundo máximo goleador del equipo la temporada pasada. En una jugada aislada, de córner, Sidnei, sólo, marcaba. Indecisión de la defensa y de Raúl Fernández a quien sanciona la duda. Cuando sales de tu puerta y te arrepientes, normalmente el rival te penaliza.

Bardhi, golazo de falta
Golazo del macedonio. Cada vez entra más en juego, pero sobre todo, es un especialista y estilista en las acciones a balón parado. Contra el Villarreal, no tuvo ninguna. Ante el Deportivo, dos. La primera se fue un poco. La segunda, a barraca. Desde una posición central es peligrosísimo. Tiene gran cantidad de opciones. Y la que nunca falla, el tiro por la escuadra. El balón, con potencia, colocación y mucha puntería, ponía al Levante en el partido.

Más dominio
Lo de la segunda parte fue como la primera, pero un punto más. Alex Alegría tenía más opciones, pero no acierto. Ivi viene a ser la primera opción de Muñiz. Iván padeció la ambición del míster.. Acabó sustituido por Ivi. Morales al lateral que, al final, fue decisivo. Aunque ha jugado alguna vez ahí, le cuesta. Y así llegaba su polémica expulsión, cuando Muñiz quería juntar a Morales y Jason en la banda derecha para buscar más profundidad. Pero la jugada no le salió bien, con la segunda tarjeta a Morales, que suponía su expulsión. Un varapalo para la remontada. Boateng sustituía a Álex Alegria, pero tampoco tenía opciones. La segunda linea granota es fundamental en el fútbol moderno, y el ‘9’ se pega más que otra cosa.

Con diez, el Levante no dejó de generar juego. E Ivi volvió a provocar que el árbitro decretara penalti, al parecer, que no fue. Él mismo tomaba la responsabilidad y hacía el empate. En cinco minutos restantes los granota se contuvieron. Un punto, visto lo visto, era bueno. El Dépor, a pesar del penalti, no se fue del todo descontento. Para lo mal que lo hicieron, un punto es un botín. Pero, después de ganar 0-2, les debe saber a poco.

LEVANTE UD
Raúl; Iván López (Ivi, ), Postigo, Chema, Toño; Lerma, Campaña, Bardhi; Morales, Jason y Álex Alegría
DEPORTIVO
Rubén; Juanfran, Schär, Sidenei, Luisinho; Guilherme, Mosquera; Fede, Çolak, Bakkali; y Andone
0-1, Fede Cartabia, 3′
0-2, Sidnei, 30′
1-2, Bardhi 35′
2-2, Ivi, 87′

Arbitro: Alberola Rojas. Amonestó a los jugadores del Levante Campaña y Morales en dos ocasiones, siendo expulsado en el minuto75)’). En el Deportivo, Luisinho y  Fede Cartabia
Orriols: 17.300 espectadores. Hicieron el saque de honor, las recientemente proclamadas campeonas de Europa sub’19, las jugadoras del Levante Femenino, Noelia y Natalia Ramos. En el descanso del encuentro, se presentó, además, el Levante UDF.

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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